Vamos camino a la fase endémica. Aprender a convivir con el acecho de la enfermedad es ya un reto. La realidad, como la conocíamos, será solo un recuerdo o quizás un anhelo.
La COVID-19 deja un saldo negativo a su paso que se traduce en pérdida, aislamiento, incertidumbre, miedo… y así sobrarían sustantivos.
Sin embargo, nosotros, cubanos al fin, le hemos sacado algo positivo. No, no es una locura pensar así. Se ha demostrado que ante tal adversidad afloran valores humanos que por alguna razón se mantenían recluidos en algún lugar.
Igualmente hemos dado rienda suelta al ingenio y la creatividad. Ejemplos hay muchos, se publican a diario en las redes y en las páginas de este periódico.
Se ha demostrado que el teletrabajo es efectivo. Sobre todo si la tecnología pone su indispensable granito de arena. La dinámica creada en muchos centros da fe de que se puede organizar y planificar la labor, incluso mejor que antes.
Los nuevos mecanismos instaurados para hacer frente a una pandemia deberían mantenerse y no solo me refiero al teletrabajo.
La atención y el cuidado a los adultos mayores, desde todas las aristas, es sinónimo de sensibilidad, altruismo, amor, ese que ellos necesitan ahora más que nunca.
Iniciativas como llevarles los medicamentos al hogar, y así evitarles largas colas que por demás se tornan incómodas al sol o de pie, pudiera ser una tarea que perdure más allá de los tiempos de COVID-19.
Sería válido, y me atrevo a hablar en nombre de la mayoría de la población, mantener los servicios a domicilio de restaurantes, paladares y establecimientos gastronómicos que, amén de las dificultades, la gente agradece sobremanera.
Igualmente sería ideal que la tienda virtual continúe con el impulso que tomó en las últimas semanas y aunque no sea posible aumentar las ofertas como quisiéramos, al menos las entregas de los productos existentes se realicen en el tiempo establecido.
Son pasos incipientes en plataformas a las que no estábamos acostumbrados. Perfeccionar su funcionamiento en el camino debe ser prioridad para las entidades correspondientes.
Las transacciones y pagos virtuales funcionan en todo el mundo y, aunque resulte difícil para una población tan envejecida como la nuestra adaptarse a esa avalancha de tecnología, en tiempos como estos constituye un mecanismo para economizar recursos y esfuerzos en varios sentidos.
La realidad que se avecina no será la misma, nosotros tampoco. Pero cuando todo pase, lo mejor será mirar hacia atrás y darnos cuenta de que aprendimos la lección y de que podemos ser mejores seres humanos, amigos, padres, hijos.
No hay que esperar a que vengan momentos difíciles para crear, producir, para hacer gala de nuestro ingenio. Hagamos que las cosas buenas logradas hayan llegado para quedarse. La nueva realidad necesita de mejores cubanos.