Han transcurrido 65 años y aquel vil asesinato dejó su triste huella en la memoria de todo un pueblo, los esbirros batistianos nunca imaginaron que estaban cegando la vida de dos jóvenes con alma de gigantes, pues no podrían apagar jamás en Luis y Sergio Saíz Montes de Oca su luz convertida en ejemplo, que estará siempre presente en cada uno de nuestros corazones.
Desde la cuna llevaban el germen de la tradición mambisa, pues estaban acostumbrados a escuchar relatos heroicos de la manigua cubana, donde sus antecesores maternos escribieron páginas de gloria.
«El Ismaelillo», «La Edad de Oro» y los «Versos Sencillos», les eran familiares antes de que aprendieran a leer, fomentando sus padres en ellos la inclinación al estudio, lo que posteriormente contribuyó a que junto a sus juguetes, tuvieran un libro y así fueron creciendo en una sana atmósfera martiana, siendo José Martí el guía de sus sueños y pensamientos.
Tanto Luis como Sergio, desarrollaron la enseñanza primaria en la escuela pública para varones: José de la Luz y Caballero, de ubicación local.
Cursaron estudios en este centro y su madre Esther Montes de Oca en una ocasión le comentó a Sergio-el menor de los hermanos-:»El curso que viene los voy a poner en los Escolapios en Pinar del Río» y él le respondió: «Si haces eso, nos llevarías a cometer lo que nunca hemos pensado, que es fugarnos de la escuela»-como así se afirma en la investigación: Las memorias de Esther Montes de Oca Domínguez-
Ellos se sentían bien al lado de aquellos niños que carecían de todo pero que eran sus amigos y se quedaron en aquella escuela de bancos de madera y pobreza, hasta que terminaron el sexto grado.
Con virtudes y defectos como en todo ser humano, se evidenció en ellos desde niños la existencia de valores y actitudes dignas de admirar, no importó su procedencia pequeño-burguesa (que les permitió una mejor vida económica y por tanto no sintieron en carne propia las grandes carencias existentes), para sensibilizarse con los que nada tenían económicamente y repudiar desde tan temprana edad la desigualdad que imperaba en su Patria.
El ingreso de ambos al Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río se convirtió en escenario de sus inquietudes revolucionarias.
Destacándose Luis por la rectitud de sus principios y por su talento, rápidamente obtuvo el respeto y la admiración de sus profesores por las facilidades que poseía para la oratoria y aún más por las exposiciones de sus ideas revolucionarias, lo mismo en medio de una clase que en las reuniones estudiantiles. En el curso 1953-54 fue electo vicepresidente de la Asociación de Estudiantes de San Juan y Martínez-como afirma el investigador, profesor y escritor Luis Figueroa en su libro: Cuerpos que yacen dormidos.
Una vez graduado de bachiller, Luisito ingresa en la Universidad de La Habana en el curso 1955- 1956, donde fue electo delegado de la Federación Estudiantil Universitaria en su curso y mientras estuvo en la universidad, formó parte del Directorio Revolucionario.
Con el cierre de esta alta casa de estudios en noviembre de 1956, Luis se trasladó de nuevo a San Juan y Martínez, donde se incorporó al Movimiento 26 de Julio y fue nombrado coordinador municipal del Movimiento en este territorio a principios de agosto de 1957.
Por su parte Sergio, fue electo secretario de la Asociación de Alumnos del Instituto, el 16 de noviembre de 1955. Durante sus funciones como defensor de los derechos de los estudiantes luchó por la erradicación de los fraudes en los exámenes, la venta de notas y el amiguismo con el profesor para alcanzar buenas calificaciones -como también asegura el investigador, profesor y escritor Luis Figueroa.
En el Instituto de Pinar del Río, Sergio trató de fundar una cátedra martiana, para enseñar a sus compañeros la profundidad del pensamiento del Maestro y la necesidad de ponerlo inmediatamente en práctica.
Al frustrarse el intento de desarrollar los seminarios de esta cátedra, por la fuerte oposición de posiciones reaccionarias, Sergio en medio de cada clase, hacía constantes citas de Martí e indicaba a sus compañeros la necesidad de leer al Apóstol para aprender sus imborrables lecciones.
Era conocido por el Servicio de Inteligencia Militar, como «el muchacho alto del jacket verde», quienes nunca supieron que se trataba de Sergio. Este jacket fue utilizado por él, fundamentalmente en el invierno de 1956 en sus luchas de calle, arengando a los estudiantes y al pueblo a participar en la lucha contra la dictadura batistiana.
Se incorporó a las filas del Movimiento 26 de Julio desarrollando junto a su hermano innumerables acciones revolucionarias. Sergio siempre fue muy combativo y a la hora de planear las acciones, era el primero en responder presente, sin meditar los grandes riesgos que de ellas se derivaban.
En la investigación: Las memorias de Esther Montes de Oca Domínguez, ella cuenta que: «En cierta ocasión, le pregunta a Sergio si tienen «fósforo vivo» escondido en la casa. Él responde que no, pero una noche descubre en el baño un punto luminoso como si fuera un cocuyo, primero no le da importancia; al poco rato, las llamas llegaban al techo y pasó mucho trabajo para apagar aquello. Entonces, fue al cuarto de los muchachos y le dijo a Sergio:
-Niño, tú decías que no tenías «fósforo vivo» por poco se quema la casa; y él le respondió:
-¿No querías verlo? Pues ahí lo tienes, ya se conocen.
La gran madurez política e intelectual que los caracterizó, demostrada a través de su obra y accionar revolucionario, evidenció la valía de estos dos jóvenes, mártires de la clandestinidad del territorio, asesinados con apenas 17 y 18 años, quienes en su documento político: ¿ Por qué luchamos? afirmaron: «No tenemos más que nuestras vidas (…) y una obra inmensa que realizar (…)»
Juan Oscar Alvarado, mártir de nuestra Revolución Cubana y compañero de estudios de Luisito en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, en su carta de condolencia enviada a sus padres, la cual se conserva como parte de los fondos documentales de la Casa Museo Hermanos Saíz Montes de Oca, expresó: «La vida es dura y ardua tarea. Y morir con dignidad en el alma, es como seguir viviendo»
Los hermanos Saíz Montes de Oca constituyen paradigmas de la juventud cubana y podemos con certeza afirmar que renacen en las nuevas generaciones y en cada cubano que se siente orgulloso de haber nacido en Cuba.
No se equivocó Luis, cuando al despedirse de su madre aquel 13 de agosto de 1957, antes de salir de su casa junto a su hermano Sergio, le dijera: «Mami, no te preocupes, que algún día te sentirás orgullosa de nosotros».
Fuentes:
-Fondos documentales de la Casa Museo: Hermanos Saíz Montes de Oca
-Investigación: Las memorias de Esther Montes de Oca Domínguez. Investigación de Carmen T. Ferro Miranda y Xiomara Hernández Valladares.
-Cuerpos que yacen dormidos. Luis A. Figueroa Pagés. Casa Editora Abril, 2012
-Luis y Sergio: Los hermanos Saíz. Luis Beiro Álvarez. Editorial Gente Nueva, 1983