La asamblea de balance de la filial pinareña de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM), efectuada el pasado 22 de noviembre en la sede del Consejo Científico Veterinario, contó con la presencia del historiador y pedagogo Eduardo Torres Cuevas, doctor en Ciencias Históricas, profesor titular de la Universidad de La Habana y director de la Oficina del Programa Martiano.
Palabras llenas de sabiduría dedicó a los asistentes al encuentro, relativas a la misión y los desafíos de trabajo de la Sociedad Cultural José Martí:
“No siempre hemos cubierto todo lo que podemos cubrir, no siempre hemos llegado a donde podemos llegar, no siempre hemos entusiasmado con suficiente fuerza, ni hemos sabido buscar a quienes nos están buscando.
“¿Cuántas personas quisieran a lo mejor estar con nosotros y no las hemos visto…? Hay que seguir tras su pista”, aseveró el académico y prosiguió con su intervención:
“También debemos insistir en las alianzas, lo que trae a mi memoria aquella frase martiana que definía a la Patria como‘unión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas’.
“Es necesario articular nuestro quehacer con el de diversos centros de estudio y trabajo y acercarnos a esos lugares donde están los jóvenes; y traigo a colación un ejemplo: en el Instituto Superior de Diseño de La Habana, una profesora lleva 10 años dándoles a sus alumnos discursos martianos, para que elijan una frase y la representen gráficamente como parte de sus trabajos de curso. Se trata de un ejercicio motivador que potencia un acercamiento al Apóstol desde la creatividad.
“Nosotros, como Sociedad Cultural, debemos apoyar la gestión de las bibliotecas escolares, para que Martí esté presente en esas bibliotecas y para que sea amado, desde el estudio de su obra.
“Las lecturas son fundamentales en la formación integral de los estudiantes, porque una cosa es lo que dice el maestro en el aula y otra distinta lo que el niño aprende cuando se adentra en las páginas de un libro. Allí se encuentra todo aquello que el docente no tuvo tiempo de explicar, los pequeños detalles a los que no siempre hemos conferido la importancia que merecen.
“Considerar estas cuestiones nos permitirá afianzar una cultura martiana, que es una cultura cubana y paralela; y esa sí es nuestra obra de creación, desarrollo y defensa de la Patria”.
Torres Cuevas, quien también se desempeña como presidente de la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, señaló que el reto mayor de estos tiempos estriba en sobreponerse a la fuerte confrontación ideológica a la que se nos somete, la cual se dirige a campos muy específicos como el de la Historia.
“La ingenuidad política, decía un escritor, es un pecado. Si alguna área está particularmente sujeta a la desinformación, es la Historia. Los que anhelan desestructurarla, tergiversan lo dicho por el Héroe Nacional de Cuba. Para mantener la fortaleza de nuestra Historia, la clave también está en Martí, en dignificar y divulgar su obra y toda la originalidad que nos legó.
“En el amor a Martí, está la razón de nuestro antimperialismo. Basta con leer la carta que dirigió a su amigo Manuel Mercado, un día antes de morir: ‘(…) Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo— de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América’.
“Hoy está en juego la propia nación cubana y en el afán de preservarla tenemos que abrazar el desafío de enseñar una historia viva.
“En las universidades, por ejemplo, es preciso reforzar tres cosas: la Historia de la especialidad, o sea, ¿quiénes fueron los médicos, los ingenieros o los arquitectos en la Historia de Cuba? De igual forma hay que insistir en el aprendizaje de la Historia del Movimiento Estudiantil Cubano y de la Historia de la Revolución.
“En primaria damos Baraguá, en secundaria, Baraguá, en preuniversitario, Baraguá, en la universidad, Baraguá y nadie habla del Moncada, por lo que le estamos haciendo poco favor a Baraguá.
“Nosotros tenemos que enseñar la extraordinaria historia de la Revolución Cubana. Hay muchachos de 20 años que ignoran sucesos importantes de los primeros años de la Revolución en el poder y que ni siquiera conocen cuestiones relativas al periodo especial, y si ustedes observan la propaganda enemiga en las redes sociales verán que está montada sobre esa historia que no contamos en las escuelas”, comentó en los momentos finales de la asamblea.
Pocas horas más tarde, visitó la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca, donde presentó El libro de las Constituciones y tres volúmenes de la Nueva Historia Universal, editados por el equipo de Imagen Contemporánea, adscrito a la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz.
Igualmente obsequió a la universidad una edición especial en dos tomos de la Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, dedicada a la Guerra de los Diez Años.
El historiador aprovechó la oportunidad para dialogar con el colectivo de estudiantes, acerca de conceptos como identidad y cubanidad: “Cuando en la década del 40 del pasado siglo, se iniciaron las grandes polémicas teóricas, el etnólogo, antropólogo y periodista Fernando Ortiz, esbozó lo que siempre he asociado con la definición más completa de ser cubano.
“Describió a la cubanidad como la cualidad de lo cubano; y a lo cubano, como un ajiaco. Esa palabra de ajiaco ni siquiera estaba en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
“El ajiaco al que se refería, no era una mezcla de elementos, sino una combinación y la diferencia entre mezcla y combinación, es que la combinación da una calidad nueva, y, por tanto, lo cubano es el resultado de una combinación que ha creado una calidad nueva.
“Para dicho erudito, ser cubano requería de la conciencia y la voluntad de serlo, ya que el nacimiento en un pedazo de tierra no determina una nacionalidad, se trata más bien de una elección. Por eso a Gómez y al Che se les considera cubanos.
“Los que pensaron a Cuba, construyeron una cultura y una nación extraordinarias. Hay países y pueblos en situaciones complicadas, que no cuentan con pilares sólidos como los que sustentan a nuestra Historia. Sobre ellos descansa nuestra sobrevivencia”.