A la luz de los hechos acontecidos en varias localidades de la Isla el domingo pasado y la petición a partir de la campaña mediática de promover una intervención humanitaria en el país, Guerrillero hace un acercamiento a este mecanismo de injerencia.
Todo se articuló en las redes. El contexto era y es complejo para Cuba: incremento de los casos de COVID-19; Matanzas con un rebrote sin precedentes; crecen también las cifras de fallecidos; escasez de medicamentos y alimentos. Por si fuera poco, aparecen los apagones en estas noches de verano y según los expertos comienza a sentirse el agotamiento por la pandemia.
Los hashtags #SOSCuba y #SOSMatanzas se hicieron virales y el domingo fue un día que quizás muchos cubanos no quieran recordar.
Numerosos influencers, artistas e internautas de manera general empezaron a pedir en sus cuentas una intervención humanitaria para Cuba con el fin de ayudar a sus habitantes con medicinas y alimentos. Miles de firmas se reunieron con este propósito desde varias latitudes.
Quizás algún familiar suyo también se haya hecho eco de la petición, pensando que es lo mejor para los suyos, para sus amigos, para su país. Pero la historia dice que las ayudas humanitarias nunca han resuelto el problema de una nación. Cada ejemplo apunta a más caos y crisis.
No nos referiremos aquí a las pretensiones anexionistas desde Estados Unidos, tampoco al bloqueo, ni a que este domingo haya sido imposible dialogar porque donde medien los golpes, las piedras, el vandalismo y la violencia no hay mucho que decir.
Apenas haremos un recuento de los resultados de cinco intervenciones humanitarias en cinco países diferentes y que, como denominador común, terminaron con peores condiciones que antes de ser intervenidas.
Primero desde el concepto y la legalidad.
¿Qué es una intervención humanitaria a la luz de estos tiempos?
Dos acepciones son recurrentes en internet y han sido muy circuladas en los medios en días recientes.
La primera de ella es la que define a la intervención como “una herramienta geopolítica usada en algunas regiones del mundo en el marco de la estrategia conceptualizada por asesores militares de inteligencia como Thomas Barnett y apoyado en la burocracia estadounidense de la mano del almirante retirado Arthur K. Cebrowski”, según queda recogida en el sitio Resumen latinoamericano.
Otra de las definiciones es la ofrecida por el Instituto Danés de Asuntos Internacionales, en su texto Intervención humanitaria, aspectos legales y políticos, donde se refiere a “una acción coercitiva, incluida la utilización de la fuerza armada, que emprenden determinados Estados en otro Estado sin el consentimiento del gobierno de este, con o sin la autorización del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el fin de prevenir o de poner fin a violaciones graves y masivas de los derechos humanos o del derecho internacional humanitario”.
No obstante, un organismo como el Comité Internacional de la Cruz Roja admite que hay contradicciones en el concepto: “Desde el punto de vista del derecho internacional humanitario, existe una contradicción inmanente cuando se habla de ‘intervención’ o ‘injerencia’ ‘humanitarias’, pues el término ‘humanitario’ debe reservarse a la acción encaminada a mitigar el sufrimiento de las víctimas. Ahora bien, la ‘intervención humanitaria’, tal como se entiende hoy es una intervención armada que implica a menudo un programa político”.
En medio de estos debates, algunos países se permiten la injerencia e intervención en los asuntos internos de otras naciones, aun cuando no existan los criterios necesarios para justificar esos procederes.
HUMANITARIAS INTERVENCIONES
Entre 1992 y 1993 Somalia padecía una hambruna que había puesto fin a las vidas de aproximadamente un millón y medio de personas. Tal situación ameritaba una intervención humanitaria. Por ello, una fuerza multinacional de unos 30 000 marines bajo el mando estadounidense llegó hasta esa tierra. La operación se denominó Restaurar la esperanza.
Según datos estimados de ese momento el hambre y la crisis fueron 10 veces mayor que al iniciar la guerra.
Durante la década del ‘90 Yugoslavia fue víctima de un caos total. Antes había aunado etnias, costumbres y naciones. Catalogada como una guerra civil, las federaciones que la integraban se separaron. Entre 1998 y 1999 todavía había tensiones, sobre todo en Serbia. Una intervención humanitaria de la OTAN llegó a sus puertas. Primero Belgrado y después Kosovo. Los bombardeos duraron 78 días. El saldo fue de más de 2 500 civiles muertos, entre ellos 87 niños, los heridos ascendieron a unos 10 000 y los daños se estimaron superiores a los 100 000 000 de dólares.
Irak que había estado sometido a un embargo económico y financiero por parte de Estados Unidos vivía una situación precaria que justificó en 2003 una intervención. Volaron las fake news de que allí se violaban los derechos humanos y que Sadam Huseín poseía armas de destrucción masiva que nunca fueron encontradas. Como resultado 5 500 soldados estadounidenses murieron y por los iraquíes perdieron la vida unas 500 000 personas, de las que 120 000 eran civiles.
En 2010 Haití sufrió el terremoto que sumió al país en la crisis y la miseria. Hasta la isla llegaron unos 7 000 soldados y policías. Las denuncias por abusos sexuales y otros crímenes fueron cuantiosas, en ellos se culpaba a las fuerzas foráneas.
Sucede que la intervención tenía un trasfondo económico. Haití recibió donativos de diversas partes del mundo, los que se hicieron a través de la Fundación Clinton. De ellos el o.6 por ciento llegó a manos de organizaciones haitianas; el 9.6 por ciento fue para el gobierno de ese país y el 89.9 por ciento, unos 5 400 000 000 de dólares fueron canalizados a organizaciones no haitianas, según confirmó el sitio Resumen latinoamericano en 2019.
Pero ya en 2004 la isla caribeña había tenido su primera intervención que llegó, incluso, a ser autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU. Después su objetivo pasó a ser el mantenimiento de la paz.
Y está el ejemplo de Libia. Esa nación africana vivía parte de sus años más prósperos. Los medios se encargaron de publicar mensajes y noticias falsas que suponían una masacre contra el pueblo libio y que perpetraba el gobierno de Muamar el Gadafi. La intervención se justificó en 2011. Hubo misiles y bombas, una guerra civil que inició con protestas pacíficas. Se calcula que 20 000 personas murieron y más de 350 000 fueron refugiadas.
Estos apenas son ejemplos. Suficientes quizás, para que pensemos todos, dentro y fuera del país, que Cuba está presta a recibir ayuda.