Envuelto en un halo de luces, sonidos y colores, Pablo Milanés conjuró versos del pasado, presente y futuro para conformar el embrujo que hipnotizó a miles de espectadores, hace unas horas, en esta capital.
Desde un escenario atípico, el coliseo de la Ciudad Deportiva, el cantautor cubano agradeció el aforo masivo que colmó las graderías de la institución, en tanto calificó al público de la isla como el mejor de su carrera, independientemente de giras y presentaciones en diversas latitudes.
Sentado en el centro del escenario, en aparente postura inmutable, Milanés conmocionó el auditorio con más de una veintena de canciones, las cuales retumbaron como un eco en las voces de los asistentes a la cita, quienes reverenciaron el toque divino de un artista que niega “ser dios”.
Acompañado por Miguel Núñez (piano) y Caridad Varona (chelo), el compositor interpretó las notas de títulos icónicos de su repertorio, compuesto por cerca de 400 temas, como Comienzo y final de una verde mañana, Los males del silencio, El tiempo pasa, La soledad, Flores del futuro, El breve espacio o Yolanda.
De igual forma, llevó a escena la pieza Cuando tú no estás, adelanto de un nuevo fonograma, el cual compila una selección de 10 sencillos marcados por la melodía de Núñez y la letra del propio Milanés, Premio Nacional de Música (2005).
Sin intermedios y pausas de solo segundos para hidratar la garganta, el fundador del Movimiento de la Nueva Trova junto a Silvio Rodríguez y otros artistas, evocó los “Días de gloria” en la nación caribeña, al tiempo que recordó con “nostagia los años transcurridos».
Considerado como uno de los principales exponentes de la canción de autor en español, Milanés conjuga en su trayectoria una mixtura de géneros de la música cubana y americana, que oscilan entre la tradición y la modernidad, el filin, el jazz, la rumba, el son o el bolero, lo cual evidencia su amplia versatilidad interpretativa.
Concebido como parte de la gira internacional Días de Luz, el recital devino viaje en el tiempo para generaciones entretejidas en el auditorio, que durante aproximadamente dos horas pusieron los relojes en pausa y profesaron su cariño a quien al cierre de la presentación pidió entre melodías “Ámame como soy”.