A Indira no la conocía de antes, nunca habíamos intercambiado profesionalmente hasta el día en que el primer paciente de Pinar del Río fue dado de alta y, entre la incertidumbre del momento y la premura de la noticia, intercambiamos algunas ideas. Su labor, siempre al servicio de la mejor comunicación entre la prensa y la Dirección Provincial de Salud Pública, ha representado sin dudas un aporte imprescindible en la tarea de informar a todos en estos momentos en los que estar al tanto de la situación nos mantiene a salvo.
Antes ya había escuchado de ella, aunque no en referencia a su trabajo como comunicadora, sino desde esa arista humana que pone la verdadera esencia a todo lo que hacemos y nos sitúa en la simpatía de muchos, solamente por ser quienes somos. Su colaboración espontánea cuando la familia de uno de nuestros trabajadores estuvo en un centro de aislamiento la precedía cuando nos conocimos.
Por estos días, a través de sus redes sociales, he sabido más. He conocido que es madre de dos pequeños hermosos, que ha disfrutado de cada momento juntos, de las bandas en la escuela, la primera pañoleta, la pelota compartida, las sonrisas cómplices en las travesuras; y que aun cuando mucha responsabilidad familiar descansa sobre ella, encuentra el tiempo, la actitud servicial y la profesionalidad para ayudarnos cuando la ocupamos.
En momentos epidemiológicos críticos como los que hemos vivido en estos meses, su trabajo merece tanto reconocimiento como el de cualquier médico, pues su gestión garantiza la publicación de los resultados positivos alcanzados por la provincia y la adecuada preparación de la población en la tarea de prevenir. Indira González ha cumplido todas nuestras expectativas comunicacionales, no solo como una profesional en plena capacidad, sino con una demostración de excelentes valores humanos puestos al servicio de la comunicación.
Del otro lado del teléfono, siempre con voz dulce, ha atendido cada pedido, cada solicitud que pueda tramitar desde su posición, con la plena conciencia de que más que un trabajo remunerado, realiza una labor social que ayuda a otros al convertirse ella misma en un puente para facilitar el desempeño de los demás. Su contacto es de dominio de todos los que necesitamos de su intercesión y recibimos con agradecimiento las buenas maneras, la sonrisa, el “yo puedo ayudarte”, la orientación sobre cuál fuente puede contribuir a que nuestro trabajo sea más completo.
Personalmente, con los risos desordenados y el andar ligero, ha resultado guía segura y empática para todos; al tiempo que su carisma y facilidad para desenvolverse en su medio la ha convertido en una compañera cercana, de trato casi familiar porque quizás ha entendido con el tiempo que la naturalidad y la simpleza del carácter es lo que permite forjar relaciones de trabajo duraderas y verdaderamente prolíficas cuando de comunicar se trata.
Que bueno cuando se reconoce el trabajo de las personas. Ella se merece este artículo y muchos más por tanto esfuerzo y dedicación.