Apenas pasaban las ocho de la mañana, pero el sol estaba fuerte, y ni siquiera los altos pinos o las nubes grises apiñadas en el horizonte mitigaban su intensidad. La sensación de calor era agobiante, a lo que se sumaban los insectos y la ausencia de brisa; sin embargo, Félix Quintana Hernández ya hacía rato que había iniciado su jornada.
Lo vimos salir de un empinado camino forestal, manejaba una yunta de bueyes a la que iba sujeta ese rústico aditamento que los campesinos llaman rastra, y que es una base de forma triangular, conformada por troncos de madera, sobre la que colocan las más disímiles cargas; él llevaba un tanque lleno de agua, el sudor de su cuerpo, prueba fehaciente del esfuerzo volcado en la tarea.
Intercambiamos saludo y le pedimos información sobre los hombres que estaban extrayendo resina del pinar, nos ofreció detalles y siguió su ruta, minutos más tarde volvimos a encontrarnos, esta vez paramos y fuimos hasta él para conocer un poco de su historia.
DESDE MUCHACHO
La segunda conversación tuvo lugar junto a una pila de troncos, apilados en forma cónica, sobre los que Félix lanzaba paladas de tierra, estaba concluyendo el montaje de un horno de carbón.
Este hombre de 46 años asegura que aprendió los secretos de este oficio desde muchacho, como otras tantas labores que cotidianamente ejecuta junto a su padre en la vega familiar, ubicada en el consejo popular Los Jazmines del municipio de Viñales.
El área no es muy extensa, “da para comer y eso es lo importante”.
Casado y padre de un niño de cinco años, reconoce que demanda esfuerzo físico, pero es un trabajo que hace a su ritmo, solo, “si quiero soltar la pala ahora mismo e irme a descansar hasta que baje el sol, puedo hacerlo, no tengo fecha de entrega, es la que yo me proponga”. Al final, obtiene ganancias que le permiten cubrir las necesidades de los suyos.
Tiene un contrato con la unidad empresarial de base (UEB) Forestal, la entidad determina dónde está ubicada y qué madera puede utilizar, también le compra el producto; el resto de la faena corre a su cuenta.
En un tiempo fue trabajador estatal, y solo se limitaban a la colocación de los troncos y la vigilia, porque hasta el acarreo de la madera lo asumía la administración, ganaba menos, por eso prefiere las condiciones actuales.
El desmonte lo hace manual, con hacha, lamenta que no hay marabú cerca, porque “la gente se queja de que es muy duro, pero yo me entiendo bien con él y da más calidad y rendimiento en la quema”.
Durante los días que dura la combustión, el padre le ayuda con el cuidado del horno, aunque elige asumirlo por sí mismo; en dependencia del tamaño inicial y los sacos que logre, será el beneficio económico que, por lo general, supera los 20 000 pesos.
También realiza carbón como resultante de la limpia de tierras ociosas que se entregan en usufructo, lo contratan, hace el desmonte, saca su producto y en esos casos la ganancia es mayor, porque le pagan las dos tareas.
Aunque sostiene que es un trabajo como cualquier otro, no es lo que quiere para su hijo, “que estudie y no tenga que hacer esto”.
MÁS QUE TRABAJO
El carbón vegetal es uno de los productos que integran la cartera de exportaciones de Cuba, es una importante fuente de ingresos para las empresas forestales, aunque su colocación en el mercado internacional no está exenta de contratiempos.
Su demanda y precio también crece dentro del país, dado por el déficit de generación electroenergética, sumado a la carencia de otros combustibles, por eso es tan importante que todas estas actividades económicas, que generan bienes sobre la utilización de recursos locales, se preserven.
Y no tiene por qué ser el hijo de Félix, pero sí será necesario que en las nuevas generaciones se salvaguarden estos oficios, que forman parte de la identidad rural, no solo constituyen una fuente de empleo y ganancias, se insertan dentro del manejo sostenible de los bosques.
Humanizar más esta elaboración, y que el mayor beneficiado sea ese hombre o mujer que permanece noches junto al horno, son elementos que facilitarán un futuro en el que también haya carboneros.