El arte, indiscutiblemente, tiene vocación de servicio y espíritu solidario. Hoy el quehacer de la joven vanguardia pinareña late al margen de las carencias económicas y los tropiezos epidemiológicos de estos tiempos.
En encuentros con sus distintas secciones y afiliados, la Asociación Hermanos Saíz en Pinar del Río hizo un balance de sus objetivos respecto al año que recién concluyó.
Durante el periodo los eventos tomaron las redes sociales y no dejaron de realizarse gracias al desvelo de sus gestores. Así la literatura alcanzó el predio internacional y las artes visuales crearon la distinción Nueces para homenajear a personalidades referentes de las nuevas hornadas.
Asimismo, el nacimiento de espacios virtuales para la difusión de la obra de arte, la participación de asociados en talleres, festivales y conciertos online, la presencia habitual de series, cortos y tráilers de proyectos en las redes sociales constituyen ejemplos de la labor vertiginosa de nuestra vanguardia.
Aunque el actual contexto social ha replanteado las relaciones entre la obra, la institución y el público, surgen nuevos retos a favor de la creatividad, el ingenio y el compromiso. La obra de arte es producto de su sociedad y a ella se debe.
Eso sí, debe pensarse, con prácticas artísticas originales, vencer los desafíos que el férreo bloqueo y la COVID-19 imponen. ¿Acompañará la crítica de arte los nuevos procesos culturales? En todo caso, ¿cuenta ella con suficientes soportes para materializarse con inmediatez? ¿Existe una especialización cultural del discurso periodístico? ¿Los productos radiales y audiovisuales gozan de suficiente calidad estética? Más urgente aún: ¿es visible el arte joven pinareño en los principales circuitos expositivos y de comunicación nacional?
La joven organización y las instituciones culturales tienen un vínculo asertivo y el mismo fin: acercar el arte a los individuos de la sociedad; educar, entretener y proteger nuestra tradición e identidad.
Ante la pandemia, el confinamiento y el constante estrés serán aliviados por la imaginación y el talento. La creación es un desfibrilador que impulsa el intelecto y la emoción, convirtiéndonos en sujetos más humanos.