En la residencia estudiantil de la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca permanecen 56 alumnos de diferentes nacionalidades, instalación donde se adoptan todas las medidas para evitar el contagio con la COVID-19.
Neves Joaquim Antonio Guimene, uno de los estudiantes que se encuentra en el centro, nunca imaginó que le tocaría experimentar una situación tan difícil como la pandemia del nuevo coronavirus, separado de su familia, reporta el periódico Juventud Rebelde.
Ahora añora el abrazo de su madre, la camaradería de su hermano y las frases de optimismo que en momentos como este le hacen sentir que todo estará bien.
Sin embargo, gracias a las facilidades de las nuevas tecnologías, Neves puede comunicarse diariamente con su madre en Angola, y con su hermano, que estudia Sociología en la Universidad de La Habana.
Es un poquito difícil y preocupante, mi mamá se mantiene llamándome, preguntando cómo estoy, si me estoy cuidando, de lo contrario, yo la llamo a ella, afirmó.
Además me mantengo al tanto de la situación en mi país, el número de casos, las medidas que se adoptan y, por supuesto, alentando a mi familia a que las cumplan, confirmó este joven de 24 años que estudia Ingeniería en Telecomunicaciones en la casa de altos estudios de Vueltabajo.
Por suerte la Universidad nos habilitó la Internet y eso nos permite mantenernos comunicados constantemente, señaló.
Nosotros permanecemos en la beca, en nuestros cuartos, para cumplir con el distanciamiento social y protegernos, antes de ir al comedor nos lavamos bien las manos con jabón y agua con cloro, tratamos de tener la menor interacción posible entre nosotros mismos y de manera general nos sentimos agradecidos porque todos los trabajadores se esfuerzan por cuidarnos, comentó.
Afirmó que el mensaje para sus compañeros en otras provincias es que hay que cumplir con todas las medidas y hacerles caso a las autoridades, porque de esta manera contribuyen a evitar la propagación de la enfermedad.
Luego de casi seis años en Pinar del Río, Antonio Guimene se considera un cubano más, quizás por ello, a pesar de la lejanía con su familia se siente protegido, destaca el diario.
Por su parte el congolés Jonathan Makaya expresó que “toda esta situación asusta, es cierto, pero yo me siento muy seguro aquí en la escuela, en medio de gente que nos quiere y nos cuida”.
Realmente no tengo quejas; todos los trabajadores están en función nuestra, pendientes de nosotros, y como se dice en buen cubano están “pinchando” duro para mantenernos a salvo”, afirmó el joven que dentro de poco se graduará también como Ingeniero en Telecomunicaciones.
Según Julia Rosa Fuegos Valdés, enfermera de la institución, lo principal son las pesquisas, por ello diariamente visitan a los muchachos, acuden a sus cuartos preguntándoles cómo se sienten, si tienen algún síntoma y recordándoles las medidas que deben adoptar para garantizar su salud.
También insistimos en cómo deben mantener la limpieza en sus habitaciones, en las mesas, sillas, camas, en sus artículos personales; nos mantenemos en constante vínculo con ellos y estamos abiertos a responder con inmediatez cualquiera de sus preocupaciones, añadió.