Según la última publicación del Anuario Estadístico de Salud Pública, el 15,5 por ciento de los habitantes de Pinar del Río son menores de 14 años, mientras que el 22,6 tiene más de 60; en este grupo, las mujeres son mayoría, rebasando ligeramente la mitad; datos que ilustran las tendencias demográficas de la nación, el envejecimiento y la baja tasa de natalidad que impiden el remplazo poblacional.
Más allá de una estratificación por grupos etarios, urge la búsqueda de soluciones a problemas asociados a tales indicadores, sin duda, la disponibilidad de fuerza de trabajo es uno de ellos, así como la calidad de vida de los ancianos en un país que atraviesa por una profunda crisis económica y un proceso inflacionario al que no se le vislumbra un fin cercano.
La pensión media de la provincia es de 1 897 pesos con 56 centavos, incluye todos los pagos sin precisar concepto. Para los 857 que se acogieron a la jubilación en el 2024, este indicador es de 2 858; aunque hay un incremento, sigue siendo bajo para enfrentar el galopante aumento de los precios, que se combina con irregularidades en la disponibilidad de prestaciones básicas más accesibles como la canasta familiar normada.
Se realiza un estudio de la situación socioeconómica de 64 mil 377 jubilados y pensionados de la seguridad social hasta la cuantía de dos mil 300 pesos, se han visitado hasta la fecha 24 mil 283 y de ellos cinco mil 160 proceden para ser protegidos por el régimen de la asistencia social.
De acuerdo con la información ofrecida por las diferentes entidades de subordinación local a la Dirección Provincial del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), están reincorporados al trabajo 866 jubilados, 155 ejercen diferentes actividades del sector no estatal y el 49,5 por ciento labora en Educación.
“Más allá del número, lo importante es que existe esta posibilidad para los adultos mayores que estén en condiciones físicas y mentales de seguir activos, lo que les incrementa sus ingresos, porque sabemos que hoy las pensiones no son suficientes para enfrentar el costo de la vida, y es también una manera de dar respuesta al déficit de fuerza laboral, pues son más los que llegan a la edad de jubilación que los que arriban a la de inicio”, acota Alina Hernández Martín, directora del MTSS en el territorio.
FUI VULNERABLE
Blanchie Sartorio ejerció por más de 40 años el periodismo, ya rebasaba la edad de jubilación y seguía activa, tuvo problemas de salud y trató de seguir activa, pero el nivel de exigencia que no tenía en cuenta sus padecimientos la llevó a acogerse al retiro.
“Tenía más edad y tiempo de servicio que los requeridos para hacerlo”, su pensión es de poco más de 2 000 pesos, “el pico lo ahorro y me lo regalo en diciembre.
“No soy vulnerable, pero lo fui: jubilada, cuidando a dos adultos mayores, con pensiones inferiores a los 1 500 pesos, y mi hijo con trabajos eventuales”.
Lamentablemente fallecieron los familiares a su cargo, madre y tía, lo que le permitió reincorporarse al trabajo; labora como jefa de despacho del presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec), en la provincia, asegura que a sus 72 años se siente muy bien, a ojos vistas se percibe más activa, cuidada su imagen y vital.
Con el salario que devenga, sumado a su pensión, tiene ingresos de 5 000 pesos al mes, “desayuno, almuerzo y como, pero no da para comprar meriendas que hacen falta, estoy mejor que otros; pero creo que hay una generación de adultos mayores que nos quedamos en Cuba y estamos como que perdidos”.
Ella fue la primera periodista de la provincia en acceder a la compra de un automóvil por sus méritos laborales, hoy ese vehículo está detenido y carece de medios para repararlo. Comenta que no le gusta pedir nada, tiene dos sobrinos residentes en los Estados Unidos que la ayudan, no es algo permanente, pero al menos, ante necesidades apremiantes puede recurrir a ellos.
SIN CONTAR LOS AÑOS
Gumersinda Castro de los Reyes no se dio cuenta del momento en que cumplió 60 años, tan es así, que siguió ejerciendo como profesora de Química en la enseñanza Preuniversitaria, en las entonces escuelas en el campo del plan Enrique Troncoso del municipio de Pinar del Río.
Asegura que no interrumpió su labor ni un día, porque hizo los trámites para el retiro junto a los de la reincorporación. Con 75 años es la presidenta de la Cátedra del Adulto Mayor en la universidad Hermanos Saíz, y es inspectora provincial de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR).
Con más de cuatro décadas de labor en las aulas, su pensión inicial fue de poco más de 500 pesos, con la tarea ordenamiento y el incremento que se hizo llegó a 2 000, y es la que actualmente posee más el pago por las actividades que realiza.
Su esposo también es jubilado, reciben ayuda económica de los dos hijos: el varón residente en Estados Unidos, y la hembra cumple misión internacionalista por el sector de la Salud en Costa Rica, los hijos de esta última, dos jóvenes universitarios, están al cuidado de ellos.
La responsabilidad de los nietos y la ayuda de su esposo con las tareas del hogar, más el apoyo espiritual, es lo que le permite cumplir con sus muchas obligaciones laborales.
Sobre las razones para estar trabajando arguye el deseo de ser útil, “creo que todavía puedo dar mucho más, todavía no estoy satisfecha en lo que he logrado, por eso quiero seguir, continuar, dejar algo útil en la sociedad, transformar, crear, porque creo que en las crisis se origina desarrollo”.
Y ejemplifica que durante el periodo de distanciamiento social que impuso la Covid-19 diseñó una estrategia para la atención al adulto mayor, desde casa, en familia, proyecto al que actualmente dan continuidad, pues saben que cada día crece este segmento poblacional y necesita cuidados. Puntualiza que trabaja con los jóvenes para fortalecer esos valores de responsabilidad familiar, “porque son ellos los que conviven con sus padres, tíos, abuelos, y si no se les enseña, ¿cómo lo van a hacer?”.
OTRAS REALIDADES
Con la actual situación económica que atraviesa el país, una de las tendencias que se da en la actualidad es que las personas, aunque arriben a la edad de jubilación, si se sienten en condiciones de continuar trabajando, no se acogen al retiro y prosiguen acumulando años de labor, que al final les beneficiarán en sus pensiones cuando sea impostergable.
En Pinar del Río, 18 000 ancianos viven solos, no siempre en condiciones de propiciarse el sustento, algo en lo que ha incidido la última ola migratoria, sin dejar de reconocer la existencia de otras causas, entre ellas, el abandono de familiares con responsabilidad de cuidarlos, e incluso, la imposibilidad de hacerlo, porque los ingresos que tienen, aun siendo trabajadores, les impide asumirlos.
Esas personas que hoy sobrepasan los 60 años, con el rostro cubierto de arrugas y las cabelleras encanecidas, merecen todas las oportunidades para envejecer de la forma que elijan: quienes quieran mantenerse aportando y puedan hacerlo, y quienes deseen disfrutar del descanso que no los lleve la necesidad económica a renunciar a él. Como sociedad, se lo debemos.