Las manos, miradas de cerca, cuentan la historia de cualquier hombre, sus sacrificios, su profesión. Las de Narciso son manos gastadas, marcadas por los surcos en cada aspereza de sus palmas, una siembra tras otra. Narciso es dueño de tierras y obrero, próspero y humilde a la vez, porque dedica sus días al delicado arte de cultivar, no solo para sí mismo sino para otros.
En las labores agrícolas se inició hace 18 años, cuando ya era un hombre de vocación formada y trabajo estable como operario de equipos estacionarios en la Empresa de Acueducto y Alcantarillado. En sus días alternos, colaboraba con otros campesinos de la zona para obtener algunas ganancias extra, hasta que en 2002 decidió convertirse en usufructuario de cinco caballerías de tierra que dedica, desde entonces, a cultivos varios.
SEMILLAS, LA LABOR DE MULTIPLICAR VIDA
“La especialidad de la finca es la producción de arroz, frijoles y tomate, en gran mayoría destinados a la obtención de semillas y el resto al autoabastecimiento municipal. En menor medida, producimos para el turismo, lo que nos sitúa como buenos clientes de las empresas Cubaquivir y Frutas Selectas”, afirmó Narciso.
La pasada campaña se sembraron en sus tierras 25 variedades de cultivos, todas con base en las semillas provenientes de institutos nacionales y con destino marcado de las producciones para la multiplicación de especies mejor adaptadas a las condiciones del clima y los suelos en Cuba, una oportunidad para fomentar desde la experiencia y la ciencia, el aumento de los rendimientos agrícolas en tiempos en que producir más representa la subsistencia del país.
En 2019, el aporte total de la finca a la Empresa de Semillas fue de 230 toneladas de arroz y 170 de tomate, este último en el que han incursionado con nuevas variedades.
APUESTA PARA COSECHAR TOMATE TODO EL AÑO
Narciso rota cultivos para mantener la tierra productiva, alimentar a los animales y aprovechar las ventajas de tener un sistema de regadío propio y electrificado; además de los beneficios que tiene la finca al estar ubicada en las cercanías de un canal.
Recientemente se le asignó, por los resultados de las campañas anteriores, una casa de postura que se apresta a construir para cultivar una variedad de tomate nacional, llamado caribeño.
“Este año lo sembramos y mostró un buen comportamiento en cuanto a rendimientos, por eso decidimos probar cuánta calidad y resistencia a las variables del clima puede tener este tomate. La idea final es cultivar en verano, teniendo en cuenta la fortaleza de la planta. Si lo logramos, tendremos esta variedad disponible para la alimentación durante todo el año. Con la obtención de suficiente semilla de calidad, podremos también extender la experiencia al resto de los socios de la cooperativa”, afirmó.
Quizás el mérito mayor de Narciso no sea la producción, sino su voluntad de compartir la experiencia y multiplicarla entre sus pares campesinos, porque sabe que la garantía de producir viene desde la propia simiente.
OTROS LOGROS, MÁS APORTES
Además de los cultivos que caracterizan a la finca, su dueño ha decidido también, en respuesta a la demanda del país, sembrar 13 hectáreas de maíz para semilla, alimentación animal y en una cantidad más pequeña, suplir la demanda de la población en los mercados agropecuarios estatales.
Por otra parte, el acopio de aproximadamente 130 litros de leche diarios responde al compromiso individual y de la cooperativa para aportar a la industria. “Hace ya algún tiempo, nos entregaron un ordeño mecanizado, que ha facilitado el trabajo con los animales, la óptima extracción de la leche con más inocuidad y el cuidado de las vacas”, dijo.
Narciso ha empleado su ingenio y el de los obreros que lo asisten en cada campaña, para crear las condiciones de trabajo que se necesitan en la preparación de tierras, la siembra y la cosecha de cada uno de sus cultivos.
“Tenemos un tractor, bombas de fumigación y bombeo; pero sobre todo nos favorece mucho el riego eléctrico que mantiene irrigados los suelos”, comentó.
En la familia, él y su hermano dedican los días al campo, ambos creen que la experiencia de cada día al pie del surco es la mejor enseñanza que pudieran haber recibido. Este campesino agradece a la tierra lo que le ha proveído y cuida de ella.
No se fía de muchos para llevar la tarea de cultivar y gusta siempre de poner sus manos, su complemento, donde sabe que cosechará vida más adelante. Es su modo de saber útil para la familia y para su país.