“La abnegación de la mujer obliga al hombre a la virtud”
José Martí
Cada 15 de octubre se celebra el Día Internacional de la Mujer Rural, este año se hace bajo el lema «Las mujeres rurales cultivan alimentos de calidad para todas las personas.»
En Cuba, sin distinción de sexo o lugar de residencia, tenemos los mismos derechos, en nuestros campos no están únicamente los hombres.
Algunas sólo se ocupan de llevar el hogar, mientras el hombre asume las labores del campo, pero incluso esas, son pilares de la economía familiar, y suelen poner sobre sus hombros el cuidado de animales como aves y cerdos.
Que guarden silencio no significa que desconocen las interioridades de la finca, vega o conuco de dónde sale el sustento de su clan y que sean capaces, llegada la ocasión u obligadas por las circunstancias, hasta de manejarlos con más acierto que sus padres, esposos o hijos.
Pero cada vez con mayor frecuencia las mujeres toman protagonismo en la producción agrícola, no sorprende encontrarlas en el laboreo del tabaco, cultivos varios o de la ganadería y no exclusivamente como fuerza de trabajo contratada, sino como usufructuarias o haciendo valer su condición de propietarias de la tierra.
Todavía quedan quienes consideran que es inapropiado para las féminas, pero ellas han demostrado que el éxito no les es esquivo y saben lo mismo ser el brazo derecho del esposo que ir delante para marcarles el camino.
Sin renunciar a presunciones como el maquillaje, las prendas, el buen vestir y las uñas arregladas, sin menguar la fuerza con que impulsan el arado, esgrimen el machete o la azada, pero especialmente sin dejar que la rudeza les toque el alma, porque no permiten que nada les arrebate la dulzura.
Esa que precisan para ejercerlos otros roles de la vida como madres, esposas, hermanas, amigas, hijas…
Poco vale edulcorar el rigor de la vida rural, pero en ese entorno la mujer también sale de las sombras y se adueña de su destino, en ellas se afianzan esperanzas de bonanza.