Orlando Barrera Mireles fue recientemente merecedor del premio colateral que otorga la revista La Gaveta en el Salón de Arte Joven, por la pieza Sol-préndeme, la cual forma parte de su primera exposición personal en la provincia.
Con una formación en las artes plásticas, este muchacho precisa que cuando cursaba el tercer año en la escuela profesional de artes plásticas de Pinar del Río, conocida como La Villena, el centro cerró y les hicieron un traslado hacia La Habana, por lo que se graduó de nivel medio superior en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, en 2014.
Después ingresa en la Universidad de las Artes en el perfil de Conservación y Restauración de obras de arte, donde concluye sus estudios en 2022.
“Tengo una carrera de artes visuales que trato de mantener constante y en producción, sobre todo, vinculado con el proyecto Farmacia en el Museo de Arte de Pinar del Río (Mapri), que es a mi entender el que se ha encargado de la formación de niños y jóvenes en las artes plásticas en la provincia tras el cierre de la escuela”.
Según su criterio “al cerrar la escuela se cortaron las alas a muchos niños, pues las plazas para La Habana se han reducido considerablemente, no obstante, siempre que haya talento, las artes plásticas van a seguir desarrollándose en una provincia como esta, tan prolífera en artistas”.
Hasta el momento ha participado fundamentalmente en exposiciones colectivas en el territorio, en dos bienales en La Habana, a través de Farmacia y en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales.
Al referirse a su trabajo en la AHS precisa: “Expongo dentro del Salón de Arte Joven, me invita Lázaro Prieto, uno de los vicepresidentes de la Asociación, por este trabajo de mural efímero que venía realizando.
“Los murales son Insomnios, ese es el título. Son procesos creativos nocturnos, en los que me mantengo despierto la madrugada entera y en un espacio de tiempo de cuatro o cinco horas descargo sobre las paredes. Los murales poseen un alto valor estético, en tanto se puede ver desde lo decorativo, aunque también tienen un trasfondo conceptual. Marcado por agua fue el primero que hice en el Consejo de Artes Visuales, después Gran montaña de cuerpo, le siguieron Aliviadero y ahora Sol-préndeme”.
La inauguración de la muestra en la AHS coincidió con la apertura de la quinta convención de tatuajes Ink Factory, promovida por la Asociación.
EL TATUAJE COMO ARTE
Esa misma línea de trabajo mantiene en su estudio Aguantaguja, una suerte de taller creativo que ha abierto las puertas a varios jóvenes que apuestan por el trabajo en equipo.
“Durante el tiempo en que estuve en el ISA empiezo a inclinarme por el mundo del tatuaje y desde que inició trato de establecer una vinculación, intento que se fundan los márgenes entre lo que es el tatuaje y las artes visuales.
“Mantengo mi carrera profesional, entonces se trata de un artista de las artes visuales que incursiona en los procesos del tatuaje, y se hace una simbiosis entre lo que pienso como artista visual y lo que representó como artista del tatuaje”, reflexiona Barrera Mireles.
“Siempre trato de darle el toque de originalidad a los trabajos mientras la persona me lo permita, les explico cómo funciona mi proceso creativo y llegó a un consenso con ellas para tratar de darle ese toque artístico al tatuaje, de manera que no sea una copia o una representación ya hecha. La mayor parte de las veces vienen claras de lo que se quieren hacer, pero principalmente en el último año, el énfasis de que te den libertad creativa mejora”.
En este debate que se establece sobre si el tatuaje es arte o no, el joven asiente que lo primero es que se cumplan los protocolos de sanidad, se empleen los materiales adecuados, las tintas que son orgánicas y agujas de calidad; todo ello como garantía de un buen trabajo.
“Partiendo de ello, sobre si es arte o no, yo lo veo en dos grupos: artistas del tatuaje que tratan de que se note un sello, que haya originalidad, que se sienta que cada pieza es diferente, y está el tatuador artesano que se dedica a representar de manera fiel modelos de un catálogo.
“Incluso hay referentes anteriores utilizando el tatuaje dentro de las artes visuales, un ejemplo de ello es el artista Cildo Meireles.
AGUANTAGUJA
Barrera Mireles, asociado también al Fondo Cubano de Bienes Culturales, tiene en Aguantaguja su estudio de trabajo.
Se refiere a dos cuestiones que le resultan esenciales: al difícil acceso a los materiales y al no reconocimiento del tatuaje como actividad que se pueda legalizar para ejercerla como cuentapropista.
“El tema de los materiales es difícil porque no hay un mercado establecido, todo se consigue en el mercado informal; las personas los traen del extranjero, a veces se hace por encargos o quienes vienen a tatuarse nos pagan con materiales. Y como todo lo que hoy se importa, puede salir tres o cuatro veces por encima de los costos originales.
“El tatuaje posee, además, el matiz de lo desechable, todo tiene que contar con niveles de esterilización, certificación de las tintas. Tenemos mucho cuidado con la adquisición de los materiales, trato de pedir justo lo que necesito”.
Defiende la idea del trabajo en equipo, al entender que es mejor la creación en colectivo. “Siempre es más productivo porque es un constante aprendizaje, lo que uno piensa lo hace el otro, el trabajo grupal en los artistas propicia un mayor desarrollo”.
En correspondencia con ello surge Aguantaguja, un estudio que incluye tatuadores, perforadores, diseñadores, fotógrafos y aprendices. “Decidimos unir esfuerzos e intereses en un mismo lugar para dinamizar el proceso. La idea es compartir el conocimiento y darle una formación más organizada a los muchachos que tienen interés y talento”.
Al ser inquirido sobre si Aguantaguja es un negocio, un proyecto o estudio, reveló: “Es un estudio de tatuaje que tratamos que sea lo más completo posible, por eso hacemos perforación, diseños personalizados; es un negocio también, en el mundo entero el tatuaje lo es y es un proyecto en expansión con ánimos de que sea en el futuro un centro cultural con otros servicios.
“La perspectiva es legalizar el nombre del estudio como marca comercial y tratar de establecer un mercado para el tatuaje en Cuba con el nombre Aguantaguja, con venta de materiales desde Pinar del Río. Queremos tener un espacio donde se pueda vender souvenirs, hacer diseño de ropa, pero también una peña donde se reúnan los artistas, siempre desde la visión de las artes visuales”.