¿Cuántas veces tendremos que seguir oyendo eso de que los simios son nuestros parentes más cercanos? Pues todas las que hagan falta, en realidad, porque les tenemos que agradecer entre otras cosas los hombros y codos flexibles, que evolucionaron como un mecanismo de frenado natural para escalar los árboles, o al menos eso explica un estudio.
Los científicos hicieron el descubrimiento, curiosamente, mientras veían vídeos de chimpancés y monos mangabey. Estos últimos tienen una relación bastante lejana tanto con los humanos como con los chimpancés, pero trepan y bajan de los árboles, según informa Live Science. Durante la investigación se notó que, aunque ambos animales ascendían a los árboles de manera similar, con los hombros y los codos doblados hacia sus cuerpos mientras pasaban rápidamente de una rama a la siguiente, diferían en sus técnicas para descender.
Aunque ambos animales ascendían a los árboles de manera similar, diferían en sus técnicas para descender. ¿Por qué?
Los hallazgos sugieren que los chimpancés y los humanos pueden tener articulaciones flexibles de hombros y codos como una forma de «contrarrestar» los efectos de la gravedad en la parte inferior de su cuerpo, que es más pesada. El resultado fue un sistema de frenos finamente calibrado que disminuyó el riesgo de caídas mientras descendían a lo alto de las copas de los árboles.
Mientras que los mangabeys eran menos flexibles, los chimpancés extendían los brazos por encima de la cabeza mientras descendían, de manera muy similar a la que hace una persona baja una escalera. Esta maniobra era una forma de que los primates desaceleraran sus descensos a medida que la gravedad los empujaba hacia abajo (según fuentes del equipo).
El estudio sugiere que los apéndices flexibles habían evolucionado en la época del último ancestro común entre chimpancés y humanos, pero después de que los simios y los monos divergieran
Los chimpancés y los mangabeys trepan a los árboles con un movimiento recortado en el que no extienden completamente las articulaciones, pero al bajar los mangabeys continúan haciendo ese movimiento recortado y los chimpancés no. Los ancestros humanos y chimpancés divergieron hace aproximadamente 6 a 7 millones de años , mientras que el ancestro mono del mangabey divergió de los simios hace unos 30 millones de años .
Pero el estudio sugiere que los apéndices flexibles habían evolucionado en la época del último ancestro común entre chimpancés y humanos, pero después de que los simios y los monos divergieran. Según el estudio, esta flexibilidad habría resultado beneficiosa para cosas que implicaban movimientos específicos como recolectar comida, cazar y defenderse.
Hay que decir que esta es la primera vez que los investigadores estudian tan exhaustivamente cómo los grandes simios descendieron de los árboles (antes la mayoría de estudios se centraban en la escalada). Se sabía que en general los chimpancés tenían un mayor rango de movimiento en hombros y codos y los mangabeys no, pero no se había llegado mucho más allá.
Hay que decir que esta es la primera vez que los investigadores estudian tan exhaustivamente cómo los grandes simios descendieron de los árboles
Los mangabeys y otros monos tienen una constitución similar a la de los mamíferos cuadrúpedos como los gatos y los perros. La curva interna de sus codos también sobresale, haciendo que la articulación se parezca a la letra «L». Estas articulaciones pueden ofrecer estabilidad, pero carecen de un buen rango de movimiento. Al analizar las articulaciones de los esqueletos de chimpancés existentes que formaban parte de colecciones de museos, los investigadores notaron que el ángulo de los hombros de los simios era 14 grados mayor cuando descendían que cuando subían. Según el estudio, sus brazos también se extendían hacia afuera a la altura del codo 34 grados más cuando los chimpancés bajaban de los árboles.
Este cambio de movimiento no sólo ayudó a los chimpancés a frenar la atracción de la gravedad, sino que también les permitió desacelerar de forma segura. Eso les permitía salir de los árboles y trepar hacia abajo sin tener que mantener los músculos de los hombros y los codos bajo tensión, porque eso evitaba usar grandes cantidades de energía. Como seres humanos, la introducción de este mayor rango de movimiento tuvo muchos beneficios, como permitirnos levantar los brazos por encima de la cabeza o lanzar una pelota.