Hace algunos meses se publicó la historia de Leidy María Díaz Morejón, productora de la finca Los Encinos en la CCS 17 de Mayo, una mujer que contra todo pronóstico hizo del campo su vida, sus días y sus metas.
Esta campesina, vecina del consejo popular de Puerta de Golpe en el municipio de Consolación del Sur, trabajó a brazo partido para conquistar el sueño que siempre quiso hacer realidad: su propio proyecto agrícola.
En sus comienzos, solo con tesón y los deseos de ser útil, inició un movimiento que hoy, pese a todos los contratiempos, ofrece muchas alegrías a la comunidad que habita.
Tras el paso del huracán, como todos, Leidy perdió mucho, pero eso no la hizo desfallecer, todo lo contrario. Se empeñó en recuperarse para poder crecer nuevamente, y hacerlo con más fuerza.
LOS ENCINOS
Según las palabras de esta emprendedora, su proyecto consiste en agrupar la mayor cantidad posible de mujeres desvinculadas laboralmente, de esta forma, asegura, cada una de las féminas que compone su núcleo de trabajadoras –su familia como también las llama– vuelve a insertarse a la sociedad de manera útil dentro de un proceso productivo.
“Lo hago, además, como una forma de ofrecerles empleo a aquellas mujeres que llevan tiempo en sus casas. Amas de casa que quieren trabajar y aportar también a la economía de sus hogares.
“Así el proyecto genera opciones de trabajo para ellas, crece esta familia que de a poco hemos creado, y ellas tienen mejores condiciones de vida al interior de sus viviendas. Todo es beneficio”.
Y es que estas guerreras de Leidy son multifacéticas, pues no solo laboran en lo concerniente al beneficio y empaque de las producciones ya cosechadas y acopiadas, sino que marchan al surco y a otras funciones agrícolas como el más rudo de los hombres.
“Mis mujeres son especiales. Están al tanto de todo en la finca, desde las atenciones culturales a los cultivos hasta los toques finales de cualquier producción. Algo importante es que cada una de ellas está lista para asumir la tarea que se le asigne, así nos afanamos”.
TRAS EL PASO DE IAN
Después del azote imperativo de “Ian”, la finca quedó destrozada, pero no hubo tiempo para lamentos. Desde el momento cero, Leidy y sus trabajadoras comenzaron a recuperarse y a revindicar los cultivos perdidos.
“Hemos estado muy ocupadas en recuperar el terreno que perdimos a causa de Ian. Le hemos puesto mucho interés al ordenamiento de la cadena de cosecha, producción y montaje, así como a la conformación de nuevos módulos para la venta.
“Lo otro importante es que tratamos de reinsertar estas tierras a un encadenamiento social, que haga de la finca el complejo agrícola de producción extensiva que queremos”.
Según Leidy, el reinicio de las labores fue a golpe de esfuerzo con la siembra de poco más de tres hectáreas de tomate, de las cuales obtuvieron rendimientos cercanos a las 20 toneladas por hectárea.
También incentivaron la siembra de pimiento, col y otros cultivos, todos con el mismo objetivo: la venta directa a la población local.
“En el caso del frijol solo pudimos cumplir con lo que teníamos contratado y el autoconsumo de la finca, porque no fue una buena cosecha en general. Mientras que en el apartado de la industria ya hoy procesamos alrededor de tres toneladas de salsas de pimiento y pastas de puré de tomate”.
CAMPAÑA DE PRIMAVERA Y DESARROLLO LOCAL
En “Los Encinos”, para la presente campaña de primavera se prevén dos hectáreas de calabaza e igual cantidad de tierras para el melón. Mientras, se trazan estrategias para la siembra de grandes cantidades de pepino, yuca, boniato y otros cultivos de ciclo corto. Todos con destino a los mercados estatales y a la venta directa a la población.
“Ahora estamos enfrascadas en la limpieza de una hectárea de piñas que es uno de los cultivos que más trabajamos acá. Además, continuamos con nuestro huerto de flores y de plantas medicinales que son de gran demanda entre la población local”.
La finca cuenta con un punto de venta en la propia localidad de Puerta de Golpe, el cual siempre está surtido y goza de buena aceptación, según los criterios recogidos entre los vecinos.
“Próximamente queremos crear un espacio dentro de la escuela primaria del Consejo Popular, con el objetivo de poder ofertarles tanto a los niños como a sus padres una merienda escolar variada, diferente y a precios módicos. De esta forma beneficiamos igualmente a los infantes como a las familias”.
Leidy reafirma que la intención del proyecto es la de seguir expandiéndose, generar empleos y ser útil a la comunidad. A la par, coexiste la voluntad de crecer como proyecto social.
“Queremos que aquí se inserten los niños y todos los factores de la zona. Queremos crear espacios para compartir saberes, generar ideas y debates. Nos interesa establecer un ambiente sano desde el campo, que todos vean cómo son nuestras labores y cuánto se puede sacar de la tierra, cuánto se puede lograr con cada jornada diaria. Un lugar para que las personas vean las bondades que da la tierra. Para que salgan convencidos que desde aquí también se hace futuro y Revolución”.
Desde esta óptica de pensamiento, esta campesina y sus trabajadoras son del criterio que nunca es suficiente, que siempre se puede hacer más pese a los tiempos que corren. En esta batalla por la soberanía alimentaria que buscan, para ellas es de vital importancia la autosustentabilidad y la rentabilidad, pero siempre sin perder de vista al pueblo y sus necesidades.
MIRAR ATRÁS
“No se debe mirar atrás, solo hacia el futuro. Pero siempre es bueno saber de dónde se partió y cuáles fueron nuestros orígenes. Eso también nos ayuda a mantenernos humildes.
“Cuando decidí enfrentarme a una vega desde la posición de propietaria no tuve miedo, fue lo que quise y deseé. Afronté el reto que tenía por delante con el mejor de los gustos. Siempre hay quienes te guían y te empujan. Eso lo agradezco.
“Siento que he sido humilde al respecto. Aprendo mucho todos los días. En su momento pedí ayuda y capacitación, y ahora revierto esa sabiduría con mis trabajadoras y el que lo necesite.
“Reconozco además que no solo ha sido mi esfuerzo el que ha empujado este proyecto hacia adelante, sino el de mis compañeras, el de mi equipo de labor. Y eso es lo que me da, de cierta forma, la capacidad de decir que sí se puede y de batallar contra viento y marea.
“Ser mujer no me ha imposibilitado nada, contrario a lo que muchos pudieran pensar. Me ha abierto muchas puertas sobre la base del respeto, la comprensión y el amor.
“Para mí es un orgullo ser mujer, campesina, pero sobre todo cubana. Soy fruto de una Revolución que me ha dado todo, y para mí, no hay hoy gloria mayor que hacer grande a esta Patria con mi esfuerzo”.