A estos muchachos se les vio por toda La Coloma cuando aún los residentes de ese lugar no habían salido del espanto del ciclón. Se les vio sin pedir nada a cambio, ni siquiera ayuda, recogiendo cada árbol partido, cada escombro en la calle.
Y poco a poco se fueron ganando el agradecimiento de un pueblo que lo había perdido todo y que a pesar de ello, les alcanzó agua y café como buenos cubanos.
Pertenecientes a la División de Tanques de la Gloria Combativa Rescate de Sanquily, Orden Antonio Maceo, esta agrupación trabajó en Pinar del Río desde el día 30 de septiembre. Empezó por La Coloma y luego fue trasladada hasta la ciudad de Pinar del Río. Ya habían estado en labores de saneamiento en La Habana.
Tras su paso, la imagen del desastre iba cambiando, porque las manos fuertes y jóvenes de unos 250 muchachos no pueden hacer más que devolver la alegría allí donde no quedó prácticamente nada.
El teniente coronel Amaury Suárez Núñez, político de la agrupación, precisó que se componen de sargentos y soldados del Servicio Militar Activo que provienen de la provincia de Granma.
“Son jóvenes muy trabajadores, de mucho ímpetu, que poseen un gran entusiasmo y han trabajado bastante. Esta agrupación ha sacado más de 2 000 camiones de escombros, 700 en La Coloma y más de 1 000 en Pinar del Río”, refirió el día de nuestra visita mientras se afanaban junto a los pinareños en el consejo popular La Conchita.
“Debemos resaltar que en cuanto a solidaridad y apoyo emocional desde el principio los vueltabajeros fueron muy atentos. Brindaban lo poco que tenían a los combatientes y la gente se nos fue sumando. Se ha logrado una simbiosis muy bonita, población – Fuerzas Armadas”, aseguró.
Resalta el oficial que en el momento en que el alto mando les asigna la misión de partir hacia Pinar del Río, se encontraban trabajando en La Habana, porque allí también hubo estragos.
“Entonces restructuramos las fuerzas y medios y rápidamente partimos hacia acá. Y no solamente nosotros, aquí también hay fuerzas del Ejército Occidental, del Ejército Central, de unidades de subordinación directa al Ministerio de las Fuerzas Armadas, que con sus fuerzas y medios han trabajado en otras partes de la provincia como San Juan y Martínez, San Luis y Viñales”, añadió.
Recuerda que se hizo el abanderamiento y “a esta agrupación le pusimos Mambises de Acero, porque Fidel dijo en una ocasión que los tanquistas debían ser como la caballería mambisa en el rescate de Sanguily: impetuosa, certera, rápida”, argumentó el teniente coronel.
Los jóvenes que lidera no solo han recogido desechos, también se encuentran techando escuelas, bodegas y apoyan a los linieros en la carretera a La Coloma.
DE GRANMA A PINAR
Y como la solidaridad no entiende de límites ni fronteras hemos encontrado en las calles de Pinar del Río a jóvenes de Río Cauto, Niquero, Jiguaní y Manzanillo. Orgullosos de poder prestar ayuda a los pinareños y con la convicción de que están “para lo que haga falta y el tiempo que sea necesario”, según dijo uno de ellos.
Por La Conchita estaba Alfredo Menéndez Brizuela, quien con 20 años cumple su Servicio Militar Activo: “Nunca había venido a Pinar, pero es un honor estar aquí ayudando a esta provincia hermana y me siento bien, construyendo todo lo que el ciclón tiró por tierra. Es una tarea difícil, que uno mira y cree que no puede con ella, pero sí”.
A su lado está Royber Tamayo Anaya, solo un año mayor que Alfredo y quien asegura que fue impresionante el panorama de La Coloma a su llegada: “El agua entró mucho. Era un desastre. Fue triste ver a la gente secando los colchones, los televisores, el mar entró y no perdonó. Cuando termine el SMA voy a trabajar en Recursos Humanos, que fue lo que estudié, voy a empezar por ahí, pero estaré dispuesto para lo que sea”.
Junto a ellos el joven teniente Alejandro Díaz González, de tan solo 23 años, los acompaña en las labores en este poblado. “Estudié en Los Camilitos y después me gradué como oficial político militar de la escuela de cadetes Antonio Maceo, en Artemisa, y empecé mi trabajo en la División de Tanques.
“Llevo dos años en las Fuerzas Armadas y no tenía experiencia de un ciclón así. La atención del pueblo pinareño nunca nos faltó, aunque según nos han contado ellos mismos esta es la primera vez también que viven un desastre similar, ni con huracanes anteriores habían visto algo parecido”, sentencia el teniente, quien refiere que “en la Unidad todos los días tenemos preparación combativa que es algo muy agotador, pero aquí, aunque apenas nos detenemos, estamos con el pueblo y eso es muy reconfortante”.
EN LAS ALTURAS
Cada uno está sobre el techo o bien cerca de él sobre una silla y una mesa. Parecieran carpinteros de toda la vida a juzgar por las fibras que han colocado de forma impecable sobre la escuela Regla Socarrás, en el kilómetro ocho de la carretera a La Coloma.
Ahora van llenos de manchas de pintura. Son máquinas, no se detienen, ni siquiera para conversar.
Aún con la brocha en una mano y la cubeta en la otra, los manzanilleros Keyler Tamayo Blanco y Ever Casí Pereira, coinciden en que cuando les anunciaron que venían para Pinar se pusieron contentos, pero la satisfacción del deber cumplido los ha alegrado más aún.
Keyler todavía se impresiona con tanta vivienda que hay por hacer, en tanto Ever asegura que dejaron La Coloma como un pueblo nuevo.
“Y ahora estamos aquí, las maestras nos han ayudado muchísimo, y vamos a estar hasta que terminemos”, apunta Ever.
De aquí para allá, sin estarse quieto va Darián Reyes Carpio, quien a sus 19 años lleva 17 meses en el SMA, y dice que por el occidente solo había llegado hasta Soroa.
“Un grupo se quedó en la ciudad y a nosotros nos tocó esta tarea. Estamos trabajando en las escuelas; quitamos el techo viejo, donde quedó algo y ponemos el nuevo, resanamos si hay algo roto y pintamos. Somos siete, primero se sube el techo, los demás van adelantando en la otra escuela, y nosotros tres pintamos. En un día lo hemos pintado casi todo”.
Y la escuela lleva un azul claro, con el rostro de la Capitana de Bahía Honda dibujado en la pared del frente. La brigada Martha Machado asume la reparación de los centros escolares de esta localidad y tiene en los muchachos de las FAR un sostén excepcional.
Más de 600 hombres de las Fuerzas Armadas Revolucionarias han apoyado las tareas de recuperación en la provincia, organizados en diferentes agrupaciones.
Su orden, disciplina y compromiso hacen que el rostro de Pinar cambie, poco a poco, tras el desastre.