Tras la emisión en el horario estelar y por Cubavisión los domingos de Calendario, serie televisiva que ahonda en la adolescencia y sus problemáticas en la sociedad cubana actual, no fueron pocos quienes rechazaron, en los inicios, su salida al aire en este espacio, destinado por muchos años a programas de carácter policíaco de factura nacional o internacional.
Tal reclamo partía de la sentencia de que la propuesta “juvenil” está diseñada para un horario como el que ocupaban antaño las aventuras o en otro espacio cualquiera, a partir de que su público es directamente aquel más joven.
Por suerte, este criterio no fue generalizado, y las críticas, más favorables que detractoras, coinciden ahora, justo cuando la serie llega al final de su primera entrega, que esta es necesaria en la televisión cubana.
Es mucho más que una propuesta televisiva para los hijos. Más bien ha sido para toda la familia: Es para los padres que quieren dar todo tipo de gustos a los más jóvenes; para aquellos que trabajan de sol a sol y no pueden satisfacer ni el menor de los deseos materiales de sus hijos; para aquellos que obligan a los muchachos a trabajar porque “la vida está dura” y “ya tiene tamaño para salir a inventar”; para el que se va del país tras un futuro mejor…
Calendario es para el joven que se siente dueño del cielo, del que gusta leer y vive enamorado; es para el adolescente que cree aún que lo más importante es un celular y un par de tenis de marca, aunque en realidad no lo sea; es para el joven que se siente diferente por su orientación sexual o porque es del campo, pero por sobre todas las cosas, es para todos aquellos que siendo jóvenes o no, creen que en el magisterio y sostienen la máxima de que “Educar puede solo quien sea un evangelio vivo”.
Así, Amalia se ha colado en los hogares cubanos y muchos quieren pensar que frente al aula de sus hijos la pueden encontrar, por su rigor, por su cariño, por sus sueños.
Muy bien estaría la Educación en Cuba si cada maestro ve en sus alumnos una oportunidad para educar y formar hombres de bien, en lugar de un caso perdido en aquellos que demandan más atención, más horas de entrega, más diálogo con la familia.
Amalia es la Carmela de Ernesto Daranas en el filme Conducta (2014), siempre empeñada en educar y creer en sus muchachos por encima de burocracias y estereotipos. Cada una es diferente en edad y en formas, mas las une esa vocación por ser maestra y amiga, por ser recta y dulce.
Este ha sido un tema de preocupación para los realizadores cubanos en los últimos años, porque saben que es desde allí, desde el aula, que se salva también la nación.
Sin embargo, lo más importante de esta serie acaso sea ver cuán diversa es nuestra juventud, cuántos matices diversos dibujan esa edad compleja en la Cuba de hoy; cuán difícil puede ser para un maestro lidiar con tantas diferencias, con tantos problemas que para muchos pasan desapercibidos, pero que laten ahí en cada alumno que no vive como quiere, que no es amado como quiere, que pasa trabajo para estudiar y hasta para vivir. Con todos sus aciertos y desventuras, Calendario en esta primera temporada ha dejado un sabor en los labios a utopía, a realidades, a imposibles, a sueños, y ha dejado la certeza de que, en la educación, en ese despertar temprano cada mañana, en ese borrón en la pizarra y en la alerta o la conversación oportuna, nos puede ir la vida.