Fue su pasión por la espeleología la que hizo que nos adjudicáramos la suerte de conocer sobre la gran Caverna de Santo Tomás, la mayor de la Isla, en la Sierra de los Órganos. Pinar del Río le debe ese hallazgo; pero Cuba agradece también el interés desmedido de este hombre por la exploración de cuevas, pues hablamos de palabras mayores cuando decimos que Antonio Núñez Jiménez (1923-1998) llegó a descubrir y cartografiar más de 1 000 nuevas cuevas en Cuba.
A su vez, el mundo premió los aciertos de quien, más allá de sus fronteras, miró otras tierras desde su perspectiva geográfica innata. Llegó al Polo Norte, a la Cordillera de los Andes y a la Antártida. Organizó y dirigió la expedición internacional En Canoa del Amazonas al Caribe, desde Misahuallí a orillas del río Napo en el Ecuador, hasta la isla de San Salvador en las Bahamas.
El Sol del Perú se hizo pequeño para caber en sus manos; en esa tierra andina fue embajador en representación de Cuba, donde desarrolló un proyecto sobre estadísticas de 72 localidades con petroglifos.
No alcanzan todas las cuartillas de un libro para recrear la ruta que trazó en vida Antonio, el destacado geógrafo, espeleólogo, antropólogo, y ecologista cubano, fundador del Instituto de Geografía Tropical de la Universidad de La Habana y líder de la exploración y conservación de los recursos naturales en Cuba y en América Latina.
EL VIAJE QUE AÚN NO TERMINA
Tamaña razón tuvo Eduardo Torres Cuevas cuando en febrero pasado dijo que “para ser un hombre como Núñez Jiménez había que llevar muy adentro a Cuba”.
Las bibliografías dicen que fue el cuarto descubridor del país, pero Miguel Barnet apuesta por otra teoría cuando apuntó: “…para mí es el segundo: ¿quién descubrió al hombre cubano, su complejidad y esencia?, Fernando Ortiz. ¿Quién vio al país por dentro, sus cuevas, sus montañas, sus ríos y lagos? ¿Quién nos hizo descubrir un archipiélago maravilloso?, él; ellos son el primer y segundo descubridor de Cuba”.
Como padre de estas tierras, así pudiéramos catalogarlo, trabajó incansablemente para pulir la imagen de esta isla, en la promoción de la cultura y la identidad cubana y fue un importante defensor de la preservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.
Destacó también en la vida política, al ser diputado a la Asamblea Nacional de Cuba y embajador de este país en varios lugares de América Latina. Hoy, en el centenario de su nacimiento, su legado es recordado y honrado desde cada rincón donde puso su mano.
¿Cómo sus aportaciones han enriquecido las visiones del área en el país? Responde a esto su trabajo en el Instituto de Geografía Tropical de la Universidad de La Habana, fundamental para la comprensión de la geografía y el medio ambiente en Cuba y en América Latina. Su enfoque sobre el tema fue una contribución importante para entender los procesos naturales en el trópico y permitió una mejor planificación y gestión del territorio cubano.
De igual forma, en el campo de la espeleología, su labor en la exploración y cartografía de cuevas es esencial para tener una noción de la biodiversidad y la geología, en aras de conservar estos recursos naturales.
Por su parte, desde la antropología, su quehacer en la promoción de la cultura e identidad cubanas fue imprescindible para un análisis inteligente de la historia y la cultura. Su enfoque en la valoración y protección del patrimonio cultural y natural en Cuba ha sido un arancel básico para la identidad nacional.
También apuntó a la ecología, aquí su actividad en la preservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático fueron cardinales para la protección de la naturaleza.
LA CANOA DE LA QUE NUNCA BAJÓ
El vínculo de Antonio Núñez Jiménez con Pinar del Río, es muy significativo en su trayectoria. Durante su vida mostró un gran interés por la naturaleza y la cultura de esta parte occidental, lo que lo llevó a realizar numerosas expediciones y estudios aquí y en sus alrededores.
Uno de sus principales logros en la región fue el descubrimiento y exploración de la Cueva de Santo Tomás como mencionamos al inicio, una de las más grandes de Cuba y del mundo, ubicada en el municipio de Viñales.
Esta cueva, que hoy es una atracción turística importante, fue explorada por Núñez Jiménez y su equipo en la década de 1960, y su estudio y cartografía permitieron una mejor comprensión de la geología y la biodiversidad de la región.
Además, se afanó en la promoción y protección del patrimonio cultural y natural de Pinar del Río, incluyendo la valoración y preservación de los paisajes, la arquitectura, la música y la literatura de Vueltabajo. Fundó la Sociedad Espeleológica de Cuba, la cual ha trabajado en la exploración y conservación de nuestras cuevas y recursos naturales.
Sus estudios llegan hasta hoy por varias razones, entre ellas, la pertinencia para los tiempos actuales y por constituir fuente valiosa de información y conocimiento en varias áreas importantes de la ciencia y la investigación.
Es este un hombre que tiene muchas aristas y dimensiones sobre las cuales falta mucho por estudiar, mientras, continúa entre sus seguidores como aquel señor de barba encanecida, el mismo que vivió y escribió la historia, a la vez que la aventura en la naturaleza.
En el puerto de La Habana, allá por el año 1988, se reunió en una misma persona el explorador y el cronista, llegó en canoa de un viaje del Amazonas al Caribe, donde fue testigo de la devastación de la selva y de la vida de los indígenas.
En este 2023 vuelve desde la inmortalidad, y los cubanos, una vez más, remamos junto a sus aguas de sapiencias.
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