Vinieron de lejos, muchos llegaban por primera vez tras aquella graduación masiva de 1984. Los licenciados en Cultura Física atesoran muchas anécdotas, sensaciones, motivos y anhelos tras pisar esta casa que los formó como profesionales comprometidos.
Hay un motivo que les acompaña, conmemorar el aniversario 69 del natalicio de Nancy Uranga Romagosa. “Ni olvidados ni muertos”, así expresó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz al referirse a los hechos trágicos del crimen de Barbados, en el cual perdió la vida la esgrimista vueltabajera.
LA HISTORIA
Ella, un símbolo para su generación, sigue calando hondo en esos amigos que le acompañaron en su formación atlética.
Gilberto Rumayor Blanco quizás sea uno de los que más la recuerde. Él fue uno de los esgrimistas consagrados que intercambió tabloncillo de por medio con la campeona pinareña.
“Poder estar aquí tiene un simbolismo muy grande. Recordar a esa muchacha cariñosa, buena atleta y con unos sentimientos… para que le digo. Pude estar cerca de ella muchas veces, estudiamos en esta misma sede. Te digo que vivir estas emociones, y que sea Nancy el motivo, hace que me sienta muy emocionado, la verdad”.
Rafael LLut Márquez era un flaquito menudo por aquella década de los ‘80 cuando llegó a la Facultad. Venía con el objetivo de especializarse en el balonmano. No pudo compartir mucho con Nancy, pero sí recuerda los hechos. Confiesa que es mejor cerrar los ojos para no pensar.
“En esta Casa de Altos Estudios inicié parte de mi vida como profesional. Traía conocimientos básicos, claro está, pero nunca como los que aquí recibimos. En el Fajardo, como se le conocía, había un rigor muy fuerte. Trabajábamos y estudiábamos, una disciplina, un orden. Estas paredes para mí han sido parte de mi existencia”.
“En estos momentos estoy vinculado a la Eide Ormani Arenado. Vengo aquí a menudo, pero nada comparado con este encuentro, porque esta es mi generación. Aquí están mis compañeros unidos, los que dormíamos juntos, nos hacíamos bromas, es una manera de rendir homenaje a un tiempo hermoso de nuestras vidas”.
Muchos de los que han llegado como parte de este homenaje a una de sus colegas, vienen por primera vez tras su graduación. Es el caso de Guido Chávez Hernández, quien tuvo que trasladarse, al concluir los estudios, al municipio artemiseño de San Cristóbal, pero siente por los suyos como si fuera el primer día.
“Hace más de 28 años que no visitaba la escuela, qué manera de ponerse la piel chinita, vaya de erizarme, para decirlo con todas las letras. Uno se va de la Facultad, pero en verdad no se va, porque los recuerdos son muy fuertes. Me hice un mejor ser humano cuando pasé por aquí. En la actualidad no resido en Pinar, pero cuando surgió la idea de venir no dudé ni un segundo, porque estas iniciativas ayudan a que las personas que como yo no vivimos cerca, volvamos a sentir esa experiencia”.
Cada uno guarda un pedazo del “Fajardo” en su corazón. Lo tienen en un sitio bueno y agradece, claro que agradece, los conocimientos que hoy le sirven para seguir formando a las nuevas generaciones de basquetbolista de Cuba.
Jorge García Espary camina lentamente por el pasillo central, mira a su alrededor en busca de detalles que delaten la presencia de esas huellas que permanecen impregnadas en esas paredes de la actual facultad de cultura física Nancy Uranga, perteneciente a la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca.
“Uno busca detalles, huellas, los rasgos que muchos no han cambiado”. Espary, como lo conocen los fanáticos del béisbol por ser uno de los anotadores más reconocidos en Cuba, levanta la mano y señala al pasillo central.
“En ese pasillo central iba rumbo al comedor, me sentaba en esa butaca de mampostería, y ahí tu sabes, veía pasar a todos y esperaba mi turno para entrar. Esa pista, tantos recuerdos, las prácticas, los entrenamientos…
Alfredo Méndez dice que como este lugar hay pocos que le traigan tantos buenos recuerdos. Vive actualmente en Pinar del Río, ha estado en Venezuela en dos ocasiones, y en todos los espacios lo aprendido aquí ha marcado un antes y un después.
“Recuerdo al profesor Pastor, era de esas personas que siempre están atentas, nos hacía tomar un rumbo correcto, por eso hemos puesto en práctica sus enseñanzas. Nos educaron muy bien. También estaba el profesor Roberto Crespo, de baloncesto, era de los que sabía mucho de preparaciones de clases, el trato con los alumnos, las estrategias pedagógicas.
“Llevo 38 años de trabajo, todos mis resultados se los debo a esta escuela. Deja decirte que para mí volver aquí, y con el incentivo de que sea en honor a Nancy, a la cual sí conocí muy bien, es algo muy simbólico”.
Cada uno de los graduados lleva un recuerdo que le ha marcado, pasiones, alegrías, y pasarán los años, pero nunca ellas. La escuela es motivo de compromiso con las nuevas generaciones de deportistas que ellos están formando. Así lo reconoce Rafael LLut Márquez.
“A las nuevas generaciones de atletas que formamos ahora debemos inculcarle disciplina y entrega. Esos fueron fundamentos que nunca nos faltaron. Por eso uno está en la obligación de multiplicar eso en los muchachos.
“Nadie mejor que nosotros para explicarles cuánto ha costado mantener el deporte, y aunque las comparaciones no sean buenas, sí hay que hacerlas a veces para entender la esencia de las cosas”.
Que sea la escuela el motivo de encuentro para muchos, siempre plasma el mensaje explícito. “Cumplió el rol correcto el educador cuando sus alumnos regresan al sitio donde fueron felices. Es esta Facultad pinareña para los graduados de esa generación, un templo sagrado donde creció aún más la pasión por el deporte.