Por estos días, los apagones se convierten en el plato fuerte de las conversaciones. En las calles o en las redes no se habla de otra cosa, a pesar de la estela de problemas y carencias que vive el cubano.
Nada compite con estar sin electricidad. Cada cual tiene su historia de mosquitos, calor, falta de sueño, comidas echadas a perder, pésimos estados de ánimo, ojeras, agotamiento.
Algunos se desquitan vía telefónica o en las plataformas digitales con las entidades encargadas de organizar los horarios en que se retira el servicio, y muchas veces llevan razón. Otros, no tienen en cuenta que detrás de ese teléfono hay alguien en igualdad de condiciones que, además, tiene que hacer su trabajo.
SIN TIEMPO PARA EL DESCANSO
Al llegar a la UEB Despacho Provincial de Carga, perteneciente a la Empresa Eléctrica de Pinar del Río, notas que no hay tiempo para contarse la última novedad o el capítulo de la novela que no se pudo ver. Solo con observar el panorama, por algunos minutos, te das cuenta de que allí no se descansa.
“Aquí se trabaja las 24 horas por turnos rotativos. Pero la verdad es que no hay feriados, ni sábados ni domingos. La labor del Despacho, desde su creación, consiste en mantener el servicio ininterrumpido y los valores de voltaje a los clientes, ese es nuestro objetivo, y sería lo ideal. Pero hoy no es así, pues es desde aquí que se dan las órdenes a los operadores de las subestaciones de retirar o poner la corriente”, explica Idulvis Acuña Velázquez, directora de la UEB.
Hasta el Despacho llegan los reportes para atender las interrupciones, desde los niveles de voltaje más sencillos hasta la transmisión. Su misión es la de despachar, planificar y supervisar la operación del Sistema Electroenergético Nacional y evaluar su efectividad.
Sin embargo, en estos tiempos la UEB lleva todas las de perder con la población. “Por mucho que hagamos, nunca nadie va a estar conforme con un apagón, ni siquiera uno mismo, que sabe cómo funcionan las operaciones”, refiere Acuña Velázquez.
Desde el ocho de marzo, el Despacho se mantuvo fuera de lo que se estableció por horarios y bloques. A partir del pasado martes, el panorama comenzó a tener cierta mejoría.
“Con el programa de 12 circuitos distribuidos en dos bloques se iba rotando en dependencia de la carga, y se daba la posibilidad de hacerlo con mayor frecuencia. Pero la situación de los últimos días fue bien compleja.
“No es cuestión de caprichos o de quitarle la corriente a un circuito determinado, como piensan algunos, sino que se va evaluando constantemente para, en dependencia de las horas, rotar. Muchas veces nos ha pasado que del Despacho Nacional nos dicen que hay que ‘abrir’, y entonces sucede que hay circuitos donde solo se ha dado servicio por dos horas.
“Cuando del Despacho Nacional se nos solicita retirar la carga hay que hacerlo, de lo contrario puede colapsar el sistema. Tenemos un procedimiento de operación que es inviolable. Las órdenes nacionales se respetan, así como se respeta la orden del despachador en la provincia cuando manda al operador a apagar un circuito. Así funciona nuestro sistema.
“No es por preferencia, qué más quisiéramos que dar servicio, es mucho mejor para nosotros trabajar con todos los circuitos encendidos. Normalmente, cuando hay fallas o averías, se resuelve la situación bastante rápido, pero el apagón es diferente.
“A nosotros nos pasa como al resto de la población. Te levantas a oscuras y así mismo te acuestas. Encima de eso, cuando estamos aquí tenemos que apagar a nuestra familia, a nuestros amigos, sin preferencias. En cada circuito siempre hay alguien conocido, es difícil”, apunta la directora.
Más difícil aún resulta lidiar con la población que siempre llama para quejarse o reportar una avería; no obstante, asegura Acuña Velázquez, que por su parte intenta explicar de la mejor manera posible y de ayudar, aun en momentos en los que pasa por situaciones familiares delicadas.
“Siempre contesto el teléfono, porque sé que no tener servicio en la casa es complejo, y mucho más tener una interrupción y que nadie te apoye. Pero el que está apagado, por mucho que le expliques, no entiende.
“Y no solo el apagón. Ahora pasa mucho que después de nueve horas sin corriente, cuando se restablece el servicio, ocurren cargas pico, debido a que se conecta todo a la misma vez para tratar de adelantar, y se explota un transformador, porque los circuitos no están preparados para eso. Entonces es peor, porque en las pocas horas que debían tener corriente, siguen apagadas”.
SIN DISTINCIONES
“A veces las personas no entiende que somos parte de la población también, y que nuestros circuitos se apagan igual. Al trabajar aquí comprendemos un poco mejor lo que sucede, por eso tratamos de explicárselo a las personas que a veces nos abordan en la calle, pero es complicado”, apunta Dianelys Hernández, una de las especialistas en redes y sistemas que trabaja en el departamento de Regímenes.
“En el horario en el que estoy trabajando, me ponen la corriente en la casa, ¿quién cocina si estoy aquí? Cuando llego está oscuro, me ponen el servicio a las tres de la mañana que es cuando se supone que voy a dormir algo. Sin embargo, a veces hasta en el mismo barrio piensan que por laborar en el Despacho una tiene privilegios, y no es así, sufrimos igual”, afirma Betsy Cordero.
Son de las que dan el extra en el trabajo. Pues, a pesar de lidiar con los mismos problemas que el resto, tienen la responsabilidad de manejar, analizar y emitir todas las informaciones que requiere la Empresa.
Para Yainalay Gallardo, auxiliar técnico del Despacho, lo más difícil es hacer turnos de 24 horas y dejar a sus dos niños pequeños con su madre, sobre todo cuando sabe que no tienen corriente. “¡Los mosquitos, mamá!”, es la frase que siempre repite el más pequeño.
Pero al igual que ella, otros jóvenes sienten amor por lo que hacen, a pesar de todo, y han encontrado en el colectivo del Despacho una familia, pero también el lugar donde quieren crecer, superarse.
Julio Miguel González Cires es el jefe de operaciones. Aunque es graduado de Informática, se enamoró de la labor que realiza, y hoy es la mano derecha de la directora y quien domina todos los módulos con los que se trabaja. “Debo estar aquí hasta las cinco de la tarde, pero la verdad es que siempre que haga falta estoy, no me interesa quedarme hasta tarde o tener que venir los fines de semana. Gracias a eso he aprendido a hacer de todo”, subraya.
En el Despacho hay cinco jefes de turnos, para muchos podrían ser los villanos de la película, pues son los que dan la orden de retirar la carga, pero en realidad, es una faena de mucha tensión.
Intercambiar algunas palabras con Osniel Ramos Martínez no fue nada fácil. Verlo atender tantas cosas al unísono puede ser desgastante, y así es su día a día: atender el teléfono que no para de sonar; estar pendiente de la pizarra; anotar datos, cifras; dar instrucciones. Todo eso en un ciclo constante que, al parecer, no tiene fin.
“Cuando sales de aquí y llegas a la casa, sin corriente, no queda más remedio que calmar a la familia. Cuando te pasas una madrugada sin dormir, ¿cómo llegas al día siguiente a enfrentarte a un trabajo de este tipo?, agotado completamente.
“Y aquí hay que estar pendiente de todo. En circunstancias normales uno tiene más tiempo para prepararse, pero ahora tenemos una gran responsabilidad, pasas el día entero en pura tensión, después llegas a la casa y tampoco descansas”.
En cada área del Despacho conoces a alguien con una historia similar, como Carlos Alberto Díaz, uno de los despachadores que vive en Consolación del Sur, y al llegar al hogar, luego de 24 horas de trabajo, apenas descansa; o Liset González, la analista que tiene tres hijos y no sabe cómo planificar el tiempo para hacer todo en tres horas de luz.
Advierte la directora que, en este periodo que entró la “Antonio Guiteras”, y que hay cierta disponibilidad de combustible, se espera menos carga retirada, y que por ende los apagones sean de menos horas.
“Se tratará de enmarcar la provincia en los bloques previamente establecidos, de mantenerse las condiciones, las horas de perjuicio van a disminuir”.