Al finalizar el 2020 y el 2021 la mayoría de nosotros tuvo como deseo que nos libráramos de la pandemia que en ese momento mantenía en vilo a todo un planeta: la COVID-19.
Durante este 2022, entre lidiar con apagones, el alza de los precios, el desabastecimiento de la red comercial y por último los destrozos de Ian, hasta nos hemos olvidado que iniciamos el año con los rostros cubiertos, pendientes de los partes diarios del doctor Francisco Durán García, director nacional de Epidemiología, en el Ministerio de Salud Pública (Minsap).
Fue el 31 de mayo cuando dejó de ser obligatorio el uso de las mascarillas, a la que muchos seguimos aferrados algún tiempo, temerosos de un rebrote, pero ya no nos asusta besar y abrazar a los amigos que encontramos en la calle, recobramos rutinas de vida, hemos vuelto a mirarnos los rostros sin escudriñar en los ojos para encontrar en la intensidad de las pupilas el efecto que causaron las palabras.
Ese restablecimiento gradual de la normalidad lo hizo posible la vacunación, Abdala, Soberana, Mambisa llegaron a devolvernos con unos mínimos pinchazos la tranquilidad; espantaron los demonios de contagio y muerte.
PARA NO OLVIDAR
Desde marzo de 2020 hasta mediados del presente diciembre, 104 525 pinareños fueron confirmados como enfermos con la COVID-19; el 51,9 por ciento de esos casos son del sexo femenino, gestantes el 0,3; en cuanto a las edades los menores de un año representan el 2,1; entre 40 y 59 el mayor segmento: 31; seguido del 28,9 que abarca las edades de 19 a 39.
En los primeros nueve meses de la pandemia, la provincia lamentó el deceso de cinco personas por esta causa, pero el 2021 trajo un notable incremento de esa cifra que oficialmente ascendió a 531, en el 2022 son 10 los fallecidos por el SARS-Cov-2.
Más allá de los números, recordemos aquel estado de ánimo, la desazón, el contagio imparable, la frecuencia con que supimos de personas queridas que la pasaron muy mal, los que perdieron la batalla, los entierros directos en la tierra, la soledad de los dolientes, el encierro…
La provincia acumula una tasa de letalidad del 0,5 por ciento, a nivel de país el 6,49 de las defunciones corresponden a Pinar del Río, como algo positivo, ninguno de los casos con desenlace fatal era menor de 18 años, prevalecieron las muertes de los hombres, especialmente los de más de seis décadas de vida.
Por municipios, la cabecera, Consolación del Sur y San Juan y Martínez fueron los que tuvieron más fallecimientos, mientras que la incidencia superior de la enfermedad se reporta en los dos primeros y Sandino.
Por un bienio aprendimos de cepas, formas de contagio, medidas de bioseguridad; supimos de medicamentos, capacidades de terapia intensiva, y de producción de oxígeno medicinal, local y nacionalmente; algunos realmente calificaban como expertos en cualquier tema sobre la COVID-19.
Asimilamos términos nuevos, frases y vocablos como hospitales de campaña, aislamiento, cuarentena, fuente de infección, zona roja… se volvieron habituales; nos acostumbramos a que el vecino podía un superhéroe en su condición de médico o el amigo de nuestros hijos, incluso hasta ellos mismos, que por varias ocasiones decidieron ir a sitios en los que cuidaban de enfermos y contactos de estos.
Nuestra memoria selectiva está trabajando, desechando los recuerdos más angustiosos de una etapa en la que el dolor, la desesperación y el miedo eran como lapas pegadas a cualquiera y sí, el control de los índices de contagio es una realidad incuestionable, algo de lo que enorgullecernos, porque en Cuba, se logró con vacunas de factura nacional, sin embargo, no podemos hablar de erradicación.
MANTENERNOS ALERTAS
Sin ánimo de crear pánico ni nada parecido, los partes diarios que emite el Minsap nos confirman que hay casos activos y no estamos ajenos a ello, del 26 de octubre hasta el pasado lunes, se diagnosticaron 620 en el país, 523 en el último mes.
Mientras que la sumatoria de los pacientes ingresados entre el 20 y el 26 de octubre es de 229, en ese mismo periodo, pero en diciembre ascendieron a 1 309; en tanto los casos confirmados en igual lapsus en el primero fueron 13 y para el segundo 185, en esta última etapa cinco de ellos correspondieron a la provincia, uno a San Luis y cuatro a Pinar del Río, en ninguno se pudo precisar la fuente de infección.
La mejor noticia es que no hay pacientes ni graves ni críticos en las terapias intensivas del país.
Sigue siendo pertinente que las personas con infecciones respiratorias acudan al médico, usen mascarilla, incluso dentro de casa, y se extremen los cuidados con ancianos, niños, embarazadas, puérperas u otros pacientes de alto riesgo; igualmente en los centros laborales ha de exigirse porque no acudan personas con síntomas; recordemos que la negligencia es un aliado de este virus, facilitándole el contagio y propagación.
Hay una tendencia al incremento en todas las provincias, también debe llevarse el nasobuco en locales cerrados, colas y otros espacios donde existen aglomeración de personas y retomar el hábito de desinfectarnos las manos con frecuencia.
SIN VUELTA ATRÁS
Doy por sentado que nadie desea un retroceso en el control de la pandemia y aunque este año hemos tenido otras zozobras, especialmente en el orden económico, nada comparable a lo que vivimos en Pinar del Río entre junio y septiembre de 2021, seamos entonces conscientes de la responsabilidad individual, que no vuelva a convertirse la baja percepción de riesgo en el talón de Aquiles, en esta lucha contra un virus.
¡Ah! Y cuando hagamos el recuento de este 2022, que no quede fuera el trascendental hecho de que nuestros labios volvieron a besar, sin miedo a que fuera un acto que condujera a la enfermedad o hasta la muerte, y que lo hicimos gracias a la ciencia cubana.