Un joven llama a su amigo del preuniversitario; éste a otros dos y, en pleno sábado de confinamiento social, nasobuco bien ajustado y frasco de hipoclorito en la mochila, se reúnen temprano para una tarea concreta con un claro destino: hacer máscaras protectoras contra el coronavirus para trabajadores de la Salud.
El estudio DiArt fue el centro de operaciones animados por su coordinador, el arquitecto y artista de las artes aplicadas Yosbel Maestre Concepción, que, días antes, instaló la idea de cómo ser útil en los actuales momentos de pandemia que vive el país. Comenzó así un proceso creativo entre cuatro veinteañeros que, muy rápido, se percataron de que la fuerza de la voluntad supera a la escasez de insumos y a la falta de experiencia en el oficio.
De la idea colectiva, y con la premura del tiempo que corre y expone a nuevos seres humanos a la epidemia, fecundan las primeras máscaras. Láminas plásticas (micas de plasticar), fibras de policloruro de vinilo (PVC) de tres milímetros, esponjas para acolchonar la frente y cintas de poliéster para ajustarlas a la cabeza. Tras ellas, una cadena de producción en serie se activa y muchas otras, hasta llegar a 150 piezas, se terminan en una fructífera jornada de ocho horas, en los días en que el trabajo y la presión social no son palabras claves de la vida cotidiana.
Con el agradecimiento a quienes se enfrentan diario al riesgo, los muchachos quisieron acuñar, mediante logotipos impresos, el por quién y para quién de su esfuerzo. “Es por Cuba y para quienes están, desde los hospitales, cerca de los pacientes y sospechosos de la COVID-19”, afirmó el artífice de esta iniciativa.
A esta altura, ya es acto consumado. En presencia de autoridades de las entidades de Salud Públicas y funcionarios del Partido, se han hecho entrega de las máscaras en los hospitales Abel Santamaría y León Cuervo Rubio. Como noticia, circulan por las redes sociales, como vivencia, les queda el regocijo de haber dado una contribución, aunque humilde, a la lucha cubana contra la pandemia.
DiArt, cita en Martí y Hermanos Saíz de la capital pinareña, es la sede del grupo de creación del mismo nombre, perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Culturales. Su membresía está integrada por Ebenescer Ballart, Reinaldo Uriarte y por Bárbara Victoria Crespo Márquez y Yosbel, pareja de jóvenes cuyo tiempo se acorta, incluso en el confinamiento, desde este enero en que experimentan, por primera vez, la tensión y el disfrute de ser padres.
Este gesto es uno más de los que visibilizan la solidaridad de los cubanos de San Antonio a Maisí. Su alcance, en cuanto a cantidad de productos, estuvo marcada por la limitación actual con los recursos materiales. En el ánimo de Yosbel, y sus viejos amigos del pre y de la vida que lo apoyaron en este empeño, está el deseo de que todo pase, de que las máscaras no tengan que usarse, de que mañana se controle la propagación del virus.
Si no corremos con tal suerte, otros sábados, lunes, miércoles o domingos, volverá a activarse el equipo para producir salud, con las propias manos. Entretanto, la pequeña Isabel, con apenas tres meses, comienza a vivir la humanidad desde su casa.