El totí carga la culpa del mal resultado en la cosecha de arroz del campesino, pero otras aves comen de la misma espiga en su nombre. En el orden de las relaciones humanas existen quienes tienen que asumir la culpa de otros y servir de blanco de calumnias infundadas, pues siempre habrá quien preste su oído y asuma la misma actitud aversiva contra la supuesta víctima.
Es fácil de interpretar cuando notas que en otras personas subyace una conducta inapropiada, nada amigable hacia ti.
Cargar con culpas ajenas no es agradable para nadie y menos si percibes que alguien se hace eco de ello, porque con su actitud expulsa agravios venenosos con toxinas de odio y desprecios al manifestar dosis de ingratitud con arrogancia.
El antídoto contra ellos puede ser el rechazo o ignorarlos, pero se corre el riesgo de caer en planos bajos y cargar sobre los hombros la culpa del totí. Entonces hay que dejar correr el tiempo y tener paciencia hasta convencer con la pasividad noble del espantapájaros.