PINAR DEL RÍO.— La mañana de este domingo estaba muy tranquila hasta que una llamada telefónica rompió el silencio en el puesto de Guardafronteras ubicado en la comunidad costera de Arroyos de Mantua. Una mujer desesperada pedía una soga larga para rescatar a un accidentado de las profundidades de un pozo.
En lugar de prestar la soga, un oficial de Guardafronteras, dos soldados y un oficial del grupo de Destino Especial acudieron de inmediato al lugar.
Bastó poco más de minuto y medio para que el joven Abel Martínez Fiallo salvara la vida de un hombre. Sin demora se ató a una cuerda y descendió los 25 metros que tenía el pozo. Justo en el fondo, ya sin oxígeno, un poco desorientado y con hipotermia estaba Lázaro Iglesias Valdés. Lo amarró por el pecho, debajo de los brazos y a su señal el resto del equipo los subieron.
Así cuenta a JR este muchacho. Vía telefónica narró, paso a paso, la que asegura ha sido la más bonita de todas sus misiones. «El señor había bajado a limpiar el pozo. A esa profundidad falta el oxígeno y no todo el mundo puede bajar tanto, de hecho, en el rescate yo sentí que a partir de los 10 o 12 metros ya empezaba a escasear el aire. Pero se trata de una operación contra el tiempo, es a contrarreloj.
«Cuando subimos le prestaron primeros auxilios y se trasladó al accidentado hasta el policlínico. La gente me aplaudió, su hija estaba allí, también otros familiares. Nunca había hecho algo parecido, y salió bien. Logré salvar a un hombre».
En Arroyos de Mantua la cobertura celular no es la mejor, la conexión menos que menos. En una llamada que se entrecorta constantemente, Abel Martínez comenta que desde pequeño tuvo inclinaciones por pertenecer a las filas del Minint, como su papá, que ya no vive y había sido policía.
De como llegó al Batallón Especial, antes conocido como Brigada, nos cuenta: «Hace tres años pertenezco al Batallón Especial de Pinar del Río. Después de pasar el Servicio Militar trabajé como cuentapropista y un día decidí presentarme a una convocatoria del Minint. En la selección no tuve problemas. Fundamentalmente hay que tener óptimas condiciones físicas y psicológicas, así como altos valores políticos y patrióticos.
«Después vino el entrenamiento; bien fuerte, de mucho rigor, lo más apegado posible a la realidad. Ahí uno se prepara muy bien, justo a la medida que demandan las misiones del Batallón.
«Como soy natural de Mantua vine para acá. Vivo con mi esposa y mi niño de un año y tres meses y aunque hay bastante trabajo, los días más o menos ajetrados no se parecen a este domingo. En cuanto mi mamá lo supo me llamó, orgullosa.
«Siempre aconsejo a los jóvenes que si desean pertencer al Batallón Especial y creen que tienen condiciones para hacerlo, no le teman, es una responsabilidad tremenda y no solo te prepara para el Ministerio sino para la vida».
A sus 25 años Abel sabe de la importancia de su labor en uno de los poblados costeros más relevantes de Vueltabajo, sabe del compromiso de los oficiales con la tranquilidad ciudadana y sabe lo que es arriesgar su vida por la de otro.
Abel sabe que en menos de un día las redes se llenaron de mensajes de agradecimiento para él, personas que no lo conocen siquiera dejaron sus elogios y cariños, porque viven más confiados si hombres como él están cerca.
Mantua, un territorio alejado de la cabecera provincial, con viales maltrechos y que ha sido famoso siempre por el calor humano de su gente y la calidad de sus bailarines, fue noticia este domingo porque un héroe anónimo, sin pensarlo dos veces, puso en alto el deber más sagrado de un hombre: ayudar y salvar a quien lo necesite.