Testimonios de jefas de sectores de la policía en Pinar del Río, a propósito del 60 aniversario de la FMC
En la niñez aprendemos los juegos de roles como expresión de las prácticas socialmente asignadas a cada género, condicionándonos un imaginario colectivo que conduce a pensar en las enfermeras, los policías, los taxistas, las manicuras, los carpinteros, las costureras, los albañiles, las titas de los círculos infantiles, los futbolistas.
Contra estos esquemas mentales batalla la FMC en su misión por defender la equidad. Es por ello que en las comunidades cubanas se les habla a las familias de igualdad de oportunidades profesionales para mujeres y hombres, remuneración al esfuerzo sin distinción de género, maternidad y paternidad responsable, importancia de la salud sexual para ambos, posibilidades y ventajas del servicio militar femenino.
Para reafirmar tales conquistas, y a propósito del cumpleaños 60 de la Federación de Mujeres Cubanas, Guerrillero indagó en la vida de cinco féminas que cuidan la seguridad ciudadana en el municipio de Pinar del Río. A ellas, en la infancia, nadie les regaló pistolas o patrullas de juguete y, aun así, hoy sienten que la felicidad se completa en la combinación de sus funciones como esposas, novias, madres y, además, policías.
De los 37 jefes de sectores de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de la capital provincial, ocho mujeres demuestran que ese también es un oficio femenino. Cada una tiene en su demarcación establecimientos donde se expenden artículos de primera necesidad. Portan arma en la cadera como parte del atuendo, pero saben que la mayor defensa personal está en la palabra precisa, garante del respeto ganado por el pueblo.
La coexistencia diaria con la diversidad las colma de anécdotas de mil colores, sobre todo en un año sentenciado por la pandemia y la crisis, que han desencadenado ansiedades colectivas. En sus vivencias constan aplausos y congratulaciones, pero también ofensas y agresiones por parte de quienes no conocen de límites y educación formal.
Trigueñas, castañas, más delgadas o robustas, pelo largo o cortes medios, diferentes vidas y años de experiencias y, sin embargo, una misma intención en un mismo país y un mismo momento: lograr orden y disciplina social durante la venta de productos a la población, para que los recursos que tenemos sean distribuidos de la forma más justa.
TRES HIJOS Y UN CONSEJO POPULAR DIFICIL
La suboficial Yusleidys Caridad Domínguez Díaz es la jefa de sector del consejo popular Cuba Libre. Cada mañana, muy temprano, está lista para comenzar una faena que termina cuando en la tienda se acaba el producto y, por ende, la cola. Puede llegar a casa 12 horas después, donde la esperan con ansias tres hijos con edades entre 10 y 17 años.
Sobre su anécdota más reciente contó: “En estos días, que se vendieron productos de aseo, algunos se insubordinaron a mi autoridad, lo que abordé con mucha disciplina, paciencia, sin violencia hasta controlar la situación. Es preciso en esos casos usar la inteligencia, la psicología”.
Para ella, en Cuba y gracias a la FMC, la diferencia con el hombre es únicamente biológica. “Aquí podemos hacer lo mismo, quizás los hombres tengan un poco más de fuerza, que no quiere decir que tengan más coraje que nosotras”, advirtió jocosa.
UNA ABOGADA QUE CONTROLA EL “HERMANOS CRUZ”
Marelis Izaguirre Guerra es primer teniente y abogada graduada en el Instituto Superior del Minint, con cinco años de servicios. Quizás, por tal razón, es que sus operaciones en el reparto Hermanos Cruz las realiza con tanta exquisitez y, casi siempre, sola.
En su demarcación se ubican tres quioscos donde se concentran algunos que intentan lucrar con artíficos que impiden el acceso de la población a los suministros, con los cuales trabaja diferenciadamente.
Está convencida de que las femeninas tienen suficiente capacidad para ejercer este trabajo. “El sábado, por ejemplo, en el quiosco frente al Pedagógico tuvimos que hacer uso de la autoridad y hubo quien trató de crear caos. A pesar de la complejidad, esta situación fue controlada por una mayor, una capitana y yo como jefa de sector, lo que pone de manifiesto el respeto ganado por las mujeres”.
En toda esta vorágine, una niña de 22 meses y un esposo complementan el sentido a su vida, después de un día de batalla, de pie y bajo el sol del verano en Cuba, por la ley y el orden.
LA CAPITANA DEL CENTRO DE LA CIUDAD
Deisy Díaz Valdés es jefa de sector de la avenida Martí, principal arteria comercial de Pinar del Río y espacio de mayor concentración poblacional. Tiene ocho años de experiencia, que hoy pone en función de la nueva coyuntura impuesta por la Covid-19. Por las características del lugar, ha tenido que redoblar esfuerzos para conseguir el distanciamiento físico de la población y uso correcto del nasobuco.
Esta mujer ha sido protagonista del mantenimiento del orden y la disciplina en las colas de las tiendas de la cabecera provincial. Con mesura, relató cómo ha enfrentado el desafío: “Hay que tener ecuanimidad a la hora de comunicarse con la ciudadanía, porque todos merecen el mismo trato. Otra cosa muy importante es que al salir de la casa los problemas se dejan adentro, ya que a la calle hay que llevar el mejor carácter.
“A veces me hacen la misma pregunta varias veces o la misma persona numerosas preguntas, pero eso es parte del trabajo. Tengo que saber qué responder con buen humor. Imponer respeto es ser amable”.
Como mayor premio a su labor ha recibido la felicitación de muchos: “Las personas me reconocen, hay veces que me han aplaudido en una cola cuando retiro a los inescrupulosos, otros me agradecen porque a partir de la actuación policial han tenido la posibilidad de comprar”.
Y mientras Deisy se consagra en el Minint, sus hijos se hicieron adultos y se casaron. Orgullosa de todos, es el menor, con 21 años, quien sigue sus pasos como sargento instructor Mayor de la Unidad Militar en el kilómetro ocho de la carretera a La Coloma. Acompañándola del brazo va el esposo, que la recibe en la casa, casi siempre alrededor de las ocho de la noche, todos los días, de lunes a sábado.
UNA JOVEN CON RESPONSABILIDAD DE ADULTA
Solo 22 años tiene la primer suboficial Evelyn Dayana Hernández Machín, y desde hace 10 meses funge como jefa del sector del consejo popular Hermanos Barcón. “Trabajamos sin descanso mañana, tarde y noche; enfrentamos situaciones de diferentes envergaduras que me han llevado a trasladar cerca de 30 personas para la Unidad de la Policía por actividades delictivas o indisciplinas sociales”, destacó como dato relevante en este tiempo donde se combate el rebrote del coronavirus.
No admite la desobediencia y sabe que la ética y el ejemplo son instrumentos de contención. En el futuro aspira a graduarse de licenciada en Derecho en la Universidad de Pinar del Río y unirse en matrimonio a su novio, un trabajador civil, al que eligió, convencida, para construir el proyecto de maternidad y familia.
LO QUE LE FALTA DE ALTURA LE SOBRA EN CORAJE
La joven primer suboficial del Minint Fabién Oropesa Castel es graduada de Derecho Penitenciario y jefa de sector del “Carlos Manuel”. Pequeña de estatura nos dice con voz firme: “He implantado respeto con respeto y quien no entienda se reduce a la obediencia con lo que está establecido en el procedimiento”
“Recientemente tuve la experiencia desagradable con un hombre en una cola, con quien hablé al día siguiente y terminó pidiendo disculpas. Las personas pueden entender y cambiar y por eso es que nuestra labor educativa es tan importante”.
Sus hijos, de 11 y nueve años, la apoyan con las tareas del hogar, porque consideran la utilidad del trabajo de una madre que, además de la extensa jornada, vive a más de 10 kilómetros del lugar de trabajo. Para quien entrevista, es imposible no escudriñar en los temores de esta valiente de 30 años, a lo que responde: “No le tengo miedo a nada en la vida”.
ENERGÍA VITAL A LOS 60 AÑOS
Estas policías no son elegidas al azar. Experiencias y confianzas en unas, ética y responsabilidad en las más jóvenes, justifican la decisión del Minint para ubicarlas en una tarea esencial.
Otras funciones dan contenido a sus agendas diarias: atender el potencial delictivo en la comunidad, proceder con las quejas de la población y velar por la seguridad de los objetivos económicos enclavados en las áreas de atención, resaltan entre las más cotidianas.
En los bolsos, creyones y peines para el retoque se mezclan con ternura, creatividad, valentía y sentido de justicia. Mujeres con memoria histórica que actúan en un nuevo tiempo y una nueva realidad.
Ellas, junto a muchas otras de esa estirpe, garantizan la juventud eterna de la FMC, a pesar de sus 60 años.