Le pregunté por Vinagrito y no conocía al gato famoso que Teresita Fernández nos regaló en su cancionero. Tampoco sabía del juego de las adivinanzas que, a través de Corazón Feliz, la cantante Rochy Ameneiros proponía, y de una manera muy difusa, reconoció algún que otro acorde que nos llevaba hasta Enid Rosales y su canción La música está en todas partes.
El niño solo saltaba y reía con Mickey Mouse en su casa, y miraba atentamente los recorridos de Dora, la exploradora. Su hermana, unos años mayor, veía una y otra vez los animados de la pelilarga Rapunzel y si hablábamos de alguna otra propuesta, saltaba La princesa Sofía y La doctora juguete.
Un vecinito hacía uso de la computadora de la casa de vez en cuando para jugar Minecraft, y con sus ocho años no hablaba de ningún animado, ni cubano ni de otro país.
Los padres de los hermanos trabajan demasiado y estar en la casa es sinónimo también de cumplir con muchas responsabilidades. «¡Qué bueno que tenemos computadora, además del televisor y la tableta! Y, por suerte, en el paquete de la semana hay muchas cosas para los niños… mejor que estén ahí, tranquilos, que en la calle haciendo cualquier disparate», y la voz del Pato Donald se sentía a todo volumen desde la sala.
La abuela era la preocupada de la casa, pues veía que el desinterés de esos niños por otras actividades era cada vez mayor. «En mis tiempos jugaban a los escondidos, a las muñecas, a los carritos… pero ahora nada de eso les atrae, y en el círculo infantil me dicen que el niño pasa horas en un rincón sin jugar con los demás. La niña habla con la misma entonación de la Dora esa que siempre lleva un mapa, y no me parece normal. Pero los padres me dicen que los tiempos han cambiado y que la crianza de los niños ahora es otra».
Como estas, otras muchas pueden ser las historias que nos encontremos y, lamentablemente no siempre las familias reciben la orientación pertinente o, incluso, si la tienen, no creen que las pantallas puedan conllevar algún riesgo en el desarrollo cognitivo de sus hijos en la primera infancia, comprendida entre cero y seis años de edad.
Por eso resultó tan interesante la investigación presentada en el recién celebrado 2do. Taller Nacional Infancias y Adolescencias: Heterogeneidad social en el lente, en el Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, dirigida a una perspectiva educativa del consumo audiovisual de la primera infancia, liderada por la Doctora Isabel Ríos Leonard, del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP).
Apuntes necesarios
La política cultural cubana está relacionada con el interés de fomentar la defensa de la identidad, la conservación del patrimonio cultural, la creación artística y literaria y la capacidad para apreciar el arte, además de enriquecer la vida cultural de la población y satisfacer las necesidades espirituales, fortaleciendo sus valores sociales.
Por ello, la máxima dirección política de nuestro país, años atrás, alertó sobre el alto consumo de audiovisuales en DVD y en otros formatos digitales, que circulaban libremente o a través de mercados privados, en los que se mezclan películas, series, musicales, programas de televisión y telenovelas de ínfima calidad, promotoras de la frivolidad, el consumismo y de otros valores ajenos a nuestra sociedad. Ciertamente no todos los espacios cinematográficos de la televisión han mostrado siempre productos de calidad, y han migrado los hábitos de consumo audiovisual de las salas de cine al espacio doméstico. Además, son insuficientes las acciones de educación de la cultura audiovisual en las instituciones y asociaciones culturales y educativas.
Factores económicos inciden sobre la calidad y la variedad de la oferta institucional de cine y televisión, dada la imposibilidad financiera de adquirir derechos de exhibición y el deterioro de la red de salas de cine y video en todos los territorios.
La creación de un grupo de trabajo para el Programa Nacional de Fomento de la Cultura Audiovisual, coordinado por el Icaic, en mayo de 2012, tuvo la misión de controlar e impulsar el cumplimiento de los acuerdos y proyectos, con la participación de todas las instituciones cubanas vinculadas con el consumo y la educación audiovisual, que desarrollaron al unísono una campaña de comunicación sobre el tema del consumo del audiovisual que favoreciese la conciencia del problema y el respaldo a las acciones del Programa.
Fueron objetivos entonces desarrollar diferentes proyectos de educación audiovisual para su inserción en los currículos de la enseñanza primaria, enseñanza media y en los estudios superiores y medios de pedagogía, instructores de arte y promotores culturales; desarrollar otros proyectos de educación audiovisual no curriculares para su utilización en la superación de pedagogos, instructores y promotores en ejercicio, y también en cine clubes, talleres de apreciación y otros espacios de formación así como estimular la continuación de las investigaciones sobre el consumo audiovisual.
Pero más alla de ese interés que refleja la voluntad política de nuestro país de propiciar no solo entretenimiento en las ofertas culturales, y teniendo en cuenta que cuando se piensa en las infancias, no siempre la etapa comprendida entre cero y seis años se analiza con rigor, cabe preguntarse: ¿la alfabetización y educación audiovisual se inician en la educación primaria? ¿Qué papel juega la familia en estos procesos?
Lo anterior figura como elementos esenciales en la conformación del marco teórico
referencial para el fomento de una cultura audiovisual en niños y familias de la primera infancia, mediante la utilización de múltiples pantallas, propuesto por el equipo de investigación conformado también por las doctoras Annia Cano Pérez, Nancy Batista Díaz, Gretel Vázquez Zubizarreta, las másteres Idania de la Vega Hernández y Uri Ponce Legra, y las licenciadas Yanay Rodríguez Cabrera y Mirta Hernández Escalona.
Los fundamentos legales, sobre los cuales se realiza esta investigación, parten, en primer lugar, de la Convención sobre los derechos de los niños, de la cual Cuba es país signatario, y de todo el cuerpo legal de nuestra sociedad, esencialmente protectora de sus infancias.
Los resultados del estudio, iniciado en 2019, también aportan un paquete metodológico para caracterizar el consumo audiovisual en esta etapa de la vida, así como un catálogo repositorio de 220 audiovisuales que, por diferentes vías, podrá ser adquirido por las familias.
En el taller realizado en el centro capitalino comparecieron la jefa del proyecto, Isabel Ríos Leonard; Annia Cano Pérez y Uri Ponce Legra. Ellas comentaron que tomaron como base algunas importantes contradicciones, entre la utilización indiscriminada de audiovisuales por los niños menores de seis años, y la concepción de la primera infancia cubana y su desarrollo. También las investigadoras hallaron antagonismo entre el proceso de alfabetización audiovisual y el reconocimiento de la primera infancia como período sensible para el inicio de ello; y entre las necesidades de orientación por parte de las familias como mediadoras de la interacción con los audiovisuales y la preparación de los educadores desde su formación inicial para desarrollar esta función.
Lo más importante resultó, además, la necesidad de contar con audiovisuales de calidad para la primera infancia, ante la triste realidad de la escasa producción nacional.
«Durante la infancia temprana las actividades que mayor influencia ejercen en el desarrollo síquico del niño son las que le permiten relacionarse con los objetos de su entorno, descubrirlos, manipularlos y desarrollar acciones con ellos. La necesaria interacción del niño con su entorno físico reafirma la posición de quienes abogan por incorporar los contenidos audiovisuales a partir de que el niño transita hacia la edad prescolar», acota Ríos Leonard.
Agrega que existe bastante consenso entre los expertos al señalar el tema de los niños y adolescentes en el mundo digital como un problema frecuente en los servicios de salud mental infanto-juveniles, y aconsejan que no es recomendable el consumo de dibujos animados antes de los tres años.
«Está comprobado que, en niños de estas edades, largos tiempos de exposición generan afectaciones severas del desarrollo que pueden dejar secuelas en su funcionamiento sicológico», añade.
Las mediaciones son necesarias en este contexto, y es un reto para los mediadores asumir la cultura audiovisual. «Investigaciones científicas realizadas en la Facultad de Sicología de la Universidad de La Habana, de conjunto con los Estudios de Animación del Icaic, constatan que la mayoría de nuestros niños no cuentan con la mediación en una de sus manifestaciones primarias que es la supervisión necesaria por parte de los padres, en relación con el uso de los videojuegos o de los audiovisuales y tecnologías digitales lo que tiene por consecuencia escasas competencias sociales, las adicciones, y la afectación grave del desarrollo sicológico, cuando los niños realizan un sobreconsumo antes de los tres años de vida», señala Cano Pérez.
El marco teórico propuesto es un paso de avance necesario en este ámbito investigativo, porque son escasos los estudios realizados desde el perfil comunicativo cultural, que exploran el comportamiento de estos procesos en la primera infancia, pues se pluralizan otras etapas, pero la niñez se queda en concepto unitario y cada etapa de la vida marca una singularidad, destaca Ríos Leonard.
Resultados al detalle
La etapa más importante en el desarrollo sicológico, cognitivo, físico-motor, sensorial e integral de un individuo es la de sus primeros cinco años de vida, expresó para este mismo diario la doctora Nadieska Benítez Gort, especialista en Siquiatría Infantil, ante la evidencia de conductas autistas en niños que no padecen este trastorno.
Los infantes necesitan del juego, pues es una actividad que propicia la adquisición de habilidades motrices y cognitivas, por lo que un niño que desde pequeño se somete a una estimulación artificial durante horas, por ejemplo, a un bombardeo de información como el que ofrece la televisión en sus variantes de dibujos animados, videos musicales, juegos de participación, entre otras, es un niño que deja de desarrollar las habilidades que le corresponden en sus diferentes etapas de vida, las que se logran con la socialización.
«Existen teorías que avalan, desde el punto de vista científico, que el desarrollo de las habilidades de un niño será mayor en la medida en que sea más estimulado, y también hay que tener en cuenta la calidad y cantidad de esa estimulación. Cada etapa requiere dosis diferentes y aumentarlas depende de la propia reacción del niño que, en todo caso, debe ser positiva», insiste la doctora Benítez Gort.
En el estudio realizado por las investigadoras del ICCP con 61 niños y sus familias, educadores, además de 12 proveedores y seis realizadores de audiovisuales del Icaic, surgen nuevas maneras de comprender el consumo audiovisual, en tanto se ha diversificado con la inclusión en los hogares de nuevos dispositivos móviles como las tabletas inteligentes y los teléfonos celulares, cuyas características y dimensiones plantean exigencias diferentes a las de las laptops y PC, comentan las investigadoras, que insisten en que todo ello se coloca en función de la recreación y entretenimiento de los niños, sin una certeza de que sea positiva su repercusión para su desarrollo integral.
Muchas familias reconocen que su actuación no es la más adecuada, pero carecen de orientaciones sociales o de las instituciones educacionales acerca de la forma más acertada de proceder, afirman las especialistas.
Cada una de las cuatro provincias (Pinar del Río, Artemisa, La Habana y Camagüey), comprendidas en las regiones occidente y centro del país que formaron parte del estudio contaron con la representación de un municipio; Pinar del Río, San Antonio de los Baños, La Habana y Vertientes, respectivamente.
Según el informe de la muestra seleccionada, de los 61 niños seleccionados, 51 asisten al círculo infantil, seis al Programa Educa a tu Hijo y cuatro al grado preescolar de la escuela primaria, lo cual permitió tener una representación de las distintas modalidades de atención educativa.
Indudablemente, entre los dispositivos de mayor acceso para los encuestados están el televisor y el teléfono móvil.
Los menos accesibles son la consola de juego y la cámara de video, de los cuales no disponen 57 y 55 de los participantes, para el 93 y el 90 por ciento, según el orden.
Cano Pérez especifica que la mayoría de las familias son de configuración femenina, es decir, la responsabilidad de la educación de los hijos recae en la mujer, pues es quien más tiempo pasa con ellos.
Además, Ponce Legra precisa que la mayoría de los audiovisuales que los infantes «disfrutan» son de procedencia foránea, y existen diferencias pautadas por el género, en tanto las niñas prefieren temáticas de princesas y los niños, de autos y robots, por mencionar algunos ejemplos básicos.
«El catálogo que conformamos para entregarles a las familias está constituido por audiovisuales cuya procedencia es variada. En Latinoamérica existe una amplia producción para públicos infantiles, ligada a la investigación, y no se valora lo suficiente porque el imperio Disney acapara la atención», puntualiza Cano Pérez.
Ponce Legra abundó en los resultados obtenidos en los debates públicos en Centro Habana, Plaza de la Revolución, Bauta, Guanabacoa, San Antonio de los Baños y a través del programa radial La Parada de las 3, de la emisora Radio Ciudad de La Habana.
Las familias necesitan herramientas, conocimientos y opciones para comprender que las pantallas no deben hipnotizar con colores y movimientos a los más pequeños, sino propiciar su participación activa y la estimulación de su desarrollo cognitivo, aseveró. «Escojamos mejor lo que les ofrecemos a nuestros pequeños y elijamos bien el momento de su vida para ello».