El Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED) otorgó un autorizo de uso de emergencia al CIGB-258, ahora Jusvinza, para el tratamiento de la COVID-19.
Según publica en sus redes sociales el Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmaucética de Cuba (BioCubaFarma), esta es una alternativa terapéutica para controlar la hiperinflamación, regular la respuesta inmunitaria y reducir riesgo de mortalidad de pacientes con el nuevo coronavirus.
“Los resultados de sobrevida en pacientes graves y críticos han generado interés de uso por diferentes países. La obtención de este autorizo permite realizar ensayos clínicos en los países que lo han solicitado, si los resultados se comportan como en Cuba podría formar parte de los protocolos de actuación en esos países y contribuir de manera significativa en la disminución de la letalidad”, señala BioCubaFarma.
Explica que las agencias regulatorias tienen la facultad de otorgar «Autorizo de Uso de Emergencias» en situaciones de pandemia a productos que demuestren efectividad.
Juvinza demostró esas potencialidades en pacientes con COVID-19 en estadio grave y crítico, señaló la subdirectora del CECMED, destaca BioCubaFarma.
El 22 de mayo último, Francisco Durán, director nacional de Epidemiología en el Ministerio de Salud Pública, comentó que el CIGB-258 mostraba gran efectividad para la sobrevida de pacientes del nuevo coronavirus críticos y graves en Cuba.
Informó que hasta ese momento se habían tratado 52 pacientes con el medicamento, producido por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB), y que la sobrevida de los pacientes en estado crítico fue del 78 por ciento, gracias a la inclusión del tratamiento.
Mientras, en los pacientes graves había logrado sobrevivir el 92 por ciento de los tratados con la solución, lo cual contrastaba con las estadísticas del mundo, donde la media de sobrevida del paciente grave es de un 20 por ciento.
Asimismo, Gillian Martínez Donato, investigadora del CIGB y gerente de ese proyecto científico, comentó al periódico Granma el pasado mes que este es un péptido inmunomodulador, derivado de la proteína celular de respuesta al estrés, conocida como HSP60 por el término en inglés heat shock protein 60.
La referida molécula fue diseñada por herramientas bioinformáticas, se obtiene por síntesis química y tiene funciones asociadas con la regulación del sistema inmunológico.
Esta proteína aumenta su concentración durante las infecciones virales y procesos inflamatorios, añadió.
Martínez Donato sentenció que los péptidos (fragmentos proteicos de bajo peso molecular) derivados de la HSP60 pueden constituir una señal de peligro para el sistema inmunológico y hacer que este produzca una respuesta para eliminar los patógenos.
Otros péptidos de la HSP60 tienen función inmunoreguladora y, una vez que se eliminan los patógenos, dichos péptidos contribuyen a regular la magnitud de la respuesta inflamatoria.
El CIGB-258 fue diseñado para activar esencialmente los mecanismos que controlan y disminuyen los procesos inflamatorios, explicó.
Este péptido ha demostrado ser seguro, con evidencias de eficacia en un estudio clínico fase I en pacientes con artritis reumatoide, al lograr reducir la actividad clínica asociada a esa dolencia, incluyendo la sinovitis y el edema en las manos de los pacientes, subrayó la investigadora.
Puntualizó que esas evidencias se asocian a la disminución del proceso de inflamación, que causa el sistema inmunológico en este tipo de enfermedad; y se corroboró, además, que en estos pacientes disminuyeron las concentraciones de citocinas inflamatorias (moléculas producidas por el sistema inmunológico).
Que tiene que ver el CIGB-258 con la foto de la vacuna antimeningococica que aparece en la foto del artículo. NADA QUE VER.