A sus primeros cinco años de vida, en la zona conocida como el reparto del Lazareto, en la ciudad de Pinar del Río, se remonta la certeza de que quería ser médico.
Para Luis Enrique García Hurquijo, más que una profesión es una pasión que tardó en materializar, primero estudió Enfermería, luego se especializó en cuidados intensivos. Mediante exámenes de concurso, por prueba de ingreso, fue que accedió a la carrera de Medicina; esa llegada tardía le costó una renuncia: Neurocirugía, y aunque tuvo la posibilidad, la declinó para dejarla en manos de alguien más joven.
Aprendió desde pequeño a compartir, como tercero de una prole de cuatro hermanos; ellos, sus padres, la esposa y tres hijos, por quienes no disimula el orgullo, conforman la familia que le brinda apoyo para desdoblarse y cumplir con las distintas responsabilidades laborales y sociales que carga sobre sus hombros.
EL OFICIAL
Una estrella al centro en la parte frontal de la gorra y en las respetivas puntas del cuello de la camisa verde aceituna confirman su grado de Mayor de las fuerzas del Ministerio del Interior (Minint), cuerpo al que pertenece en su condición de galeno y donde se desempeña como director provincial del policlínico para reclusos.
Asumió estas funciones hace cuatro años, anteriormente fungía como supervisor de los servicios de Salud en media docena de campamentos abiertos del sistema penitenciario.
Reconoce que es una población con ciertas peculiaridades, pero para ellos son solo pacientes que necesitan atención por las diferentes patologías que presentan y disfrutar del bienestar físico y mental que propicia estar saludable, acota que para ello no se escatiman esfuerzos ni recursos en una labor conjunta entre el Minint y el Ministerio de Salud Pública (Minsap).
Destaca que durante el enfrentamiento a la pandemia lograron darle el seguimiento adecuado tanto a los combatientes como a los reclutas y reclusos que enfermaron, brindándoles la asistencia médica requerida.
Un mérito que no solo concede a los trabajadores sanitarios, sino que también involucra a todo el personal que labora en los centros penitenciarios, pues sin su apoyo no hubiese sido posible.
Con la misma satisfacción que habla del ejercicio de la profesión como médico se refiere al honor que representa para él formar parte del Minint, y aunque podría pensionarse como miembro de esta fuerza, es algo que no está en sus planes, ya que asegura que mientras tenga capacidades físicas e intelectuales piensa seguir en activo y añade: “Espero que sean muchos años más, pues tengo 53, no padezco de nada y me siento bien. Ha sido una escuela de disciplina y organización”.
El disfrute por lo que hace mitiga el cansancio por las extendidas jornadas de trabajo; habitualmente sobre las 6 y 30 de la mañana ya se encuentra en el policlínico y la hora de retorno la impone el ritmo de cada día, las condiciones y las circunstancias.
Cuando llega a casa, además de algún que otro paciente que le aguarda, García Hurquijo tiene ante sí otra labor, sin pago alguno por ella, la de delegado de la circunscripción 14 del consejo popular Capitán San Luis.
EL DELEGADO
Lleva en ejercicio solo un mandato; la demarcación cuenta con 1 084 habitantes y agradece que para el cumplimiento de sus funciones ha contado con el respaldo de los dirigentes de base de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el núcleo zonal del Partido y la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC).
A diferencia de otros delegados que estuvieron liberados solo para atender en sus zonas los problemas relacionados con el enfrentamiento a la COVID-19, él siguió trabajando, por eso el acompañamiento ha sido imprescindible.
Habla sobre la importancia de dialogar con las personas, siempre con respeto, analizar sus situaciones y canalizarlas; explicarles que tal vez la respuesta no es la que quieran, incluso las soluciones a veces no son las deseadas, pero son las posibles y eso expuesto con claridad es comprensible.
También asumen labores de embellecimiento y el seguimiento a los enfermos. Al momento de realizar esta entrevista contaban con un caso activo nada más, pero de conjunto con los dos consultorios del médico de la familia ubicados en la demarcación mantienen la vigilancia y prevención para contribuir a mantener el control de los índices de contagio.
Dice que ha sido un mandato muy difícil, por los cambios que provocó la pandemia en las múltiples facetas de la vida, a todos los niveles, desde el social hasta el familiar y que a pesar de las limitaciones existentes siente que esa es otra forma de aportar su granito de arena; como médico asegura que no hay satisfacción mayor que aliviar a cualquier persona aquejada de una dolencia y el delegado hace eso mismo, lo que de otra manera.
Ya se prepara para el próximo proceso de rendición de cuenta a sus 803 electores. Resalta que en su trabajo hay comprensión hacia este encargo social y cuenta con la comprensión necesaria para poder dedicarle tiempo.
LA FAMILIA
“Si no tuviese una familia como la que tengo, no hubiera podido asumir lo que hago, me apoyan en todo, son conscientes de mi misión como médico, combatiente del Minint y delegado”.
De sus tres descendientes no tiene quejas: el mayor, fruto del primer matrimonio integra la nómina del equipo de béisbol de la provincia, Enrique García, y culminó sus estudios como licenciado en Cultura Física; la hembra cursa el duodécimo grado y se inclina hacia la Medicina; el menor está en onceno, aún no define su vocación, pero parece que será hacia otros derroteros, probablemente por los caminos del arte.
Este hombre de hablar fluido, refiere que un médico no se jubila ni tampoco un combatiente y que lo de delegado lo decidirán sus vecinos, pero que Cuba tiene en él a alguien que mientras pueda, estará a su servicio.