Código de las Familias, cuatro palabras que por estos días se llevan el premio a la reiteración, unos en su defensa, otros como detractores; algunos interesados todavía en acercarse a las esencias del texto, que el próximo domingo, será sometido a referendo popular.
Para estos últimos, la recomendación es la lectura y no la asimilación de oídas, porque quizás esté asumiendo la comprensión que hizo alguien a partir de creencias, intereses y cánones culturales, muy diferentes a los suyos; dejándose influenciar por ese criterio, respaldaría con su voto una valoración que no es propia.
La actualización legislativa, que se implementa en los últimos años en Cuba, busca establecer una correlación entre realidad y normas jurídicas, pues muchas de estas quedaron desajustadas con respecto a las dinámicas que regulaban.
Esta vez se trata de las familias, célula fundamental de la sociedad, por más manida que nos parezca la frase, pero es ahí donde recibe las primeras influencias el individuo y un núcleo con el que la mayoría mantenemos vínculos a lo largo de nuestra existencia.
Justamente por la importancia de ese clan que formamos a partir de lazos sanguíneos o afectivos, es que el próximo 25 el Código de las Familias será llevado a referendo: “Procedimiento por el que se someten al voto popular leyes o decisiones políticas, con carácter decisorio o consultivo”.
En este caso, somos convocados a un sufragio que por objeto clasifica como legal, al estar relacionado con una ley; atendiendo al fundamento tipifica como constitutivo o de ratificación y en cuanto al carácter es aprobativo.
Por el resultado es vinculante y así lo recoge la publicación hecha del mismo en la Gaceta Oficial: “El presente Código entra en vigor una vez ratificado en el Referendo Popular a que se somete por mandato constitucional”.
Lingüísticamente la palabra código se refiere en primer lugar a: “Conjunto de normas legales sistemáticas que regulan unitariamente una materia determinada”; la segunda acepción es: “Recopilación sistemática de diversas leyes”; el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) reconoce como tales al Civil, Penal y de Comercio, además, del morse, postal, de señales y de barras.
No es la primera vez que el reconocimiento de términos y vocablos queda rezagado al uso, y está lejos de ser novedad la concepción de un Código de Familia, aunque tampoco todos los países cuentan con él.
Afirman entendidos que responde a una voluntad de estado para proteger, con carácter especial, las relaciones filiales que legitima en un ámbito mixto entre el Derecho Privado y el Público.
La familia y su entorno tienen mucho que ver con la idiosincrasia de una nación, hay lares donde la homosexualidad tipifica como delito y el adulterio femenino puede conducir a la lapidación.
Aceptar la diversidad es un proceso de asimilación cultural, y más allá de clasificaciones lo verdaderamente importante es que cada individuo pueda integrarse a su familia, ser protegido por ella y reciprocar esos cuidados, un espacio desde el cual desarrollarse como ente social y económico.
Implica responsabilidades y el cumplimiento de funciones, especialmente en la educación y formación de las nuevas generaciones.
Nuestras familias no son perfectas, incluso aquellas funcionales podrían ser mejores, y es que las conformamos seres humanos, con virtudes y defectos; buenos, regulares y malos…
Sería bueno que todo este debate se revierta en autoanálisis de cómo hacer la mía superior, qué cambiar, y entender de una vez por todas que tolerar no es lo mismo que aceptar, criar no significa educar, que se puede estar cerca en el orden físico y lejos en el emocional… y otras tantas cosas más de las cuales estaría dependiendo la felicidad de personas amadas, pero incomprendidas. Con el referendo popular se busca un consenso mayoritario para su aprobación y puesta en vigor. Cuando vaya a votar hágalo a sabiendas del contenido de la ley, enfocado en que con su decisión respalde lo que considera mejor para su familia, no solo hoy, sino mañana.