Aunque él siempre fue héroe, el mejor título honorífico lo pusieron en su pecho en el año 2006, un poquito más a la derecha, porque su corazón cuatro meses antes había sido operado en una riesgosa cirugía que, de no ser por la habilidad de cirujanos cubanos, quizás ahí hubiera concluido esta historia.
¡Pero no!, un corazón tan fuerte, no podía fallarle a sus amigos y al país, que a la vez agradece a la lejana Italia que nos mandó los ancestros de gente como él y a Augusto Coro Garófalo, el otro Héroe del Trabajo del municipio Minas de Matahambre.
En Minas tengo dos amigos: Rafy, Rafael Padrón, que se dedica a otras cosas importantes en La Habana, y este, el Héroe Rafael Amalfi Camaño, que desde el 16 de noviembre de 1949 empezó a escribir en la historia del terruño y ha ido más allá.
Con honestidad no podría continuar si no menciono a su padre Rafael Amalfi González “Felín” (fallecido) y a Zoila Camaño Alfaro, su mamá que con 90 años disfruta la vejez en nuestro reparto Hermanos Cruz. Indudablemente, ellos le inculcaron ese espíritu de respeto, lucha y trabajo.
El segundo paso es saldar el comentario inicial. Su bisabuelo aspiraba ser cura, al terminar los estudios religiosos en Italia lo llevaron a un recorrido de dos años por el mundo; vino a Cuba y se enamoró, le dijo a la novia que si lo esperaba y ella asintió. Regresó a su país, colgó los hábitos, lo desheredaron, y formó una bella familia con la muchacha de Viñales. Luego, su abuelo paterno, Rafael Amalfi Rivera, soldador como su padre Felín, amplió la prole hasta nuestros días.
NO SE NACE HÉROE, PERO SE APRENDE DESDE CHICO
Con el rompecabezas de su vida en mis manos, trato de contarles el origen de su heroicidad laboral: con 11 años lo encuentro alfabetizador popular, con su merecida medalla; pero también lo descubro 20 veces Vanguardia Nacional del Sindicato Químico Minero Energético, seis Vanguardia Nacional de la ANIR, dos medallas Destacado nacional de la ANIR y una Jesús Menéndez, René Ramos Latour y Abel Santamaría.
Cuando doblo la hoja hallo además medallas Hazaña laboral, 40 Aniversario de las FAR, sellos por los 60 años de la CTC, los 80 del natalicio de Lázaro Peña, los 25 de la ANIR y el 8 de Octubre de la ANIR; y vuelven las medallas Lázaro Peña de III, II y I grados más el honroso pergamino del Título Honorífico Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
Pensé que su vida solo era estudio y trabajo, pero no. Cerquita estaba su trayectoria militar: primer teniente de la reserva, especialista en cañones 37 milímetros, jefe de armamento de un batallón de la milicia y del Comité Militar Municipal e integrante de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
Rafi siempre ha sido muy callado y serio; me pregunto, ¿cómo se las arregló para haber participado en misiones técnicas comerciales al extranjero? entre las que se enumeran ocho veces a la Unión Soviética y por una vez a España, Francia, la RFA, Checoslovaquia, la RDA y Bulgaria, aparte del XII Festival de la Juventud y los Estudiante en Moscú en condición de invitado por el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Eso anterior fue excepcional, porque su vida siempre terció por lo duro: cuatro zafras azucareras, tres como machetero y una en Camagüey, pero como operario de máquinas herramientas en un llamado para reparar los centrales para la zafra del ‘70, y también una cosecha de café, en las lomas de Cinco pesos.
LA EDUCACIÓN LO LLEVÓ HASTA AQUÍ
Todo ese andar desbrozó camino a la par con la educación, una historia muy linda pero muy larga para contar, aunque vale decir que cuando entró en la Secundaria, ya era mecanógrafo graduado y estudiaba taquigrafía.
Y para honra del tecnológico Primero de Mayo, su beca que lo formó en la especialidad de Mecánico de taller, más la ayuda de la Facultad Obrero Campesina en Santa Lucía, le abrieron las puertas a un curso introductorio para entrar a la Universidad de Pinar del Río en la especialidad de Ingeniería de minas, donde cursó las Ciencias básicas y en 1974 matriculó en la CUJAE, en La Habana, en la carrera de Ingeniería mecánica, que lo tituló como ingeniero mecánico en construcción de maquinaria.
En más de medio siglo ha sido profesor universitario, tutor de más de 12 tesis de la Facultad de Mecánica en la Universidad Hermanos Saiz y destacado innovador, empleado, especialista y cuadro de la Empresa Sulfometales en Santa Lucía.
Y es bueno aclarar que en los últimos 20 años ocupó responsabilidades administrativas desde jefe de mantenimiento, director de inversiones, director comercial, subdirector técnico productivo y, a partir del 2017, en la Empresa Geominera como especialista de mantenimiento y en confecciones de Proyectos.
Y todo eso lo ha alternado con su línea política en el Partido desde militante simple hasta ascender al Comité Provincial, y delegado a la Asamblea Provincial del Poder Popular durante tres legislaturas continuas: 15 años.
AÚN LE QUEDAN COSAS POR HACER
Dice que no ha pensado jubilarse, porque tiene mucho por hacer: la familia, formada con Silvia Dopico Díaz, licenciada en Primaria; sus dos hijos Rafael y Ranyel, ambos ingenieros mecánicos, el mayor en la Empresa Eléctrica como especialista de los grupos electrógenos y Ranyel en la empresa mixta Emincar, que entre ambos le han dado tres nietas, Liana (11 años), Leila (seis) y Laira (cuatro meses).
Su segunda pasión son las innovaciones, con muchos logros en las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) y posteriormente en la ANIR con resultados notables desde el municipio, a nivel de provincia, de ministerio y del país.
¡Ah, no le pregunté!, pero de joven practicó varios deportes: baloncesto, tenis de mesa, lucha libre y ajedrez, pero creo que sigue algunos.
Y ahora una anécdota: “Estaba previsto ponerme la medalla de Héroe del Trabajo de la República de Cuba el Primero de Mayo del 2006, pero a mediados del mes de abril fui ingresado en el Instituto Cardiovascular de La Habana, en la sala de terapia intensiva, con el propósito de hacerme una riesgosa operación a corazón abiertoy se realizaría el día 26.
“Pero sobre el 20, se aparece en la sala un funcionario del Sindicato Nacional, por cierto, amigo mío, que traía la misión de consultarme si yo quería que me pusieran la medalla allí en la cama. Y contesté: ‘¿ustedes piensan que yo me voy a morir en la operación para que no me vaya sin la medalla? ¡Pues no!, me voy a operar y voy a salir’.
“Cuatro meses después, en un acto en una de las empresas de la Química, me impusieron el título de Héroe del Trabajo de la República de Cuba… y mira ahí lo tengo”.