Desde hace un tiempo, las mayores insatisfacciones de los clientes, al dirigirse a los establecimientos privados, giraban en torno a la negativa de estos a recibir billetes de baja denominación.
Hoy, ni siquiera puede un usuario contar con mínimas cantidades de efectivo para efectuar las compras básicas que necesita para vivir, pues ya sabemos los motivos por los que acceder a un cajero para extraer dinero se convierte en una verdadera tragedia.
Es entonces cuando te das cuenta de que el empleo del pago en línea deja de ser una moda o una práctica internacional y se convierte en una necesidad. Y no es que deba ser obligatorio para todos ni nada parecido, pero muchas veces es la única manera de “resolver”.
El proceso de bancarización, iniciado en el país, debería tener más beneficios que descontento, pues en su concepción lleva implícito mayor transparencia en las operaciones financieras, el incremento del control fiscal, la disminución de la circulación de efectivo, el ahorro de divisa para la impresión de papel moneda, posibilidad de bonificaciones, descuentos…
Pero, ¿tenemos siempre acceso a esos beneficios? ¿Se cumplen todos los requisitos establecidos para quienes brindan el servicio? ¿Cuántas veces no ha preguntado en un comercio (estatal o privado) si puede pagar en línea y recibe un “no” por respuesta? ¿Revisa usted en su estado de cuenta si ha recibido algún descuento? ¿Por qué transferir el dinero a una tarjeta y no hacerlo por un código QR previamente contratado?
Lo mismo en tiendas estatales como en negocios privados, las justificaciones y argumentos sobran, y sí, es cierto que la mala calidad de la conexión en la red dificulta muchas veces las transacciones, pero no en todos los casos ocurre lo mismo. Lo que a veces se establece en un momento de coyuntura, luego perdura por años y, al final, se queda. Eso también lo sabemos.
La Resolución 93 de 2023 del Ministerio de Comercio Interior (Mincin). establece como requisito, a los establecimientos comerciales, poseer las facilidades de pago por las pasarelas electrónicas o terminales de punto de venta (TPV) para la comercialización de bienes y prestación de servicios al consumidor, y de no ser así, incurre en una violación que trae consigo desde multas hasta la suspensión de la actividad que realizan.
Asimismo, en el artículo ocho de la Resolución 111 de 2023 del Banco Central de Cuba, se garantiza a los clientes el acceso y uso de los canales electrónicos de pago para la adquisición de bienes y servicios, y son sujetos a esta resolución empresas estatales, organizaciones superiores de dirección empresarial, unidades presupuestadas, cooperativas no agropecuarias…
Pero ese código QR, que muchas veces no nos muestran, tiene que estar asociado a una cuenta bancaria fiscal en caso de los trabajadores por cuenta propia o a la cuenta bancaria de la mipyme, de la empresa, la cooperativa, según corresponda, no a una cuenta corriente, ya que eso implicaría un delito de evasión fiscal.
Desde el pasado 29 de enero, el Banco Nacional de Cuba informó cambios en la bonificación a los pagos electrónicos, con el objetivo de incentivar el uso de las diferentes pasarelas digitales. De acuerdo con la nota, la bonificación del seis por ciento se prevé hacerla extensiva a la red de comercio minorista mediante el uso de Enzona, Transfermóvil y las terminales de puntos de venta (TPV). Además, los pagos en línea superiores a 3 500 CUP serán bonificados con un monto fijo de 210 CUP.
Si bien es cierto que la bancarización ha provocado opiniones divididas en la población, el comercio electrónico trae disímiles bondades que, lamentablemente, el cliente no puede aprovechar, y no solo por problemas de conectividad, sino por la mala gestión de quienes están en la obligación de brindar el servicio.
Existen muchas maneras de violar los derechos de un consumidor, incluso, cuando este los desconoce o no sabe cómo exigirlo. No basta a veces con una sonrisa y un buen trato, se trata también de respetar el sacrificio y el sudor ajeno.
No solo es cuestión de que las entidades de Comercio o los inspectores hagan un mejor trabajo de enfrentamiento a cuestiones de este tipo, que, aunque muchos no lo vean así, son ilegales. Es tarea de todos exigir lo que a cada cual corresponde, porque al final es el bolsillo del ciudadano común el que queda cada vez más vacío.
La bancarización y el comercio electrónico son fenómenos mundiales. En Cuba aún son una novedad difícil de asimilar y de comprender por muchos. A eso se suman los problemas de conectividad y de acceso a la tecnología, más la resistencia de algunas partes a aceptar dinero digital.
El camino podrá ser lento y hasta pedregoso en medio de las condiciones actuales de la economía cubana, pero será peor aún si normalizamos lo mal hecho y no hacemos nada por cambiarlo.