Dicen los refranes y demás decires populares que no hay obra más hermosa que a la que se le dedica toda una vida, pues es en la dedicación, el compromiso, la pasión y la virtud a través de los años donde realmente se forja tal belleza.
Quizás, estas líneas sean lo que más definen a María Esperanza Hernández Prieto (Tita), quien hoy todavía como el primero de sus días, continúa encontrando motivos para perfeccionar dicha organización.
Con esta combatiente ya adentrada en años, pues a las damas nunca se les pregunta la edad, conversó Guerrillero para conocer un poco más de su historia, de la historia de Cuba.
¿Cómo es que se adentra en las labores partidistas?
“Mi familia y yo tuvimos un sólido trabajo y cumplimos un sin número de tareas durante la lucha clandestina, o sea, no me era ajena la labor revolucionaria. Pero a las filas del PCC me incorporé como tal de forma temprana por allá por el ‘72”
“Yo comencé a trabajar desde muy joven. Procedo de una familia muy pobre y muy humilde, y fue precisamente esa misma pobreza lo que me hizo ver en la revolución, conocer y comprender mejor lo que Fidel quería lograr, y lo que buscaba con la revolución para mejorar las condiciones de vida del sector más deprimido de la población al cual yo pertenecía”.
“Comencé a trabajar en la sucursal del Banco Nacional de Cuba aquí en Consolación, luego en urbanismo y posteriormente comienzo mis labores en el Partido y en el Gobierno”.
“Tras algunos años es que adquiero la categoría de fundadora del Partido por haber cumplido con un número de requisitos y responsabilidades afines, además de mi propio historial en la clandestinidad”.
Pero las labores dentro de esta organización no la hicieron desvincularse de la vida cotidiana…
“Para mí fue un orgullo trabajar en el Partido. Y todavía me siento muy honrada de poder pertenecer a sus filas y desde mi pequeño entorno contribuir a engrandecer la obra social que nos dejó Fidel”.
“Sin embargo, mis tareas al interior de ese núcleo no me impidieron seguir creciendo como ser humano y desarrollarme en la vida cotidiana. Es todo lo contrario. Gracias al PCC yo comencé la Universidad del Adulto Mayor y pude ganar en saberes en cuanto a escolaridad se refiere”.
“Por otra parte me mantuve siempre activa y en cuanta tarea se me asignara dentro y fuera de la organización. Modestamente pudiera mencionar mis actividades dentro de los CDR y la FMC, de los cuales también soy fundadora activa”.
“Además, continúo asesorando a los jóvenes en cada uno de los espacios que me son posibles, narrándoles la historia que solo conocen por libros o por sus abuelos quizás”.
Tita, usted comentó en un momento anterior que tuvo una etapa muy activa como miembro de la clandestinidad. ¿Cómo se vivieron esos días?
“Durante el tiempo de la lucha contra Batista se vivieron momentos muy bonitos, pero también muy amargos”.
“Fueron días en los que se necesitaban mucho valor y convicciones, porque las tareas a cumplir eran siempre varias en aras de garantizar desde el llano las victorias tan necesarias para Cuba desde la sierra.
“En esa época se asesinaron a cientos de jóvenes; nosotros vivíamos con ese peligro potencial de que algún día también pudieran descubrirnos y correr entonces esa misma suerte.
“Mi esposo, ya fallecido, era el jefe de acción y sabotaje del movimiento aquí en esta región. En mi casa nosotros confeccionábamos banderas cubanas y brazaletes del movimiento 26 de julio. Además, participamos en la confección de alcayatas para interrumpir el tráfico, les prendíamos fuego a las casas de tabaco y otros.
“Debíamos andar con pie de plomo, pues cerca de mi casa vivían policías del batistato. Actuábamos con cautela, pero por diversas sospechas mi esposo estuvo preso en varias ocasiones en diferentes lugares, entre ellos en Isla de Pinos. Al soltarlo no pasaban mucho más de 20 días antes de que se lo llevaran de nuevo. Fueron momentos difíciles.
“En su célula en una ocasión se elaboró una bomba artesanal para colocarla en la planta eléctrica de Puerta de Golpe, pero al final no explotó luego de su posicionamiento.
“Con el paso del tiempo al triunfar la Revolución, unos ingenieros la examinaron para ver el por qué no había explotado, y detectaron algunos fallos en su confección.
¿Conoció a Fidel en ese tiempo?
“Fidel estuvo aquí en Consolación y se reunió en secreto con mi esposo y demás jefes de células en el movimiento para dar instrucciones. Yo en realidad no pude asistir.
“Nosotros estábamos conscientes que hablar de Fidel era prohibido por lo que significaba. Pero sí tengo que decir que quien lo conoció, tenía que asombrarse y temblar, pues su personalidad, su entereza y su físico eran imponentes. Además, tenía un espíritu y una facilidad de palabras muy grandes. Fidel era un gigante”.
¿Se siente satisfecha hoy con lo que ha podido lograr a través de los años?
“Yo me siento muy orgullosa de la familia que formé y eduqué junto a mi esposo. Estoy agradecida de saber que toda mi descendencia continúa el legado que hemos ido dejando nosotros los mayores, y que la juventud continúa nuestro camino, este camino de igualdad y de justicia social.
“No sé cuál será mi último día de combate por la Revolución. Ese será el día en que ya yo no esté viva o en pleno uso de mis facultades mentales.
“Trato de instruir a los más jóvenes y de guiarlos por el camino del Socialismo, por el camino de la bondad, de la equidad, de la justicia”.
¿Se considera usted una heroína?
“No. No me considero como una heroína. Esa es una palabra demasiado grande para lo que yo humildemente he podido hacer y contribuir con este proyecto nuestro.
“Creo que para llegar a esa condición se deben tener hazañas mayores, muchos más méritos de los que yo he podido acumular. Pienso ahora en Vilma Espín, Celia Sánchez, Melba, y tantas otras ante las cuales no estoy a la altura.
“Simplemente soy una trabajadora del Partido, una fundadora de esta organización grandiosa, que trata día a día de poder hacer y ver más linda y fuerte la obra de nuestra Revolución”.