Todos en Sandino conocen a Tita, no solo por haber llevado las riendas de Cultura en el territorio por más de 20 años, sino por la devoción martiana que imprime en todo lo que se propone, por el empuje en echar adelante proyectos sociales y por el trabajo con los «pinos nuevos».
“Llegué a este municipio el cuatro de septiembre de 1964, pues trabajaba como profesora de la Escuela Nacional de Guías de Pionero, en el kilómetro cuatro y medio de la carretera a Soroa. Un día, a la tres de la tarde, llegaron al centro unos funcionarios con la indicación de recogerme.
“Me montaron en un ‘Volga’, y sin saber para dónde iba, les pregunté si podía pasar por mi casa en Boca de Galafre, para al menos explicarle a mi familia. La única respuesta que obtuve fue ‘los revolucionarios no preguntan para dónde van’”.
En aquella época Tita tenía 17 años y la trasladaron hacia un centro educativo donde estaban alumnos con problemas de conducta de todo el país. “Aquella escuela la fundó en Sandino el entonces ministro de Educación, José Llanusa Gobel, con el objetivo de reducarlos e incentivar en ellos un comportamiento adecuado y prepararlos como atletas.
“Aquellos muchachos se convirtieron en mi familia adoptiva, pues a la de sangre casi tuve que renunciar. Hoy sufro las noticias del fallecimiento de algunos de mis antiguos alumnos como el boxeador Roberto Valiente”, agrega con lágrimas en los ojos.
Ella y Jesús Guerra eran los únicos pinareños de aquel centro. A partir de aquel momento Tita se percató cuán beneficioso podía ser trabajar con las nuevas generaciones, siempre que se logre llegarles a lo más profundo de las personas. “A mí nadie me toca a un joven”.
Con solo 18 años la hicieron militante del Partido Comunista de Cuba. Los resultados en su desempeño la llevaron a transitar por diferentes centros educacionales del municipio, tales como un internado para los hijos de los citricultores de la zona que, por orden del Comandante Julio Camacho Aguilera, dirigió aún siendo joven e inexperta. Posteriormente laboró en la escuela Nguyen Van Troi desde 1967 hasta 1978.
“Durante el curso 1978-1979 hubo un problema político en el seminternado Capitán San Luis, de Guane, y querían que fuera a solucionarlo. Dije ‘yo voy, pero con una condición: si encamino la escuela me liberan para otra enseñanza’, estuvieron de acuerdo y lo ubiqué en el primer lugar de la provincia.
“Después trabajé en la secundaria básica en el campo Rafael Ferro y dirigí la brigada XX Aniversario de Instructores de Arte hasta 1991. Ese año asumí el cargo de directora municipal de Cultura hasta el 2013 cuando decidí jubilarme”, cuenta.
RENACER A LA TERCERA EDAD
“Cuando decidí dejar mis responsabilidades en Cultura, me di cuenta que mi temperamento no daba para quedarme en la casa sin hacer nada, así que me dediqué a crear un espacio para promocionar el estudio de la figura de José Martí mediante un grupo de actividades vinculadas con su vida y obra”.
Así surgió Renacer, un proyecto que a través de acciones culturales, políticas y deportivas elevara la autoestima de un grupo de abuelos. “Pasé trabajo para que me lo aprobaran, pero yo soy guerrillera. Pedí un despacho con la Asamblea Provincial del Poder Popular en busca del autorizo y al final lo logré”.
En la actualidad participan 68 abuelos, buena parte de ellos mujeres que hacen maravillas en la artesanía y la cocina. También cuentan con una representación de cada manifestación artística, hasta una tabla gimnástica y una pareja de baile que actualmente se prepara para una competencia de danzón. Eso sí, paseamos mucho, debatimos de todo, y especialmente la obra de Martí.
CON MARTÍ COMO BANDERA
“Soy martiana desde niña. Tuve la mala suerte de tener padre y madre y criarme sin ellos. Pero tuve un abuelo que antes de morir en el ’59, siendo muy chiquita yo, siempre me hablaba de Martí.
“Fíjate que yo misma me puse María Josefa Suárez Jiménez, solo los apellidos de mi abuelo. Él fue mi madre, mi padre, mi hermano, todo en mi vida, y gracias a él me refugié en el Apóstol, porque escribió para todos y para todos tiene una respuesta. Martí me tiene viva”.
Desde que empezaron los clubes martianos se involucró y decidió dedicarse a estudiar su obra. Hoy es la presidenta del Consejo Martiano de Sandino, el único municipio del país que ostenta el reconocimiento La utilidad de la virtud.
Durante todo el año, mes por mes, tienen un pretexto para llevar a Martí a distintos públicos y afianza el trabajo con el apoyo de los jóvenes, como le ha gustado siempre.
“Desde el mes de enero iniciamos las actividades que involucran desde el centro universitario municipal hasta los productores de carbón del territorio. Los carboneros nunca pensaron que Martí escribiera tantas cosas sobre su labor. Pero también vamos a las prisiones a trabajar con los jóvenes, dedicamos un mes a la tercera edad, otro a las mujeres creadoras, a la biblioteca, y así nos pasamos los 365 días del año haciendo actividades”.
¿Quiénes la acompañan en ese empeño?
“Tenemos clubes que integran miembros de la Brigada José Martí, jóvenes valiosos que son martianos por excelencia, o sea, no trabajamos la obra del Apóstol porque sí, sino porque de verdad hay un interés y un sentimiento en ello, incluso en la emisora territorial apoyamos varios programas dedicados a él.
Con orgullo habla de cómo Lazarito, autista y con problemas de retraso mental, se ha convertido en el principal impulsor de la obra martiana y del trabajo con los adolescentes del territorio.
“Él ha conseguido, con la manera particular que tiene de expresarse, de llegarle a los adolescentes de la enseñanza Secundaria, y es increíble ver cómo se suman a estudiar a Martí y a vincularlo con su quehacer cotidiano. Martí salvó a Lazarito y hoy es un gran conocedor de su obra, incluso hay intenciones de hacerle un documental”.
Los resultados de Tita en los concursos nacionales sobre Martí hablan por sí solos de su constancia y su fe en los pinos nuevos. Dedica las noches a escribir y a estudiar mucho, pues confiesa que con Martí no se termina.
“Estoy trabajando en un libro sobre todos los avatares que pasé cuando dirigía el sector de la Cultura, porque Abel Prieto, con quien comparto una gran amistad, me sugirió que escribiera sobre eso. Con él consultó todo.
“A diferencia de lo que piensan y dicen algunos, no busco protagonismo, no lo necesito. Solo soy martiana y no me quedo callada ante lo mal hecho. Me enfrenté sola a un problema de indisciplina social en el municipio y lo resolví a fuerza de ideas, usando a Martí.
“Aquí había una situación con un grupo de jóvenes desvinculados que era objeto de quejas en el núcleo del Partido y un día dije ‘se acabaron las quejas, vamos a hacer algo’. Y empecé por el hijo de un militante, que era de los que mostraba mayores problemas.
“Me hice de un grupo multidisciplinario que incluía a educadores prestigiosos, ejemplares, y comenzamos. Puse a trabajar a todos esos jóvenes, lo primero que hicimos fue poner bloques y en una semana construimos la vivienda de un caso social del territorio. Después, cada uno se vinculó laboralmente.
“Mi mayor orgullo es que en la actualidad, muchos de ellos son los mejores trabajadores de sus centros. Pero además me cuidan, me quieren y me respetan, confían en mí”.
Tita vive lejos de sus dos hijos, pero en su pequeño apartamento no hay espacio para la soledad, pues esos jóvenes que ha formado la visitan constantemente y la quieren como a una madre.
“Nunca estoy sola. He dedicado mi existencia a trabajar con jóvenes y siempre he demostrado lo que se puede lograr con ellos. Las nuevas generaciones y Martí colman mis días. Esa es la vida de Tita”.