“La seguridad alimentaria empieza por el hombre, por eso aquí lo que se produce tiene como primer destino el autoconsumo, para el comedor obrero y venta a los trabajadores, después el alimento de los animales, también cumplimos con los contratos que tenemos con acopio”.
Esa es la visión de Ariel Prieto Horta, director de la unidad empresarial de base (UEB) Cría José Martí, sobre un programa que desde hace décadas, con más o menos intensidad, ronda las estrategias del Ministerio de la Agricultura.
Y que cuando se pudo hacer más, siguieron las miradas puestas en las importaciones; ahora apremiados por los estómagos, el tiempo, carencias y cambio climático, sin olvidar esa otra espada de Damocles que solemos llamar bloqueo, deja de ser una proyección para convertirse en necesidad apremiante.
Entre las medidas que se adoptan se encuentra la entrega de tierras ociosas en usufructo a campesinos y entidades estatales que estén en condiciones de hacerlas producir.
NECESIDAD Y SOLUCIÓN
La unidad que dirige Prieto Horta tiene como encargo obtener las crías de cerdo para el fomento de la masa en el territorio. El centro, ubicado en el municipio de Guane, cuenta con 1 300 animales; ante la carencia de piensos no tienen mucha demanda de sus producciones, y durante el último trimestre de 2022, por decisión de la Empresa Provincial Porcina de Pinar del Río, entidad a la que se subordinan, se centraron en la ceba.
Ello repercutió favorablemente sobre el salario de los 26 trabajadores; no obstante, el incremento del precio del denominado pienso de inicio, que de un año para otro aumentó 3,7 veces su valor, eliminó tales beneficios; ante este escenario, asegura que el área de autoconsumo es lo que les permite mitigar la situación.
La superficie que dedican a este propósito es 1,7 caballerías de tierra, la cual, mediante un contrato con la Empresa Pecuaria José Martí, tienen en usufructo durante una década, llevan poco más de un año explotándola y debieron empezar por desmontarla, pues se encontraba ociosa.
Carecen de riego, por lo que la yuca, cultivo rústico que demanda de poca agua es el que predomina, utilizan el follaje de las plantas para alimentar a los cerdos que tienen en esa finca y que son los destinados al autoconsumo; destacar que incluyen los de capa oscura.
También como alternativa ante los prolongados periodos sin lluvia introducen la caña de azúcar, de probada resistencia ante la sequía y eficacia en la conversión de peso de los animales.
Paralelamente a otras plantaciones como frijol, soya, maíz, boniato y plátano diversifican el módulo pecuario con gallinas y patos; poseen una yunta de bueyes para el laboreo de la tierra, porque pensar en maquinaria es utópico con el déficit de combustible que atraviesa el país.
Incorporar el kingrass es una de las proyecciones que no han materializado por carecer de semilla; la disponibilidad de simiente es algo que los golpea, a la vez les preocupa la preservación de la que obtienen, especialmente la soya, que es muy susceptible a deteriorarse y es la primera vez que incursionarán en su recolección.
Durante el 2022 entregaron una tonelada de frijol a la Empresa de Acopio. Para el presente contrataron dos hectáreas de maíz y una de yuca, porque como resalta Prieto Horta, cada pedacito de tierra debe tributar al autoabastecimiento municipal.
Los restos de cosecha los emplean también en función del alimento animal, “aquí nada se desperdicia”, acotó.
MÁS QUE DINERO
Esas ventas a los mercados agropecuarios estatales (MAE) también generan ingresos, de hecho, los dos trabajadores que laboran a tiempo completo en la finca autofinancian sus salarios y aportan al resto; para los días que la faena lo requiere, movilizan parte de la fuerza de la UEB hacia las tareas agrícolas.
Igualmente expenden productos a bajos precios, pues lo hacen solo al costo, para el colectivo, a juicio del director, una de las razones por las que, a pesar de haber disminuido los salarios, preservan la fuerza.
Asimismo, es asequible la tarifa de los comedores obreros, cuentan con dos en el centro, uno en la parte exterior para quienes están vinculados a las actividades administrativas, y otro en el interior para los que atienden a los animales, la diferenciación no está en el menú, es para evitar pasos innecesarios por el filtro sanitario y disminuir los riesgos de enfermedades para la masa porcina.
Presumen de la responsabilidad medioambiental que los distinguen al estar en la cuenca del Cuyaguateje, una actividad tan contaminante como la cría de cerdos requiere de extremo cuidado con el tratamiento a los desechos.
COMBATE A COMBATE
La obtención de la Seguridad y Soberanía Alimentaria y Nutricional (SAN) es una guerra en la que hay que ganar cada combate, porque no será un solo escenario el que defina la victoria, en esa lucha hay que ir eliminando metro a metro las superficies agrícolas que hoy son improductivas o están ociosas, acabar con esos “frondosos bosques” de marabú, cuya sola visión confirma con cuánta ineficiencia convivimos.
Como en las grandes campañas bélicas, el éxito no llegará en un solo día, pero cada parcela en la que empiece a gestarse vida vegetal o animal para el consumo humano nos acerca más a la posibilidad de autoabastecernos, especialmente, porque según estadísticas de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), de la República de Cuba, sobre la clasificación agroproductiva de los suelos de Pinar del Río, la mayoría de los que poseemos están evaluados como poco productivos.
Que no falte la laboriosidad de los hombres ni la inteligencia para sacarle el máximo provecho.