Antony Flores Mariño tiene solo 16 años y ama la carpintería. El joven es estudiante de la modalidad de obrero calificado del politécnico Pedro Téllez, de Pinar del Río, y en nuestra visita al centro lo encontramos dando lija a una base para cortinas, ya casi le daba el terminado a la pieza.
Cursa el primer año; sin embargo, la preparación práctica que recibe, en un taller con el equipamiento y medios de protección necesarios, le permite agenciarse y potencializar habilidades.
Por eso, nos confiesa que no solo hace objetos de madera en la escuela, sino que sus conocimientos le permiten ayudar en casa. Por ahora sueña con que en el futuro, una vez graduado, trabajará en una carpintería.
DESDE LAS PRODUCCIONES COOPERADAS
A la entrada de la escuela, un juego de muebles, hechos de parles, nos llamó la atención por su originalidad, luego supimos que son el resultado de las producciones que hacen en el centro.
Lesvia Alfonso Acosta, directora del “Pedro Téllez”, explicó sobre cómo funciona en la institución la estrategia docente productiva, que es la que respalda las producciones cooperadas entre el politécnico y las formas de trabajo estatales y no estatales, a través de un contrato con carácter jurídico.
El Politécnico está encadenado, en específico, con la mipyme Arte en la madera, situada en Montequín, en la especialidad de carpintería.
Por eso, en una parte del taller de carpintería, encontramos palos para trapear, mesitas y sillitas pequeñas para niños de círculos infantiles, y artículos de ornamentación.
Arriba de la mesa, el contrato, en el cual se establecen las relaciones de trabajo, en el que se norma que la mipyme aporta la materia prima y la comercialización, mientras la escuela la fuerza de trabajo, el equipamiento, el gasto eléctrico y de agua.
En estos momentos tienen los artículos elaborados, pero todavía están en proceso de convenio de la comercialización, el cual no se logra concretar.
“Ellos tributaron la madera, la cola, las puntillas, la lija, y nos ayudaron en el mantenimiento de las máquinas”.
Las producciones cooperadas se hacen con la finalidad de reforzar las habilidades profesionales en los estudiantes, porque ellos participan en la elaboración de los artículos, y el dinero que se adquiera será para mejorar las condiciones constructivas de la escuela, de los estudiantes y trabajadores.
Sin ambiciones de grandes cifras, el objetivo es que el alumno se vea insertado en la producción en un mundo más real, que se sienta útil, que vea que su profesión le va a servir para la vida
Los alumnos trabajan, según lo estipulado, en su programa, y están muy estimulados porque aprenden todo de su oficio, por eso, cada día se esfuerzan para mejorar la calidad de lo que hacen.
La directora también nos comentó que tienen una fábrica de bloques, que están estableciendo relaciones con la mipyme Construcción, ubicada en la zona de Siete Matas, quienes le proporcionan la materia prima, pues la escuela trata de insertarse en la fabricación de ese elemento de pared.
Están en la fase de ensayo de la mezcla, y malograron que salieran los bloques, ahora trabajan en las proporciones adecuadas para lograr la resistencia del material, para posteriormente ser utilizado en la construcción.
CON LOS PROYECTOS
Miguel Pascual Pascual, subdirector administrativo, dijo que los talleres que tenían se enriquecieron con nuevas tecnologías que adquirieron a partir de los proyectos Profet e Inclusión social.
Este último, según la directora, está dirigido al desarrollo de los estudiantes de oficio con discapacidad intelectual. Son más de 30 estudiantes de la Escuela de Oficios, que vienen de la escuela especial 28 de Enero, quienes continúan su preparación para la vida en el Politécnico. Ellos se benefician con Inclusión social, el cual ha donado maquinarias e instrumentos.
El proyecto les donó talleres de jardinería, soldadura, confecciones textiles, de belleza, una casita hogareña para que ellos se sientan como en casa y aprendan a manejar las ollas de cocción y demás equipos.
“Nosotros le damos un oficio, los preparamos para la vida”, afirmó Lesvia.
EN DIRECTO CON LA MADERA
Sin aviso, visitamos el taller de carpintería. No hubo que montar una foto ni nada por el estilo, porque al llegar, allí estaban ellos.
Unos lijaban, otros pegaban…pero todos hacían alguna labor. De los nueve alumnos del grupo de primer año, había ocho.
En ellos observé deseos de aprender, seriedad en el trabajo, y algo que se asimila con el tiempo: responsabilidad.
José Miguel Álvarez Sánchez, jefe del área práctica de carpintería y albañilería, expuso que en estos momentos tienen varios artículos en producción, y que 14 profesores se encargan de enseñar y fomentar las habilidades.
La escuela, con la participación de alumnos de los grupos de mantenimiento y los profesores, apoya en la construcción de algunas viviendas específicas, además de reparar, por ejemplo, la carpintería de instalaciones de Educación. También cooperan con la Casa de los niños sin amparo filial, así como con otros casos vulnerables.
Luis Enrique Prieto Camejo, máster y profesor que atiende el grupo de carpintería, refirió que a los alumnos que iniciaron este curso se les ha enseñado las habilidades que tienen que alcanzar. Primeramente, comenzaron con las herramientas manuales y luego con las máquinas.
“Ellos son los futuros obreros, y muchos de ellos se pueden quedar como profesores”.
A la distancia observamos al estudiante Luis Magdiel Tapia Díaz, nos acercamos y le hablamos, pero ni un solo segundo dejó de lijar el cortinero que tenía en la mano.
Hay esmero y entrega, pero lo mejor es que con estas producciones cooperadas, los estudiantes cuentan con la materia prima y demás, para poder insertarse en las producciones y desarrollar en la práctica todas sus potencialidades.