Lo de componer con las rodillas se le ocurrió aquel día en que el brillante orquestador Joaquín Betancourt, luego de revisar algunos temas suyos, le preguntó: “Luis Ángel, si tú no eres músico de profesión, ¿cómo es posible que compongas así?”.
El nerviosismo propio de un principiante frente a un maestro le hizo pensar que le diría después: “Recoge el casete y vete”. Pero atinó a preguntar antes, casi que en un gesto de defensa anticipada: “¿Está bien hecho, no?”.
Y la respuesta del músico no se hizo esperar: “Usted compone muy bien, como la gente de antes”.
Entonces, en medio de la alegría e intentando explicar su acto creativo, le espetó: “Yo compongo con las rodillas, Joaquín; lo que no me haga mover las rodillas como bailador que soy, no me funciona”.
Sones, rumbas, salsas… han salido de las musas de Luis Ángel Díaz Gener, un mulato de unos 60 años, al que los amigos llaman El Tivy. Según calcula, ya deben ser unas 130 canciones, todas evaluadas, en primer lugar, por sus rodillas.
“Siempre he sido muy bailador de la buena música cubana, desde niño. En mi casa se escuchaba mucho a Benny Moré, Los Van Van, Rumbavana. En especial, admiraba inmensamente a Juan Formell, que a todo era capaz de sacarle una canción”, recuerda.
Pero, de bailar la música a componerla, va un buen trecho. Ese, Luis Ángel lo recorrió de forma inesperada, cuando ya ejercía como ingeniero en Zootecnia, especialista en producción de carne de cerdo. “Soy primo de Angá, el gran percusionista. Nos sentábamos a la misma mesa en la escuela, en San Juan y Martínez. Y siempre admiraba bastante las habilidades que él tenía para tocar. Un buen día, después de un tiempo, le dediqué una canción que se llama Ruego al tumbador, y se la presenté a su padre.
A él le pareció buena, entonces me puso en contacto con el músico William Zambrano, que me ayudó cantidad con mis temas iniciales”.
Aquella primera composición llegó a ser una de las obras finalistas del concurso Adolfo Guzmán 2003. Cuenta Luis Ángel, que cuando se dio a conocer la selección entre cierto grupo de artistas, hubo alguien que intentó burlarse: “¿Quién? ¿El cochiquero?”.
Entonces ríe con nobleza y asegura: “A mí esas cosas no me importan. No quiero la gloria, solo quiero ser feliz, y la música me hace feliz”.
Sus compañeros de trabajo en la UEB Porcina Cría Pinar, que actualmente dirige, también bromean a cada rato sobre sus dotes de compositor, en un entorno laboral que nada tiene que ver con el arte. Pero la creación es así: florece a su antojo, sin tantas explicaciones.
“Yo no pudiera escribir un poema. A mí me vienen la letra y la melodía juntas. Y me gusta escribir de la convivencia cotidiana. A veces mis amigos me cuentan algo que les sucedió y luego, sin proponérmelo, hago una canción.
“Eso es otra cosa: si yo me siento a planificar una canción, no me sale. Compongo cuando viene la inspiración. Después que escucho el tema, bien grabado por un músico, me pregunto siempre: ¿Y eso lo hice yo? Me llena de satisfacción que me guste a mí y, sobre todo, que le guste a los otros”.
Wil Campa, Mayito Rivera, Alina Sánchez, Lázaro Reyes y otros intérpretes, fundamentalmente pinareños, han defendido las canciones de Luis Ángel, quien es miembro de la Agencia Cubana de Derecho de Autor Musical y de la Sociedad General de Autores y Editores.
Pero aclara que su vida financiera no puede estar atada al cobro del derecho de autor, y que tampoco espera vivir la popularidad.
“Quiero transitar como una persona normal. Mis amistades, mi familia, la gente que tengo cerca de mí reconoce lo que hago, con eso me basta”.Aún así, en los últimos meses su música ha encontrado puerto seguro en el repertorio de La Sonora del Sabor, de Puerto Rico, que dirige Wilo Piano. Temas como Atrévete, Yo que te tengo ganas y Nuestro tiempo de amor han ido ganando popularidad con la participación de reconocidos músicos
latinos, entre ellos, Rey Colón, Harold Montañez y Marc Wilkins “El rockero salsero”. Otros, están en proyecto.
Al parecer, a la historia de Luis Ángel, el autor que compone con las rodillas, aún le quedan varios capítulos felices por venir.