No siempre somos afortunados, pues casi nunca logramos develar esa pasión que llene nuestras vidas. Para muchos, tal éxtasis llega en edades tardías, cuando ya el disfrute no suele ser tan placentero, por aquello de la espera del final.
Sin embargo, hay quienes descubren el secreto y lo gozan plenamente, como si no existiera un mañana. Tal es el caso de Francisco Castillo Salgado, quien hace más de 13 años dejó a un lado la tiza y el pizarrón por un pedazo de tierra, con el único fin de cultivar flores.
“LA MINA”
Como en una vieja leyenda, Francisco bautizó su finca, ubicada en el consejo popular Pilotos, como La Mina, pues a su criterio, había encontrado oro al comenzar a labrar la tierra y florecer su empeño.
Así, de a poco, implementó prácticas agroecológicas y alternativas sostenibles para mantener los suelos, hasta convertirse en un lugar de obligatoria referencia para floricultores y campesinos por igual.
“Este es un pedazo de tierra al que le he brindado mucho cariño y atenciones especiales. Tanto es así, que está declarada por la ANAP nacional como finca agroecológica de referencia.
“Esto por supuesto que me enorgullece mucho, ya que sé lo difícil que es obtener esta condición con un único cultivo que son las flores; pero con ellas me siento a gusto y les alegro la vida a los demás”.
Francisco argumenta que, entre muchas otras prácticas, aplica un novedoso sistema de drenaje para evitar la erosión de los suelos, además, utiliza la lombricultura y el humus de lombriz y la materia orgánica para oxigenar la tierra. Comenta que trabaja en incorporar un sistema de riego mediante un ariete hidráulico para los tiempos de sequía.
“Aquí se realiza toda la roturación y preparación de la tierra a base de tracción animal, no tenemos equipos mecanizados ni mucho menos utilizamos fertilizantes o elementos químicos. También contamos con barreras vivas y practicamos el arrope de los cultivos. Toda esta integración de buenas prácticas nos ha dado rendimientos superiores a los tradicionales, por lo que estamos muy contentos”.
Al momento de solicitar estas tierras, asegura que fue muy cuidadoso, pues analizó al detalle las condiciones geográficas y geológicas del lugar. Gracias a ello, con los recursos naturales coexistentes fue posible y oportuna la aplicación de la agroecología en sí.
“En los comienzos no fue fácil la tarea. Estas tierras estaban pobladas de aroma y los suelos bastante deteriorados, tenían un nivel de erosión elevado, pero sabía que con lo endógeno podía conseguir maravillas”.
LAS FLORES
En “La Mina” el cultivo principal y casi que exclusivo son las flores. Estas tienen un objetivo especial a cumplir, que es el de mediante su belleza y frescor llegar a todos los habitantes del Consejo Popular para los diferentes escenarios que se necesiten.
“Nosotros comenzamos a raíz de que no existía un lugar donde comprar u obtener arreglos florales para los funerales o eventos alegres. Hacerse con un ramo de flores era una verdadera odisea para los pobladores de la zona.
“Cultivamos cerca de 14 variedades de flores para los arreglos florales de los velorios y las fechas significativas. También tenemos un apartado para las flores finas como los príncipes negros y demás, para ocasiones especiales de celebración de 15 años, bodas y otros”.
Según Francisco, de las variedades anteriores, ocho se mantienen durante todo el año, y solo cinco se siembran para fechas señaladas. Para lograr esta consecutividad utiliza las semillas que el mismo extrae, procesa, beneficia y almacena.
“A la hora de la recogida seleccionamos los mejores especímenes para tener la certeza de obtener semillas de óptima calidad, esto asegura el ciclo de producción ininterrumpido durante todo el año. No obstante, aquí existen matas de rosas y otras variedades que ya tienen más de 10 años y siguen tan vivas, saludables y floridas como el primero de sus días, lo cual dice mucho de nuestra política agrícola”.
Gracias al esmero y tesón de Francisco, hoy se cumplen todos los encargos sociales de su proyecto, y los resultados hasta la fecha son excelentes. Tanto es así, que aparte de suplir la demanda de flores de su localidad, aporta a las cabeceras municipales y provinciales.
¿SATISFACCIÓN PERSONAL?
Francisco refiere que fue en el 2020 cuando vio la oportunidad, al abrirse las facilidades para el trabajo por cuenta propia, de dar un giro en su vida y dedicarse entonces al campo.
“Ya son más de 13 años en la finca, siempre con la tenacidad de no dejarme amedrentar por el clima ni por las adversidades que puedan surgir en el camino.
“Algo importante para mí es que en este tiempo no he tenido ni una queja ni una insatisfacción con el servicio que brindo, y eso es algo que me impulsa cada día a trabajar más y mejor”.
“Provengo del sistema de Educación. Soy un profesional al que le ha gustado toda la vida el magisterio. Fui profesor de Matemáticas durante 27 años. Soy graduado del Instituto Superior Pedagógico. Sin embargo, mi pasión estuvo siempre en las labores en el campo, en los asuntos relativos al respeto medioambiental, las energías renovables y demás.
“Supongo que sí, que soy feliz, que soy dichoso, que me siento realizado”.
Pero a pesar de esta afirmación, expresa que todavía tiene muchas ideas con las que quiere experimentar, y que debe dar un salto, evolucionar a un estado superior, en el cual sus flores sean las más bellas de la provincia.
No obstante, Francisco no se ha quedado quieto en este tiempo, no se ha conformado solo con las flores, y aunque no lo reconozca, ha evolucionado.
Hoy en “La Mina” coexisten pequeñas parcelas de frutas como el maracuyá, el plátano y otras. Además, con el objetivo de obtener alimentos, cuentan con una pequeña extensión de frijoles y se pretende concluir un estanque para la siembra de alevines de bagres. “Soy del criterio que la vida no alcanza para hacer lo que a uno le gusta. Y esa ha sido siempre mi prerrogativa. Solo pido salud y muchos años más para brindar alegría”.