“Se acaba la Serie y se nos va la clasificación”, escuché decir a un señor añoso con su radio chino al oído, mientras conversaba en el estadio con otros colegas más. Aquel hombre hablaba con pena, como al que se le va una parte importante de su existencia. Y no dejaba de tener razón, prácticamente la pelota se nos acaba en Pinar del Río, al menos por esta Serie.
Aunque solo opciones matemáticas nos restan, y combinaciones de derrotas de otros, asegurando un juego perfecto, podría hacerse el milagro de la clasificación. Claro, al igual que aquel septuagenario soy de los que piensan que debemos sacar escarmientos de lo sucedido.
Un conjunto que terminó de líder en el primer tercio: El de mayores batazos de largo alcance, el segundo mejor balance de pitcheo, y hoy está casi muerto.
¿Qué fue lo que pasó entonces?
“Lo que pasa es que, aunque son jóvenes, no se jugó bien la pelota, compadre”, proseguía aquel aficionado de mirada recia discutiendo con sus interlocutores, al tiempo que esbozaba un grupo de elementos.
Para el análisis quedan los pésimos números exhibidos a la defensa (961). La cantidad de hombres dejados en circulación (530). El evidente déficit de entrenamiento dentro del campeonato, aunque algunos técnicos afirmen que fueron las malas jugadas las que definieron la ruta. Soy un convencido de que es la acumulación de todas estas, lances erráticos y acciones deficientes, las que hoy nos tienen aquí, justo al borde del abismo.
“Sí, pero no todo ha ido mal, hay muchachos que al menos se lucieron”, gritaba otro menos joven que se incorporaba al diálogo mientras casi no alcanzaba a escuchar.
Y la verdad, hay atletas que sobrecumplieron al cabo de la ruta casi concluida.
Si bien es cierto que la pelota no solo es tirar, lanzar o correr, que depende de dinámicas internas, de cohesionar al conjunto, de aspectos psicológicos, la verdad es que esta novena por momentos se vio carente de ese factor motivacional que los mantuviera estables.
Si a esto se le suma la salida en medio del torneo del astro Bladimir Baños, la ausencia en algunos partidos como visitador del mejor promedio de carreras limpias del campeonato Erly Casanova, entonces la tarea es titánica.
Alexander Urquiola y su equipo de dirección, claro que se equivocaron, como todo mortal no están exentos de errores, pero no creo que estos tengan mayor peso que los aciertos. Eso sí, la pelota pinareña tiene que, de una vez y por todas, hacer funcionar su famosa comisión de scouting, esa que sus propios miembros desconocen la verdadera función que cumple.
No es posible que una tierra prolífica, de buenos entrenadores, se dé el lujo de no aprovechar esa experiencia que les caracteriza y están dispuestos a entregarla.
Tampoco es descabellado organizar un concentrado desde ya por áreas de trabajo. Aquí pudieran llegar muchachos que hoy denotaban cansancio con los bates o lanzando, y los ayudará a eliminar esos errores, y ser mejores beisbolistas. Ojo, no se trata de masividad, sino concentrar la calidad en esos que son de interés para nuestra pelota.
La recta final mantiene a muchos calculadora en mano, como al abuelo de esta historia, que les comento, fue real, ese que al ver lo acalorada de la discusión en el graderío, lentamente se alejaba y acercándose hasta mí me preguntó en voz baja, “¿periodista, usted cree que clasifiquemos?”.