La Resolución 111/2023 emitida por el Banco Central de Cuba quedó aprobada en aras de “incrementar la bancarización de las operaciones a través de los canales electrónicos de pagos, adoptar las acciones que aseguren su implementación y se viabilicen los procesos de cobros y pagos, dinamizando las finanzas de todos los actores económicos y su relación con la población”.
El artículo dos de esa norma refiere que son sujetos de ella las empresas estatales, organizaciones superiores de dirección empresarial, unidades presupuestadas; cooperativas no agropecuarias; cooperativas agropecuarias; productores agropecuarios; agricultores individuales; pescadores comerciales; micro, pequeñas y medianas empresas; proyectos de desarrollo local; trabajadores por cuenta propia; artistas y creadores; las modalidades de inversión extranjera y las formas asociativas creadas al amparo de la Ley de Asociaciones.
En correspondencia con ello, y a partir de un grupo de inquietudes generadas en el sector agropecuario, conocidas en nuestra redacción, nos acercamos hoy a los criterios que sobre este proceso sostienen campesinos, cooperativistas y entidades del gremio en el territorio.
En un chequeo reciente del grupo temporal para la implementación de la bancarización se analizó la situación de los establecimientos de Acopio. En ese momento, Niurka Rodríguez Hernández, vicegobernadora de Pinar del Río, indicó revisar el poco avance de la Empresa, aun cuando solo 16 mercados son gestionados por ellos.
“Ya llevamos alrededor de dos años trabajando el tema. Comenzamos con Xetid y el uso de Enzona, después empezamos con Transfermóvil. La mayoría de los mercados tienen hoy los códigos QR para la comercialización. Además, se hizo una guía de evaluación que contemplaba ese aspecto, pero tenemos que decir que no se usa, no hay cultura de eso por parte de la población, ni siquiera de los propios administradores de los mercados que no lo promocionan. Tenemos que rescatar eso, que incentivarlo”, refirió Roberto Trujillo López, jefe del departamento de Comercialización de la Delegación Provincial de la Agricultura.
Agregó el directivo que la mayoría de los productores tienen tarjetas, “hoy hay más de 15 000 hechas en la provincia. Hay mercados que poseen condiciones y que están pagando a través de ellas, pero muchos, aun con las condiciones, no lo hacen”.
El proceso de bancarización es también un cambio cultural. Que el campesino hoy no disponga de todo su dinero en la mano y realice sus pagos a través de canales electrónicos, transita por varios aspectos, uno de ellos objetivo, y es la disponibilidad de un teléfono con prestaciones, y el otro también real, es que los obreros o jornaleros les piden su pago en efectivo.
Así lo comentó Armando Blanco García, productor vinculado a la Empresa Integral y de Tabaco Consolación del Sur. “Tengo teléfono, para mí sería una comodidad poder pagarles a los hombres por ahí, sin tener que ir al banco, pero a ellos no les gusta. Solicitan el dinero en efectivo porque desde aquí hasta su casa compran una bolsa de pan, un paquete de refresco, algo que necesiten. Además, se paga los sábados, pero muchos te piden el dinero diario y tienes que tenerlo en la mano. Si no hay dinero, no trabajan.
“Y es difícil porque la fuerza de trabajo en el campo está escasa. Hay quien paga por ajuste, yo pago 300 pesos diarios, además, se les garantiza desayuno y almuerzo, una parte de lo que se cosecha, y así y todo, es muy inestable”.
Criterio semejante sostiene Ibraúl Hernández, presidente de CPA Mártires de La Palma, ubicada en el municipio del mismo nombre: “Es un proceso al que hacen rechazo, porque no están las condiciones creadas a nivel de base para que el campesino le llegue con facilidad. Eso lleva más conocimiento, más asesoramiento. Hay productores que sí usan las pasarelas de pago, pero tradicionalmente en la vida del guajiro, es el hijo el que tiene el celular y el que usa la tecnología, a los más viejos les gusta tener el dinero para invertir, debajo del colchón. La bancarización es algo que viene a favorecer bastante, a eliminar las trabas que hay hoy para los cobros, pero eso lleva conocimiento, adaptación y condiciones”.
En los análisis que se realizan a nivel provincial sobre el uso de las pasarelas de pago en las bodegas, por ejemplo, se ha insistido en que los dependientes deben estar prestos a ayudar a los clientes e incentivarlos para que usen estos canales.
“Lo cierto es que hoy un campesino va a una bodega que está intrincada, y cuando va a pagar de manera electrónica lo primero que te dice la bodeguera es que no hay conexión. Soy de una zona, entre La Palma y Viñales, y en ninguna de esas bodegas hay conexión nunca. Entonces, primero hace falta tener las condiciones para que puedan palpar la realidad. Con el guajiro ‘vista hace fe’”, recalca Ibraúl.
CON PRIORIDAD EN EL BANCO
Sobre la atención a los actores del sector agropecuario, Yoania Ramos García, jefa de Banca Electrónica del Banco de Crédito y Comercio (Bandec) en el territorio, precisó que a ellos se les atiende personalmente dentro de los bancos.
“Las tarjetas de ellos se limitaron por cajeros automáticos y terminales de puntos de venta (TPV). Hay quien refiere que tienen que pagar a sus jornaleros y que muchos no tienen tarjetas magnéticas, pero hay otros que sí las poseen; entonces, el que quiere pagar a sus trabajadores va al banco y solicita la extracción de efectivo como tiene que hacerlo todo el mundo, varios días con antelación, porque ellos retiran grandes montos”.
Reitera Ramos García que son atendidos dentro del banco, pues constituyen actores económicos, y al igual que con los trabajadores por cuenta propia, se analiza con ellos la situación según lo que necesiten, según el monto de dinero que pidan.
“Eso lleva una previa autorización por el director provincial; si ellos lo solicitan con tres días de antelación, que es como está establecido cuando son montos elevados de dinero, no tiene ningún problema, y hasta ahora no ha habido dificultades en las sucursales. Sí es importante que se haga la solicitud con antelación, ya que todas las bóvedas de los bancos tienen un límite establecido, y no es solamente el dinero de los productores, está el que solicita el resto de las entidades y empresas para los salarios”, concluyó la jefa de Banca Electrónica de Bandec.
EN DETRIMENTO DEL PROCESO
A este particular se refiere Rubén García Ravelo, presidente de la CCS Santos Cruz, de La Palma. “Tengo varios productores actualizados con las tarjetas, pero qué es lo que nos golpea en La Palma, el hecho de que el campesino no cobre divisa por el tabaco frena la actividad de la bancarización. Esta es una zona distante del pueblo, no existen en la actualidad varios mecanismos que les faciliten extraer el dinero. Es muy costosa la transportación para trasladarse hasta la cabecera. Y, por otra parte, usan fuerza de trabajo propia de allí, y necesitan el dinero en efectivo para poder moverse.
“No es un problema de capricho, acota García Ravelo, hemos conversado con muchos. Los más jóvenes tienen tarjetas y transporte, por lo que se les facilita hacer ese tipo de actividad. Lo hemos planteado en todos los escenarios, eso hay que ir intencionándolo poco a poco hasta llegarle a la totalidad. El campesino, pasa un año, y no sale de la tierra”.
El municipio de La Palma es uno de los tantos que no posee cajero automático para que el obrero vaya a buscar su dinero, y parece ser que las cajas extras aún no satisfacen las demandas de la población o se desconocen sus bondades.
“Entonces hay que acudir al banco, eso es otra cosa complicada, porque a veces el campesino llega al banco y no hay conexión, o hay mucho cúmulo de personas o cualquier otra situación. Y tiene que regresar 15 kilómetros por un terraplén donde el transporte es muy difícil. Eso nos ha dificultado generalizar la bancarización”, reconoció.
Yosniel Núñez Vázquez preside la CCS Manuel Fajardo, de Viñales, uno de los municipios que dispone de cajeros, pero que en la práctica no son funcionales para un obrero al que el productor le depositó su salario en una tarjeta.
Sobre aquellas cooperativas que están más alejadas, señaló: “Las hay que están a 70 kilómetros de la cabecera municipal, intrincadas, que no tienen forma de llegar por la situación del transporte. Por ejemplo, en los Cayos de San Felipe, entra una guagua dos veces a la semana, cómo el campesino va a tener el dinero en tarjeta si no tienen un cajero cerca. Ni siquiera usan la caja extra y las demás formas de pago. Al campesino le gusta tener el dinero en la mano. Si quienes vivimos en la cabecera municipal pasamos trabajo porque a veces no hay conexión, imagínese el guajiro que tiene que recorrer 30 kilómetros desde Playuela, se pase el día en el pueblo y encima de eso no haya conexión”.
Este, asegura, es un tema que han analizado varias veces en la asamblea, pero los asociados están renuentes a ello.
En la misma sintonía está Yadira García Sánchez, económica de la CPA Augusto César Sandino, también en La Palma, quien expresa que sus productores aún están muy lejos del proceso de bancarización, y de que las condiciones en las que viven les permitan insertarse. “Mi CPA está ubicada en una zona que le llaman Canalete, a cuatro kilómetros del primer pueblecito, donde tampoco hay cajero ni sucursal bancaria. Estamos a 24 kilómetros de la cabecera municipal. Lo rechazan porque lo ven como algo que no tienen en la mano, reconocen que es su dinero, que está seguro, pero así no lo pueden utilizar”.
A todas luces el proceso de bancarización precisa de miradas diferentes en el sector cooperativo-campesino, en el que no todos cuentan con las facilidades para sumarse. La bancarización, cuya implementación persigue una mayor transparencia en la actividad financiera de forma general, tiene sus pros y contra, según el lugar y la labor que se ejerza, y con esos mismos matices deberá ser analizado.