Considerada la Cenicienta de Cuba por las condiciones de atraso en que vivían sus pobladores y el desinterés de los gobiernos de turno en impulsar obras de beneficio para sus habitantes, las realidades de Pinar del Río antes de 1959 parecen las de un cuento de ficción.
Tanto en el campo como en la ciudad, los vueltabajeros padecían una situación que no era exclusiva de la región más occidental de la Isla, pero sí tuvo en la provincia un impacto notable.
Por solo mencionar algunas cifras ilustrativas, por cada mil nacimientos poco más de 60 niños morían debido a las condiciones de insalubridad y la inexistencia de programas que garantizaran el bienestar de la gestante y su bebé.
Contar con un médico por cada dos mil 500 habitantes limitaba en gran medida las posibilidades de asistencia, sobre todo para los pobladores de comunidades rurales o personas de bajos ingresos, quienes morían de enfermedades curables o por la ausencia de servicios.
Rafaela Pérez, de 84 años, recuerda las vicisitudes de su familia residente en el municipio de Guane cada vez que algún integrante necesitaba asistencia médica.
Quienes estaban postulados a las diferentes instancias del gobierno hacían caso omiso a los problemas de la gente, fundamentalmente de los campesinos, que vivían en condiciones de pobreza extrema; prometían y nada solucionaban luego de ocupar sus cargos, aseveró a la Agencia Cubana de Noticias.
Recuerdo un año en el que mi padre se vio obligado a canjear su voto electoral por una cama en el único hospital existente hasta ese momento en el territorio, debido al deterioro de la salud de uno de mis 11 hermanos, explicó.
La esperanza de vida en la década de 1950 no sobrepasaba en la mayoría de los casos los 53 años; sin dudas, realidades contrarias a las de hoy.
Del 30 por ciento era el índice de analfabetismo y desde Guanajay hasta Guane -municipios que delimitaban el territorio antes de 1976- solo existían mil 422 graduados universitarios, de acuerdo con varias fuentes históricas.
Hablar de electrificación de las viviendas constituía utopía para quien no podía pagarla, de ahí que solo el 27,8 por ciento tenía energía.
Sin dudas, la Cenicienta pasó a ser un calificativo que le venía como anillo al dedo a Vueltabajo; pero el primero de enero de 1959 Fidel Castro emprendió una revolución socialista que devolvió a todos el derecho a la dignidad, la igualdad de oportunidades y la dicha de sentirse realmente humanos.
El Programa del Moncada sería su faro y guía en los inicios, pues contenía los problemas más acuciantes del país hacia los cuales se concentraron todos los esfuerzos, de cara al bienestar de la población.
Actualmente Pinar del Río exhibe una realidad que dista muchísimo de la de hace más de seis décadas.
Esta región cerró 2022 con una tasa de mortalidad infantil de 5,9 por cada mil nacidos vivos, que si bien es superior a lo previsto refleja el esfuerzo conjunto de médicos, enfermeros y especialistas, por contribuir a la felicidad de la familia.
A 50 años de la institucionalización de los estudios superiores en la tierra del mejor tabaco del mundo se registran más de 66 mil egresados de la Universidad de Pinar del Río Hermanos Saíz Montes de Oca, con significativa presencia de las féminas.
Además, profesionales extranjeros de 59 naciones formados en esa institución son muestra irrefutable de los valores del pueblo.
De la mano de la persistencia cotidiana de sus hombres y mujeres, la provincia se levanta cada día e intenta recuperarse del devastador huracán Ian, que el 27 de septiembre último intentó destruir la capacidad de seguir soñando.