El «padre» de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de células adultas, ha fallecido a los 79 años. El científico británico Ian Wilmut transformó el pensamiento científico de la época al demostrar que podían utilizar células especializadas para crear una copia exacta del animal del que procedían, algo que los científicos habían creído hasta ese momento que era imposible.
«A veces, cuando los científicos trabajan duro, también tienen suerte, y eso es lo que pasó», declaró Wilmut a la revista Time. Casi 30 años después, su descubrimiento sigue impulsando muchos de los avances en el campo de la medicina regenerativa.
El padre de Dolly nació en el condado de Warwickshire en las Midlands Occidentales, y fue hijo de dos profesores. Estudió en la escuela de Scarborough, donde su padre, quien sufrió de diabetes durante cincuenta años y se quedaría ciego, daba clase de matemáticas.
En la escuela empezó a interesarse por primera vez por la biología. Sin embargo su verdadero deseo era hacer carrera naval, algo a lo que tuvo que renunciar por daltonismo.
Como los fines de semana trabajaba de peón en una granja, acabó matriculándose en Agricultura en la Universidad de Nottingham, aunque inspirado por investigadores de la propia Universidad poco a poco fue decantándose hacia las ciencias animales.
En 1966, Wilmut pasó ocho semanas trabajando en el laboratorio de Christopher Polge, a quien se atribuye el desarrollo de la técnica de criopreservación. Con él trabajó en métodos de conservación de semen y embriones mediante congelación, lo que acabó desembocando en el nacimiento de Frostie, el primer ternero nacido de un embrión congelado.
Sir Ian Wilmut se trasladó después a la Organización de Investigación en Cría Animal (ABRO), predecesora del Instituto Roslin, en 1973, para seguir trabajando con células reproductivas y embriones. En concreto, se involucró en un proyecto para producir ovejas genéticamente modificadas, que produjeran leche con proteínas que pudieran usarse para tratar enfermedades humanas.
A medida que avanzaba el proyecto, quedó claro que para lograr su objetivo necesitaba un método nuevo y más eficiente, con lo que se puso a liderar el equipo que desarrolló las técnicas de clonación para producir ovejas genéticamente modificadas. El 5 de julio de 1996, nacía Dolly, en honor a la cantante Dolly Parton, revolucionando para siempre el mundo de la clonación.
El trabajo de Wilmut «tuvo un alcance global», afirma el profesor Bruce Whitelaw, director del Instituto Roslin de la Universidad de Edimburgo, donde se llevó a cabo el milagro. Whitelaw, recalca que su legado continúa inspirando numerosos descubrimientos en «la investigación de la biología humana y animal». Su método de clonación fue replicado en 2005 con perros en Corea y luego, en 2018, por científicos chinos con monos. En los últimos años, la cienca se ha propuesto recuperar el mamut lanudo mediante una combinación de edición genética y clonación.
El año después de la creación de Dolly, el presidente estadounidense Bill Clinton impuso una prohibición sobre el uso de fondos federales para la clonación humana. Wilmut tendría que convivir buena parte de su carrera con esta polémica. «Clonar a un ser humano sería un acto irresponsable», ya que, aparte de los problemas éticos que se plantean, «la clonación en otros animales no ha tenido éxito, y se han producido anomalías en el desarrollo», zanjó en un Congreso en Barcelona en 2002.
Lamentablemente, el primer ser vivo clonado tuvo que ser sacrificado el viernes 14 de febrero de 2003 debido a una enfermedad pulmonar muy común entre las ovejas adultas. Y cinco años después Wilmut anunciaba que abandonaba la técnica de transferencia nuclear de células mediante la cual se creó Dolly, en favor de una técnica alternativa desarrollada por Shinya Yamanaka.
Wilmut creía que este método tenía más potencial para para tratar pacientes con accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos, pero también para tratar enfermedades degenerativas como el Parkinson.
Con esa idea se mudó a la Universidad de Edimburgo en 2005, y se convirtió al año siguiente en el primer director del Centro MRC de Medicina Regenerativa (ahora parte del recién creado Instituto de Regeneración y Reparación). Precisamente tratando de curar enfermedades degenerativas, Wilmut anunció en 2018 que padecía Parkinson, y siguió dedicando el resto de su vida a investigar esta enfermedad.
En el Año Nuevo de 2008 recibió el título de Sir, y el mismo año, junto con Keith Campbell y Shinya Yamanaka recibió el Premio Shaw de Medicina y Ciencias de la Vida.
«Hemos perdido a uno de los pioneros de la ciencia más conocidos», afirmó Whitelaw. «Era un titán del mundo científico», afirmó el profesor Sir Peter Mathieson, rector y vicerrector de la Universidad de Edimburgo.
Tomado del: Mundo.es