Muchas veces la vida nos pone frente a situaciones inesperadas para las que no tenemos resolutividad, o simplemente nos cambia toda la percepción acumulada hasta el momento.
Pero sin importar qué, el ser humano es capaz de milagros, de hacer frente a la desesperanza, a los azares, y sobre todo es capaz de salir adelante, de lograr victorias y de ser útil nuevamente.
Este es el caso de Miguel Betancourt, vecino del consejo popular de Entronque de Herradura en el municipio de Consolación del Sur, quien, a consecuencia de una enfermedad, perdió sus piernas y quedó con daños en sus manos.
El entorno de Miguel cambió de forma drástica, pero según sus propias palabras, las limitaciones físicas y motoras no le impiden mantener hoy su patio con cultivos para el sustento del hogar, y a aspirar a sembrar más tierras en una finca cercana a su hogar.
SOLO VOLUNTAD
Mucho antes de esta trampa de la vida, Miguel se desempeñaba como albañil y técnico de baterías automotrices y electricista, en cambio, hoy asegura con alegría que es un productor agrícola, una actividad que siempre le interesó.
“No dejo de ser ni albañil ni electricista, porque el saber y las profesiones nunca se pierden, pero ya ves, ahora estoy en algo que siempre quise hacer, pero que nunca intenté por falta de tiempo.
“Esto fue una cosa inesperada. Mientras trabajaba me dio un dolor. Estuve en coma durante ocho días y ya los médicos temían el peor de los escenarios. Mi familia me dice que en ese momento en todos los partes del equipo médico las noticias eran las de estar preparados para despedirse. Pero salí del coma y aquí estoy. Haciendo otra vez por mí y por mi familia”.
Miguel asegura que es de sangre caliente y de andar inquieto, y que jamás tuvo tiempo para acostumbrarse a andar sentado o remilgando. Asegura que siempre buscaba algo que hacer para no perder ni un día de trabajo.
“Nunca me acostumbré a perder tiempo. No me gusta estar sentado, necesito estar haciendo algo. Después de recuperarme, un día decidí no ser una carga más para mi familia, ni estar dentro de mi casa como un objeto. Fue entonces que me propuse sembrar mis cositas”.
A sus 66 años, Miguel afirma que, a pesar de amar la agricultura, nunca pensó dedicarse a las labores de la tierra. En cambio, sostiene que cada jornada en su patio es gratificante debido a que se sabe útil y necesario.
“A mi toda la vida me ha gustado la agricultura, lo que sucede es que no siempre podemos hacerlo todo, ni estar en muchas cosas a la vez. Uno se va decantando por algunas actividades sobre otras, y las oportunidades no siempre llegan como se quiere.
“Ahora comencé en esta actividad, dando pequeños pasos a la vez, pero con la vista puesta en el futuro y en lo que pretendo hacer. En este empeño, si el año próximo me acompañan la suerte y la salud, pienso incrementar mis cultivos, pues un amigo me va a ceder un espacio en su finca para poder sembrar más”.
Por el momento, Miguel se contenta con sus siembras de tomate, lechuga, ajo, cebolla, calabaza, plátano y otras variedades, las que mayormente utiliza en el autoconsumo del hogar y para apoyar al resto de su familia.
“Nunca he sido ni comerciante ni vendedor. Con esto te digo que en ocasiones vienen vecinos y amistades a buscar alguna de mis cosechas para la alimentación diaria, y yo con humildad se las regalo. Siempre trato de ayudar a todo el que me sea posible”.
SIN LÍMITES
Hasta la fecha, Miguel comenta que se siente fuerte. Y a pesar de faltarle los pies y dolerle las manos, como el mismo dice, no lo considera un impedimento para trabajar, producir y crecer como ser humano.
“La tierra me ha devuelto mis ganas, mis esperanzas, pero sobre todo mis deseos de servirle a los demás”.
Con tales aires, este gran hombre está a la espera de la aprobación de sus prótesis, pues el equipo médico aún analiza su solicitud.
“Me dicen que a mi edad es complejo ese proceso y no están seguros de sí tendría la fuerza suficiente para no rechazarlas. Comprendo que las prótesis son costosas y que el bloqueo nos impide acceder a componentes necesarios para fabricarlas. Entiendo además que otras personas más jóvenes también las necesitan, pero yo les digo a mis médicos que mi voluntad hoy está más fuerte que nunca.
“Incluso, personalmente fui para realizarme algunas pruebas y para demostrar que sí puedo volver a caminar.
Ellos se quedaron asombrados, porque demostré que tengo fuerza de sobra”.
Mientras espera dichas prótesis para poder trabajar mejor, más rápido y más cómodo, como dice, no se sienta a pensar y guataquea y escarba sus tierras.
Por otra parte, Miguel asevera que ser agricultor no le priva de renunciar a sus antiguas profesiones, aunque admite que estas últimas le roban demasiado tiempo y esfuerzo, y que le son ahora un tanto más trabajosas.
“No obstante a esta discapacidad, aún hago algunos trabajos de albañilería, lo que a menor escala. Donde pueda llegar lo hago. Tiro pisos, azulejeo, levanto muros pequeños y cosas como esas.
“Hoy creo que los límites son solo una excusa que el ser humano se pone a sí mismo. Tras quedar en esta situación me he dado cuenta de que las barreras solo existen en la mente de cada cual, y que están ahí para desafiarlas, para romperlas, para conquistarlas.
“Para mí todavía hoy no hay límites, todo está en proponerme algo y tratar de alcanzarlo por mucho que me cueste.
“Muchas personas tienen una situación como la mía, que la vida los puso a tomar la decisión de amilanarse o de seguir el camino. Yo les digo que se levanten y reinicien sus vidas, que comiencen nuevamente, que esta es una segunda oportunidad para proponerse metas nuevas y lograr otros empeños con los que no se soñaba nunca.
“Les digo que sigan mi ejemplo, pues la vida solo se acaba cuando cerramos los ojos”.