Comprar culeros desechables se ha vuelto una odisea. Primero, el surtido no es suficiente, y segundo, no hay forma de poder acceder a ellos porque una vez que los sacan “vuelan como la espuma”.
Muchas son las embarazadas y madres de hijos pequeños que constantemente se quejan de tal situación, pero a estas alturas el problema persiste.
En la ciudad hay lugares específicos donde los surten, pero los más conocidos son las tiendas La Mariposa, la Chiquita y la del Cupet ubicado en la Carretera Central, frente a Ciencias Médicas.
Una vez que llega el surtido en cualquiera de estos lugares, muchas madres, incuso con niños, asisten, y padres interesados en comprar, pero lo cierto es que para ellos no es este producto. Desde temprano en la madrugada o desde la noche antes la cola está hecha.
No somos adivinos ni estamos en esos lugares de forma permanente para poder afirmar que son siempre las mismas personas quienes los compran, sin embargo, todo apunta a un nuevo tipo de coleros: “los revendedores online”.
Desde antes, ya ello saben qué productos van a tener y de qué etapa son los culeros que van a entrar, una ganancia fácil, porque el producto en moneda nacional el Estado lo expende a 250 pesos aproximadamente y en los grupos de WhatsApp dedicados a las mamás y bebés se venden en 600 o 700, y cuidado si no suben más.
¡Ganga, sus culeros desechables aquí!, así reza uno de los anuncios, mientras otras mamás necesitadas exponen los suyos con propuestas, en lo que ellas presentan bolsas de leche u otros productos, para hacer cambios, mientras que a la mayoría no le queda otra opción que comprar a esos altos precios.
Que son las mismas personas las que compran en las tiendas, solo lo pueden saber los organizadores de colas y los dependientes, pero en estos momentos no es lo más importante, porque más que buscar culpables o cómplices el trabajo periodístico debe de optar por buscar soluciones al problema.
A diferencia de otros productos necesarios, los culeros, sí tienen un público específico, por su uso están destinados a niños (o a adultos mayores enfermos), entonces no es tan difícil garantizar una distribución equitativa de la mercancía.
Lo planteado no es único de Pinar del Río, una búsqueda por internet nos dice que el tema preocupa en otros lugares del país, y que la prensa se ha hecho eco de la inquietud de los perjudicados, y de seguro entre todos los implicados en la venta de este producto, se han tomado algunas medidas para bien de la mayoría.
Hasta el momento, si hay algo cierto es que existe desorden, ese mal del que se nutren los oportunistas, como también es verdad que todas las embarazadas y niños pequeños tienen una tarjeta, y por muy mal que nos caiga a estas alturas seguir regulando la cantidad de artículos a expender, pensamos que es necesario y la forma de hacerlo existe.
Urge priorizar a este grupo, para que los culeros y demás productos como las toallitas sanitarias lleguen sin intermediarios, o sea, sin los revendedores, que accionan impunemente acunados por quienes se hacen los de la “vista gorda” y les conviene el desorden, ya sea por desidia o por aquello de que “a río revuelto ganancia de pescadores”.
Si se logra establecer un orden, entonces madres como Nataly, que tiene tres hijos y dos de ellos menores de tres años, se verán favorecidas y de seguro lo agradecerán.
Hola yo recomiendo q a la hora de la compra se exija la tarjeta de menos de los bebe y si no es con la identificación no se lo vendan a nadie más