En el consejo popular Los Portales, en Guane, un poco más allá de la fábrica que ha hecho famoso el lugar, se encuentra, a la orilla de la carretera, la escuela primaria rural Antonio Sánchez Díaz.
Sus aulas, espaciosas e iluminadas, frescas con esa brisa que solo se respira en el campo, acogía hasta hace poco 59 niños. A pesar de que la COVID-19 se ensañó por estos parajes, los muchachos vieron teleclases y de vez en vez, cuando se podía, las maestras llegaron hasta la cerca de cada casa para revisar cuánto se hacía y aprendía frente a la tv.
Miguel Alejandro Pimentel Hernández, Melany Blanco Pérez, las jimaguas Karen y Katerine Álvarez Linares y Yiliannis Quesada Carrillo, culminaron aquí sus estudios de sexto grado hace apenas una semana.
Miguel quiere ser campesino como su papá que siembra boniatos, yuca, malanga; irse a la vega es lo que más disfruta, aunque sabe que será un mejor trabajador si estudia primero. Melany tiene las paredes de su casa llenas de dibujos, con uno de ellos hasta ganó el concurso por el Día de la Ciencia Cubana, mientras Yiliannis advierte que las maestras son exigentes y rigurosas.
Katerine quiere ser doctora y Karen está segura de que lo que más iba a extrañar cuando llegara esta fecha, sería a sus amigos del aula.
La maestra de sexto grado Yaumaily Díaz, el Guía Base y maestro de quinto grado Eliomar Álvarez, la jefa de ciclo Diojana Campo, y la directora Madelín Vázquez hablan de todo el trabajo que se hizo durante la pandemia y los días posteriores que han llegado con la Nueva Normalidad.
“No nos preocupa ni el cierre del curso, ni la apertura”, dijo la directora, adaptada como está con más de 30 años de experiencia, a lidiar con momentos difíciles, y más cuando dispone del apoyo de un claustro completo, que dedica horas y horas a su preparación metodológica.
Aún con las huellas de la pandemia, la “Antonio Sánchez Díaz”, desarrolló todos los procesos pioneriles, sus muchachos hicieron el cambio de atributo e ingresaron los más pequeños a la organización de Pioneros José Martí y al movimiento de pioneros exploradores.
En el jardín, Belinda, una niña de la primera infancia, nos regala una canción y en el aula, con el guía base al frente, los muchachos demuestran sus habilidades para el baile.
Mas esta no es una excepción. Enmarcados en el tercer perfeccionamiento y con las nuevas formas de trabajo bien sujetas de la mano, usar las redes y potenciar las clases abiertas e interactivas, puede ser el camino para una mejor educación.
Guane tiene 34 escuelas primarias, dos centros mixtos, tres secundarias, un IPU, dos centros politécnicos, un centro unificado y una escuela especial y todas, absolutamente todas, mantuvieron una labor rigurosa y redoblaron esfuerzos en aras de garantizar el aprendizaje, aseguró Ana Raquel Corrales, jefa del departamento de inspección de la Dirección Municipal de Educación.
El sistema educacional en este territorio parece no tener barreras más allá de las que imponen las limitaciones de recursos.
Cuando se sigue camino y se recorren otros tantos kilómetros se deja atrás el poblado de Tenerías. Entonces la escuela Leonor Pérez Cabrera abre sus puertas en medio de la localidad de Punta de la Sierra.
No habría mejor homenaje al Apóstol que este: una institución educativa que, con más de 100 estudiantes en su seno y otros 30 docentes, vea en cada alumno un pedazo de futuro.
José Serrano Blanco va al frente, es su director desde hace cuatro años y sabe pequeño por pequeño, cuál trajo más dificultades del hogar.
Por eso nos conduce hasta el aula de la maestra Ana Ivis Poncianos Llanes a quien le late el corazón cuando escucha que sus pequeños, esos que el próximo lunes empezarán segundo grado, ya saben leer a viva voz y cada una de las letras.
“Me emociono cuando veo que pueden hacer oraciones completas a partir de una lámina. Han sido tiempos muy difíciles, y los que estaban un poquito más atrás, ya hoy se llevan su primera estrella”, expresó hinchada de alegría.
Por el aula da vueltas el joven Orisbel Naites Blanco, un muchacho egresado de la escuela pedagógica y que hoy enseña y aprende en la “Leonor Pérez Cabrera”.
Antony Oliver Valle y Odaiby Ledesma Naites permanecen en sus asientos; saben de Matemáticas y Lengua Española porque ven en cada clase una fiesta, un regocijo después de tantos meses luchando por concluir un curso escolar que se tornaba a ratos huidizo.
La próxima semana empezarán también los alumnos de primaria su nuevo año. Un desafío para aquellos que aún llevan algún contenido por vencer o sistematizar. Volver a las aulas es siempre júbilo y compromiso.
Que marzo sea un septiembre más seguro, más protegido y más feliz, es de por sí la primera de las victorias.