Habla de Cuba con pasión desmedida. Luis Aguilera nació en Chile y allí ha tenido una fructífera vida, repartida, principalmente, entre el activismo en el Partido Comunista, la literatura y el amor por Cuba, siempre Cuba en su quehacer.
Once veces ha estado de visita en el país, y como él mismo asevera, “no vengo como un turista, vengo como un ciudadano más, puedo subir un tractor, una guagua, un camello… Conozco muy bien lo que significa el sacrificio y el esfuerzo que ustedes hacen cada día”.
Invitado por el centro cultural Hermanos Loynaz, esta semana Luis estuvo en Pinar del Río. Aquí habló de su más reciente libro, El abrazo de dos pueblos hermanos: Chile y Cuba. Participación del pueblo de Chile en la independencia de Cuba, que vendría siendo el cuarto dedicado a nuestro país, de los nueve que ha publicado.
“No soy historiador, pero siempre me ha llamado la atención el respeto, el cariño entre ambos pueblos. En La Habana hay una calle que se llama República de Chile; Fidel Castro estuvo un buen tiempo en Chile, el presidente Allende estuvo aquí en Cuba en 1971 y dijo: “Nosotros tenemos que reconocer que otros hombres antes que nosotros estuvieron aquí en Cuba colaborando con la independencia”, rememora.
Entre esos sucesos, el escritor chileno encontró motivaciones para investigar la participación de coterráneos suyos en las distintas guerras por la independencia. Según explica, hay poca información al respecto, y la existente es, además, escasamente conocida, tanto en Cuba como en Chile.
“Hay posible participación de chilenos en la guerra de 1868-1878 y en la guerra chiquita que hubo después, es poca la información que hay. Luego, en la guerra de 1895-1898, sí hay una gran participación de chilenos, de hecho, aquí en Pinar del Río he conocido del cariño que se le tiene a nuestro general brigadier Pedro Vargas Sotomayor, quien muere aquí.
“Pero lo importante no es la cantidad de participantes, hubo países que se destacaron más en número, lo significativo es el simbolismo que encierra la solidaridad de un pueblo que está al fin del mundo, esa gente vino hasta aquí, pagando su pasaje en un largo viaje, pasando por varios países”, asegura.
Los cuentos Un adiós en el aeropuerto de La Habana y Yemayá, la virgen del mar de Baracoa, así como la novela Ochún camina sola bajo la lluvia son sus otros títulos inspirados en Cuba.
Actualmente, investiga la relación de amistad entre la excelsa poetisa cubana Dulce María Loynaz y la chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura. Su visita a Vueltabajo le sirvió para recopilar datos al respecto, en el centro que atesora la biblioteca y otras pertenencias de Dulce María.
Luis habla de Cuba con pasión desmedida, del profesionalismo de los cubanos en todas las áreas, de lo efectiva que es nuestra política cultural, del fascinante sincretismo religioso, de la necesidad de levantar el bloqueo impuesto por Estados Unidos… Al escucharlo, es inevitable pensar que él también se siente cubano.
“A veces he llegado a pensar que entre esos que se ofrecieron a venir a luchar hubo algún pariente mío, porque yo quiero tanto a Cuba y a su gente, los llevo a todos en mi corazón”, concluye.