No ha llegado ni a los 40 días de mandato y ya Joe Biden es señalado por mantener la mala práctica externa de Donald Trump y presentar nefastos indicios acerca de las relaciones con Rusia, China, Irán, Iraq, Siria y Venezuela, manteniendo las expectativas de estudiar los vínculos con Cuba, indicado a principios de su mandato, aunque sin signos meliorativos visibles.
Es cierto que su quehacer inicial fue la política interna, con el grave problema que la anterior administración dejó con una nación que es centro mundial de la infección y muerte por la epidemia de la COVID-19, enorme desempleo, decrecimiento económico, y una feroz nevada que asoló a ocho estados, dejando graves daños en California.
El ataque a Siria, con el pretexto de que fuerzas iraníes allí estacionadas habían bombardeado una base norteamericana en Iraq, dio el mal indicio de una confrontación que se puede reanudar en gran escala, más si Estados Unidos conserva ilegalmente bases en Siria, donde roba descaradamente su petróleo, y amenaza el territorio iraquí, si su gobierno sigue apoyando a Damasco, al Hizbollah libanés y a Irán.
No hay indicio alguno de que falte el suministro logístico a los grupos terroristas que atacan al Ejército Árabe Sirio, que ha logrado liberar el 90% del territorio de su país y enfrentar los constantes ataques misilísticos de Israel, lanzados desde el ocupado Golán sirio.
En fin, con Biden se mantiene el puzzle medioriental dejado por el anterior presidente, sin que ahora se vislumbre un regreso al tratado de no proliferación nuclear con Irán, que además de ser abandonado por Washington, sufrió del boicot cómplice de sus tres aliados europeos firmantes: Francia, Gran Bretaña y Alemania.
Había cierta expectativa por las buenas decisiones de Biden de hacer regresar a Estados Unidos al Acuerdo Climático firmado en París, ya que EE.UU. es ahora el principal país contaminante; así como al tratado START-3 con Rusia, un signo importante en el alejamiento de una guerra nuclear.
Ventaja
Recordemos que, tras haber superado los violentos intentos de Trump para evitar su asunción presidencial o, mejor dicho, su propia salida de la Casa Blanca, el nuevo mandatario encontró un mejor panorama para arreglar la débil democracia norteamericana, al ganar los demócratas los dos puestos del Senado en disputa en Georgia, un estado generalmente republicano, pero que en la elección presidencial había votado por Biden.
Ahora, los demócratas, que ya controlaban la Cámara de Representantes, tienen paridad de puestos en el Senado, 50-50, pero la Constitución dice que la vicepresidencia, asumida por Kamala Harris, desempataría cualquier situación.
Independientemente de lo que el establishment dominante diga lo que hay que hacer en la política exterior, la interna es sumamente compleja y demandará un presidente que, al contrario de Trump, gobierne para todos los norteamericanos y no para la clase dominante, ni exacerbe el odio y el racismo, ni sea capaz de indicar la utilización de la fuerza en favor de sus intereses personales.
Biden, quien fue vicepresidente cuando Obama era el mandatario, conoce muy bien cómo las iniciativas de la primera gestión fueron inconsecuentes, cuando contaban la mayoría, para luego ser imposible hacerlas cumplir, al ser preponderante la presencia republicana en la segunda.
Ya ha adelantado iniciativas respecto a cambios en el sector de la justicia que conllevan la eliminación de la desigualdad ante la ley, ofreciendo beneficios a las minorías para que tengan un trato justo, con derecho a la educación y la salud.
O sea, hay un buen programa que, con la cooperación de elementos considerados progresistas, tiene margen de cumplimiento; pero en lo externo siempre tendrá que enfrentar a quienes han hecho de la industria bélica su ansia mayor de ganancias, con las innumerables víctimas inocentes, esos “daños colaterales”, que conllevan.
El tiempo transcurrido es poco, aunque se nos antoje mucho por la necesaria paz. Luego de Trump y de sus necedades, aún se le puede dar tiempo a Biden para que pueda dar peras y niegue cualquier condición de olmo.