Las 11 de la mañana del 29 de junio de 2021 quedará resguardada en algún rincón de la historia, porque casi no nos habíamos sacudido de la información sanitaria de que el país amaneció con 3 080 nuevos enfermos de la COVID-19, con 177 para Pinar del Río y 91 para Artemisa y a parte de esa zona, institucionalmente lejana región, pero espiritualmente propia de los pinareños, se les sacudió el suelo.
Para nosotros Candelaria y San Cristóbal son tan nuestros como su hospital general Comandante Pinares, que este martes lo vimos lacerado en su infraestructura por la furia de la naturaleza.
Cuando ocurren fenómenos inusuales, salimos a la búsqueda de las respuestas inquisidoras y aunque la mayoría de los cubanos asocian los riesgos de efectos sismológicos con la parte oriental del país, desconocen que también el extremo occidental está considerado de alto riesgo y consta en sus anales.
La noticia que nos motiva dijo: “La Red de Estaciones del Servicio Sismológico Nacional Cubano registró un sismo reportado como perceptible, localizado en las coordenadas preliminares 22.78 grados de latitud norte y los 83.22 grados de longitud oeste, con una profundidad de cinco kilómetros, situado a 17 kilómetros al noroeste de San Cristóbal en la provincia de Artemisa. El mismo tuvo una magnitud de 5.1. Este es el sismo perceptible No 4 del año 2021”.
Y casi automáticamente desatamos la búsqueda de lo ocurrido 141 años atrás sobre algunos de los fuertes y devastadores sismos registrados en Cuba, como el de las por entonces localidades pinareñas de San Cristóbal y Artemisa en la madrugada del 22 al 23 de enero de 1880 y que se calcula tuvo una intensidad de seis en la escala de Richter. Se pudo percibir desde Pinar del Río hasta Cienfuegos y causó numerosos daños materiales y pérdidas humanas; derribó ingenios, iglesias, casas de viviendas y hasta la cárcel de San Cristóbal de la que escaparon los reos. Tan dañado quedó este edificio que poco después tuvo que ser demolido.
En días posteriores llegaron a contarse hasta 65 réplicas del mismo. Ese terremoto fue el primero que se estudió en Cuba sobre el terreno, por el interés de las investigaciones del padre (sacerdote) Benito Viñes y el ingeniero Pedro Salteraín.
Sobre el tema existe un libro científico, compilación de memorias, de los autores Jorge Freddy Ramírez, Pedro L. Hernández y Jorge Macle, intitulado Terremoto en Vueltabajo, 1880.
Aquella vez la noticia llegó a Estados Unidos y a otras partes del mundo y la imprenta La Voz de Cuba, en La Habana, imprimió las memorias del viaje realizado a la provincia por el reverendo Benito Viñes, director del Observatorio del Real Colegio de Belén, en compañía del ingeniero Salteraín, inspector de minas de la Isla de Cuba. Los estudios posteriores permitieron conocer a la llamada falla tectónica Pinar, una división que existe entre la Cordillera de Guaniguanico y la llanura Sur de Pinar del Río y Artemisa, incluso entonces, ya era esa región la de mayor población y desarrollo económico y social de Vueltabajo.
Hurgando en la literatura encontramos que el doctor en Ciencias Tomás Chuy Rodríguez, uno de los científicos más experimentados y autor de un interesante trabajo referido a las características de la sismicidad en Cuba durante el periodo 1528-2010, precisó que los terremotos tienen lugar en todo el territorio nacional, y esa condición requiere ganar conciencia en la percepción de los potenciales riesgos y fomentar una cultura acerca de cómo prepararnos y actuar frente a ellos.
En una ocasión informaba a Granma “… que, si bien la mayor peligrosidad se localiza en la zona suroriental del país, vinculada al sistema de la falla Oriente-Caimán, y donde suelen presentarse los de mayor magnitud e intensidad, la cronología registra temblores de tierra en otras partes de la geografía cubana, algunos de ellos bien notables, como el reportado en el poblado de San Cristóbal el 23 de enero de 1880 (hoy provincia de Artemisa)”. Y explicó que la magnitud estimada fue de 6,0 grados en la escala de Richter, y una intensidad de 8,0 grados en la escala MSK, sistema de medición de cuando estábamos vinculados científicamente con el campo socialista europeo.
Otros casos significativos que también se registraron fuera del oriente cubano son el de Remedios-Caibarién, del 15 de agosto de 1939, con una magnitud de 5,6 grados, y los de Alonso de Rojas, Pinar del Río, el 11 de junio de 1981, y Jagüey Grande, Matanzas, el 16 de diciembre de 1982, que provocó la rajadura de paredes en centros escolares.
A diferencia de la región suroriental cubana, ubicada en un límite activo entre las placas Norteamericana y Caribe, los municipios de San Cristóbal y Candelaria se ubican en una zona intraplaca relativamente estable. En nuestros días disponemos de la estación sismológica de Soroa, en la provincia de Artemisa, que fue la primera construida después del triunfo revolucionario; en 1998 fue modernizada con un cambio tecnológico a registro digital y en el 2011 se conectó a la estación central situada en Santiago de Cuba para transmitir datos en tiempo real al Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais).
Otros eventos conocidos por pinareños fue el acontecido en 1981 (intensidad V MSK) de magnitud 3.7 (Richter), que estremeció las localidades de Alonso de Rojas y La Coloma, al sur de Pinar del Río.
En enero de 2018 un fuerte sismo ocurrió en el Mar Caribe occidental entre Honduras y la isla Caimán Grande a más de 900 kilómetros de la ciudad de Pinar del Río, aunque los edificios de la ciudad sintieron el estremecimiento del lejano temblor.
El 19 de mayo de 2020, de acuerdo con reportes de la red de estaciones del Servicio Sismológico Nacional y varios usuarios en la red social Facebook, se registró un sismo perceptible en la ciudad de Pinar del Río y en Consolación del Sur, San Juan y Martínez, Viñales y Entronque de Herradura.
Los eventos sismológicos de la provincia, registrados entre 1528 y 2020, están asociados a la falla Pinar, considerada la principal estructura sismo-generadora en la región y como explicamos está en el límite entre la Cordillera de Guaniguanico y la llanura Sur del territorio y la relevante geodinámica está dada por su desplazamiento horizontal, es decir, se mueve solo un bloque (las montañas) con respecto a otro (la llanura), dislocación tectónica, de velocidad imperceptible y larga duración, que se mantiene activa en la actualidad.
Para que vean que estos eventos no son tan raros como se cree en el occidente de Cuba, aquí les compartimos un listado de los más importantes que se han percibido hacia el oeste: 1678-La Habana; 1693- La Habana; 1762-Santiago de las Vegas; 1777-La Habana; 1791-Matanzas; 1812-Matanzas; 1843-La Habana; 1854-La Habana; 1880-Rincón; 1886-Ceiba del Agua; 1905-Jaruco; 1939-Consolación del Sur; 1957-Alonso de Rojas; 1958-Pinar del Río; 1975-La Coloma; 1976-San Cristóbal; 1978-Nueva Gerona; 1981-San Juan y Martínez; 1982-Las Martinas; 1988- San Cristóbal; 1992-Cabo Cruz; 1995-San José de las Lajas; 2000-Varadero; 2014-La Habana, Matanzas y Villa Clara y 2017-Matanzas.
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