Hace aproximadamente seis años, Madelín Maqueira Jiménez, salió con un grupo de jóvenes desde el poblado de Viñales con rumbo a un sitio llamado El Calvario, en el consejo popular Los Jazmines, se perdieron en el camino y desde las siete de la mañana hasta pasadas las tres de la tarde anduvieron sin rumbo.
Quiso el azar que se tropezaran con Domitila, anciana residente en la zona que actualmente tiene 70 años de edad, ella no solo les explicó cómo llegar a su destino, sino que les ofreció agua y acogió en su muy humilde morada.
Evocando ese momento, Madelín recurre a una máxima popular: “el que menos tiene es el que más da”. Ese encuentro fortuito fue el inicio del vínculo que mantuvo regresando una y otra vez, sensibilizada con la precaria situación en que vivía; comenzó a ofrecerle la ayuda que podía con sus propios recursos, luego conoció al hijo, que como la madre es discapacitado mentalmente.
En la medida que estuvo al corriente de más detalles sobre la familia, quería contribuir en mayor grado a mejorarles las condiciones y así supo que la vía idónea era la solicitud de un subsidio para construir la vivienda.
Se autoproclamó la representante de Domitila y comenzó con los trámites. “Es que ellos no pueden”, explica Madelín y acota: “solo con hacer papeles si no sabes cómo se te va más de un año”.
El momento llegó en medio del enfrentamiento a la COVID-19, pero eso no amilanó a quien soñaba con entregarle una casa a la anciana y en dos meses se ha edificado la vivienda. No solo es su obra, porque si de agradecer se trata es extensa la lista de los colaboradores, institucionales e individuales.
En primer lugar, la brigada de cuatro hombres pertenecientes a la Dirección Municipal de Educación y la Empresa Forestal. Sobre ellos argumenta: “no he acabado de decirles algo y ya la tarea está hecha”. También desde la Asamblea del Poder Popular y el Partido en el territorio recibió apoyo, y añade: “no sé el criterio que puedan tener otras personas, pero yo me he sentido muy acompañada”.
Su mamá, hermanos, amigos y vecinos, han colaborado con donativos y trabajando en labores de construcción, así como lo han hecho las personas de Los Jazmines. Unos contribuyen con una merienda y otros con su esfuerzo físico en la labor que se requiera.
Madelín es arrendataria de habitaciones y no tenía necesidad alguna de asumir las complicaciones derivadas de la ejecución de un subsidio y aunque reconoce que ha sido difícil, también admite que se siente realizada como mujer y en lo personal por materializar su propósito.
No todo ha sido color de rosa y reconoce que hubo un momento en que se sintió decepcionada con Domitila y el hijo y explica: “Son personas muy complicadas para tratar con ellos, por sus propias características”, se ríe, gira y señala a “Lilo”, el vástago, y continúa: “Él sabe que lo tengo que tener a lo cortico, pero es por su propio bien”.
Al preguntarle si hay más miembros de la familia, confirma la existencia de otra hija, que ha ayudado en lo que ha podido, pero no está en condiciones de velar por ellos, actualmente embarazada, con otros niños chiquitos y sin los recursos económicos necesarios.
Complacida por la casa, pero quiere más y precisa con las autoridades del municipio cómo adquirir un módulo de cocción, de sus pertenencias asegurará una cama, hornilla de carbón y otros insumos, para que además de un techo disfruten de medios que les garanticen cierto grado de confort.
Madelín no titubea al asegurar que pese a las dificultades enfrentadas y a la complejidad del momento le ha ido mejor de lo que soñó, y al verla hablar con tal nivel de dicha por el bien hecho a otros se tiene la certeza que la generosidad habita en ella.
Si por estos días algunos esperan regalos de los Reyes Magos, Domitila y Lilo, tendrán este 25 de diciembre la concesión de un “milagro”, gestionado por su hada madrina que supo, con la varita mágica del amor, involucrar a muchos, para que ellos, personas con desventajas sociales, disfruten de la protección que requieren y que el Estado les propicia. Se juntaron manos, corazones y voluntades para concluir la casa de Domitila, un proyecto de amor y solidaridad.