Empieza a hablar y le tiembla la voz, volver sobre el tema que tanto dolor trajo, es para ella, como para todas, muy difícil. Recordar lo pasado hace seis años,
cuando someterse a quimioterapia por dos veces fue la única alternativa para brindar rayos de luz a su esperanza, significa hoy la certeza de que Yunaika Ledesma Cosme se empecinó en no abandonar, ni un tantico, su sentido de vivir.
Mañana hace un año de que ella iniciara un proyecto comunitario con el objetivo de brindar apoyo emocional que mejorará la calidad de vida y levantara la autoestima de quienes padecen a causa del cáncer de mama. Tal iniciativa ya agrupa a 40 féminas que apostaron por no rendirse y hoy irradian desde el municipio de Mantua, provincia de Pinar del Río.
EL PROYECTO: INYECCIÓN VITAL
Desde sus funciones en la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) de su territorio, lugar donde labora, planifica actividades cada mes que reúnen a estas mujeres mastectomizadas e intercambian experiencias, dan charlas educativas por distintos centros de trabajo, escuelas, a familias que presentan situaciones similares, en fin, convierten los reveses que un día les deparó el destino, en solidaridad y mano amiga.
“Es un orgullo que este municipio sea el único de la provincia que cuenta con esta iniciativa. Me dediqué a la tarea de agrupar a todas las que conocía que estaban operadas de mama o estuvieron conmigo durante la quimio, las visité, las convoqué y me siguieron. Así logré mi grupo y cada día se suman más”, contó Yunaika, y se refirió también a las muchas lágrimas que derramó pero que no sobrevivieron a las ganas de continuar viaje porque tenía que andar de la mano de sus hijas.
Tuvo que ser valiente tres veces: primero fue su mamá y mientras estaba ella en medio de todo, empezó su hermana, “pero ahí estaban mis tres niñas, una de ellas estudiaba Medicina en aquel tiempo e iba conmigo para la quimio; tuve que ser fuerte para que viera que íbamos a salir de eso, pues su intención era dejar la carrera.
“Para que ella no abandonará su sueño de ser médico, yo tampoco abandoné mi apuesta por la vida. Seguiría adelante y ella alcanzaría el título, ese fue mi reto, siempre supe que podía”.
De nada valieron los muchos libros que le llegaron a sus manos sobre la enfermedad; leer no fue la solución en aquel entonces. Le fue más gratificante disfrutar cada suspiro de sus hijas, ponerse su turbante y salir a reír, no importa si desde el portal de un vecino, en el parque o desde el centro de una discoteca.
Su actitud la recomienda a cada uno de los pacientes con cáncer, pensar en positivo, en lo más querido, seguir adelante, en tanto lo que se desea se alcanza, es la premisa de quien pensó en encender su bravura y mírenla hoy, una guerrera de Mantua.
“Siempre estoy activa, salgo a las comunidades, me interesa acercarme a las recién operadas; les enseño a las niñas y adolescentes cómo hacerse un examen de mama, porque como me enseñaron mis doctoras, es importante conocernos nosotras, a nuestro seno”.
TRIUNFOS DE ESPERANZA
Entre los logros más grandes desde su posición de líder del grupo Rayos de Esperanza está la de haber gestionado para sus miembros un grupo de prótesis, las cuales puso en las manos de cada una como quien pone una manta para el frío.
Burló la fatalidad geográfica de hallarse a un extremo muy distante de la capital y con la ayuda de las principales autoridades del territorio recorrió cientos de kilómetros para traer hasta este lejano occidente un poquito más de ilusión.
Reincorporarlas al trabajo o encontrar nuevos entusiasmos en las manualidades desde la posición de amas de casa fue otra de las ganancias que aportó el proyecto, “sin pedirle nada a nadie, desde nuestros propios esfuerzos, hacemos de cada encuentro un motivo para seguir”.
Con sus lazos rosa se les ve andar a cada una de las integrantes del proyecto, conocen el significado, saben que inspira amor, unidad, esperanza, fortaleza, espiritualidad; van por la vida más fuertes porque vencieron con actitud las adversidades que les deparó el destino.
A Yunaika impresiona verla tan enérgica, así lo asegura su doctora oncóloga Yamirka Sánchez Azcuy, quien después de vivir la terapia con ella y saber lo difícil que fue, no piensa en otra razón que no fuera la de su fe transformada en buenas vibras.
Hasta la Casa de Orientación a la Mujer van a buscarla, le piden su criterio especializado y hasta un examen físico, cual si ella fuera médico y tan solo es una más que se enfrentó a esta enfermedad con aliento y la rebasó. No puede decir que no lloró, derramó muchas lágrimas, pero está viva, “hay Yunaika para rato”.