Los desfiles por el Primero de Mayo forman parte de las tradiciones cubanas, muchos de los que asistieron por primera vez a una de estas marchas llevados por sus padres, ahora van acompañados de sus descendientes, bastaría solo esa transmisión generacional para calificarla como tal.
Algunos tienen dudas sobre las razones para conmemorar la efeméride en medio de una crisis económica que se siente con rigor a nivel social, no somos la única nación que padece en ese orden las secuelas de dos años de pandemia, en nuestro caso, agravada por el bloqueo de Estados Unidos.
En este periodo hemos transitado por medidas de diverso grado de severidad en cuanto a limitación de movimientos, pero entre las primeras disposiciones estuvieron las garantías laborales, salariales, de seguridad y asistencia social; se adoptaron 36 para proteger no solo a los vinculados al sector estatal, también al privado.
Diseñadas con un amplio diapasón que cubría a las personas que por su edad o padecimientos crónicos resultaban más vulnerables, a las madres con hijos pequeños, contactos de positivos o sospechosos que debían guardar aislamiento y otras tantas tipicidades que harían muy extensa la lista.
No olvidemos que el teletrabajo o trabajo a distancia también fueron opciones disponibles para contribuir a evitar la propagación del virus y que un grupo de ciudadanos estuvieran menos expuestos.
Y ya que nos gusta tanto compararnos con el mundo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) confirma una contracción del empleo femenino, a nivel mundial, del cinco por ciento y del 8,7, en el caso de los jóvenes; las áreas geográficas que reportan mayor incremento del desempleo a consecuencia de la COVID-19, son justamente Latinoamérica y el Caribe.
La protección ofrecida en Cuba, incluso en el contexto de la Tarea Ordenamiento, asciende a millones de pesos, solo en Pinar del Río por ese concepto se erogaron 61 373 600 pesos a trabajadores del sector presupuestado.
Este desfile también es una manera de homenajear a hombres y mujeres que no cejaron en el empeño de poner coto a la pandemia, y mientras algunos se concentraron en quejarse por el encierro y carencias, ellos fueron voluntariamente hacia zona roja.
A los científicos que hicieron nuestras vacunas y gracias a las cuales vamos, a jirones, reconstruyendo la normalidad.
A los que lidiaron con la muerte y el dolor por extensas jornadas, pero sacaron fuerzas para restaurar vidas.
A los que dejaron de lado títulos académicos y tomaron en sus manos instrumentos de limpieza para cuidar de otros.
A los que la pobreza no les volvió miserables y compartieron sus tenencias.
A los que no los paralizó el miedo y se expusieron al contagio.
A los que cavaron las tumbas y dieron sepultura a nuestros muertos.
A los que se crecieron y pusieron cara a la COVID-19, porque a ellos la crisis no los amilanó; supieron ver desde ese ayer, que era hoy, hacia el futuro que es presente y confiaron en sus fuerzas.
A los que entendieron que la unidad, es más que el yo.
A los que sembraron esperanzas.
A los que dejaron sueños sin cumplir.
A tantos, y, por tanto, que no alcanzan las palabras para el elogio justo, vaya este Primero de Mayo el agradecimiento de un pueblo del que forman parte y en el que cada quien tiene alguien a quien corresponder ese reconocimiento.
Pero es especialmente una marcha con la mira al horizonte, una convocatoria a juntarse en aras del porvenir, ese que hay que sustentar sobre una economía real, hecha en casa, dejar de aceptar tácitamente “que nos falta fijador” y lograr la sostenibilidad de todo lo bueno que seamos capaces de forjar.
Es también un desfile por el mañana que queremos para nuestros hijos, para que sus proyecciones puedan ser certezas. Un hálito de esperanza, en medio de la tormenta, la oportunidad de avivar la llama de la comunión y debilitar la mezquindad, de volver a juntarnos como tanto añoramos en los días de confinamiento, es otro salto hacia la normalidad.
MINUTO A MINUTO
Finaliza el desfile por el Primero de Mayo en la provincia de Pinar del Río